Las comunidades negras de Nuquí (Chocó) acaban de lograr que el Gobierno declare sesenta mil hectáreas del Pacífico colombiano como Área Marina Protegida, bajo una figura que les permitirá conservar y a la vez aprovechar sus recursos naturales.
Los habitantes de Nuquí, organizados en consejos comunitarios, revelan en sus pinturas su relación estrecha con el mar. / Foto: Angélica María Cuevas
Angélica María Cuevas Guarnizo
Redactora de El Espectador
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Aunque el territorio marino colombiano representa el 50% del área total del país, solo el 2% de nuestros mares se encuentra protegido por alguna figura de conservación.
A pesar de que Colombia ha firmado convenios como el de Diversidad Biológica de la ONU, donde se establece que la nación debería resguardar al menos el 10% de sus áreas marinas y costeras (para cumplir con líneas de conservación que les permitan a las futuras generaciones habitar un mundo sostenible), el Estado sigue en deuda.
Son ahora las comunidades negras del Pacífico las que le entregan lecciones al país sobre cómo proteger sus costas, logrando que en su territorio megadiverso se declare el Área Marina Protegida (AMP) número 30, con un área de 60.138 hectáreas entre el Golfo de Tribugá y Cabo Corrientes (ver mapa), donde se conservará una de las reservas naturales más biodiversas y con más proyección turística del país, por ser sitio de apareamiento de ballenas jorobadas y anidación de tortugas.
Nuquí guarda una de las reservas de manglar más biodiversas del país. En el corregimiento de Tribugá se encuentran hasta 8 especies de mangle./Foto: Angélica María Cuevas
Gracias a un proceso de organización comunitaria ejemplar, que ha sido fortalecido durante 20 años por organizaciones como MarViva, Conservación Internacional, WWF, The Nature Conservancy, Patrimonio Natural y las autoridades ambientales locales (Codechocó y la CVS); la Asociación de Consejos Comunitarios General Los Riscales y la Mesa de Ordenamiento Ambiental de Nuquí, lograron poner de acuerdo a casi 8.000 habitantes de ese municipio chocoano en la decisión de proteger su territorio bajo una figura de conservación que funciona de manera distinta a la de un Parque Nacional Natural.
Nuquí es, por tradición, pueblo de pescadores artesanales./Foto:Angélica María Cuevas
Nuquí, en donde se ha proyectado la polémica construcción de un puerto tan grande como el de Buenaventura que, para la población, traería incalculables daños ambientales, es también la casa del 90% de los caladeros de camarón de todo el país y una de las principales fuentes de pesca del Pacífico colombiano, con una tasa de extracción anual de por lo menos 750 toneladas de pargo, cherna, atún, corvina y camarón.
Los nuquiseños, en su mayoría pescadores artesanales, querían encontrar una estrategia de protección que no fuera tan restrictiva como la de Parques Nacionales (que impide utilizar los recursos naturales para desarrollar actividades productivas) y que les permitiera decidir cómo administrar su territorio: mapear qué zonas serían dedicadas a la conservación, cuáles al turismo y cuáles al aprovechamiento económico de la madera y la pesca.
Fue así como acordaron la creación de un Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI) que protegerá por lo menos 2.700 hectáreas de manglar (hábitat de pianguas, iguanas y nutrias y zonas cruciales para la anidación de peces), al menos 34.700 de corredores de migración para las ballenas jorobadas y 971.000 de playas de anidación de tortugas.
El distrito también contempla la zonificación de áreas de protección de arrecifes coralinos, 54.000 hectáreas de fondos marinos donde viven los camarones y otros sitios de alimentación de aves migratorias playeras. A la vez los pescadores podrán seguir aprovechando los recursos del mar.
Esta área protegida garantizará la salud de miles de aves migratorias./Foto:Angélica María Cuevas
Por primera vez, pescadores artesanales e industriales tendrán que sentarse a la mesa para llegar a acuerdos sobre tasas permitidas de captura, vedas de pesca y sustitución de artes dañinas como el arrastre, tema en el que ya han avanzado los artesanales pero que sigue siendo utilizado por las grandes embarcaciones.
Si este modelo demuestra ser efectivo, la iniciativa chocoana servirá de ejemplo para que otras comunidades del país se atrevan a tomar el control de sus territorios, llegando a acuerdos sobre cómo administrarlo, partiendo de intereses de desarrollo local más ajustados a sus ideales y ligados a la protección ambiental.
Algunas áreas que se protegerán:
Los habitantes de Nuquí construyeron un plan de manejo del manglar destinado a proteger el mangle nato, botón, piñuelo, salado y rojo./Foto:Angélica María Cuevas
Los morros de Jurubirá, uno de los sitios turístico más reconocidos del Nuquí, son también el área donde se reproduce el tiburón martillo./Foto:Angélica María Cuevas
Las comunidades negras hicieron un proceso de consulta previa para obtener el aval de la declaratoria por parte de todos los Consejos Comunitarios de la zona. Panorámica de Nuquí. /Foto:Angélica María Cuevas
El área protegida abarca los corregimientos de Jurubirá (foto), Tribugá, Panguí, Coquí, Joví, Termales, Partadó y Arusí. /Foto:Angélica María Cuevas
Panorámica de Jurubirá. El 70% de la población de Nuquí depende de la pesca./Foto:Angélica María Cuevas
Líderes comunitarios, representantes de organizaciones no gubernamentales y autoridades locales celebraron el pasado 13 de marzo la declaratoria de Área Marína Protegida./Foto:Angélica María Cuevas
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