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“Uno de los últimos refugios de tiburones está en Colombia”

Después de explorar 371 arrecifes de coral en 58 países y revisar más de 15.000 horas de grabación, científicos de todo el mundo publicaron los resultados de un estudio sin precedentes sobre la población global de tiburones de arrecife. Encontraron que en Colombia se encuentra uno de los reservorios más importantes para estos animales.

Según la investigación, en el 20% de los arrecifes revisados, los tiburones estaban casi completamente ausentes, considerándose funcionalmente extintos. / Foto: Global FinPrint
Según la investigación, en el 20% de los arrecifes revisados, los tiburones estaban casi completamente ausentes, considerándose funcionalmente extintos. / Foto: Global FinPrint

Por: Daniela Quintero Díaz / @Danielaquinterd
Fotos: Global FinPrint

De las poblaciones de tiburones en el mundo se conoce muy poco. Se sabe que la demanda de productos como la carne y las aletas de tiburón, así como los altos niveles de captura incidental, han provocado una disminución a nivel global de estos animales. También, que anualmente cerca de 100 millones de tiburones son sacados del océano con destino a mercados, principalmente, en Asia. y que cerca del 50% de los tiburones que conocemos están amenazados, son vulnerables o no se encuentran suficientes datos para estimar su población.

Esto se ha inferido principalmente de los registros de captura de pesquerías industriales. Sin embargo, casi nada se conoce sobre los tiburones vivos que habitan las zonas costeras, como los arrecifes. Tampoco se sabe mucho cómo la disminución de la población de tiburones puede afectar los diferentes ecosistemas.

Los lugares con mayor abundancia relativa de tiburones también tienen mejores contextos socioeconómicos y gobernabilidad, señala el estudio.

“A pesar de que cerca de dos tercios de los tiburones que terminan en el mercado de aletas y carne alrededor del mundo son de las zonas costeras, hay muy poca información sobre la población de tiburones en esas regiones”, asegura Aaron McNeil, investigador principal de un estudio sin precedentes que se publica este miércoles en la revista científica Nature.

El estudio, llamado Global FinPrint, busca llenar esos vacíos de conocimiento sobre las poblaciones de tiburones de arrecife a través de una masiva recopilación de datos: cientos de científicos, investigadores, conservacionistas y voluntarios de todo el mundo se lanzaron al agua durante cuatro años en 371 arrecifes de 58 países, recolectando más de 15.000 horas de videos bajo el agua para hacer un muestreo efectivo de estos tiburones. ¿Qué especies hay? ¿Son machos o hembras? ¿Cuál es su abundancia relativa?

Entre las naciones con mejores poblaciones de tiburones en comparación con el promedio de su región se encuentran Australia, las Bahamas, la Polinesia Francesa, las Maldivas y los Estados Unidos.

En países como República Dominicana, las Antillas Francesas, Kenia, Vietnam y Qatar los hallazgos fueron escalofriantes: en más de 800 horas de grabación solo se detectaron tres tiburones. El panorama global también es grave. De las 58 naciones investigadas, en 34 (el 59%) hubo menos tiburones de los que se esperaba encontrar según su expectativa regional. La costa de Colombia (señalada en el estudio como Colombia continental) hace parte de ese combo, y tuvo una de las peores calificaciones.

«Esto sugiere que la pérdida de tiburones de arrecifes se está presentando de manera generalizada a nivel mundial. Hasta ahora empezamos a entender qué tantos problemas enfrentan los depredadores tope alrededor del mundo”, señala el estudio.

Funcionalmente extintos

Según la investigación, en el 20% de los arrecifes revisados, los tiburones estaban completamente ausentes, considerándose funcionalmente extintos. “Esto quiere decir que, aunque pueden estar ahí, están tan reducidos que no pueden cumplir su función natural en el ecosistema”, explica Demian Chapman, coautor del artículo y profesor de ciencias biológicas en la Universidad Internacional de Florida (FIU). Los resultados señalan que, en esos lugares, la escasez de tiburones está fuertemente relacionada con la situación socioeconómica del territorio, la mala gobernanza, y la densidad de la población humana.

“Actualmente hay una mala comprensión sobre la pesca de tiburones. Se cree que toda la industria del tiburón tiene como fin el comercio de aletas. Que los atrapan, les cortan las aletas para enviarlas a Asia y botan el tiburón de nuevo en el agua. Pero, la realidad es que en la mayoría de los arrecifes investigados, en los que hay pesca de tiburones, esa actividad es realizada por comunidades locales en pequeña escala. Y lo hacen porque realmente no hay otra alternativa que no sea pescar. Los tiburones se convierten en la solución para alimentar a sus familias”, asegura Chapman. “El problema es que los tiburones se están capturando en cantidades que no permiten que la población se recupere. Entonces, necesitamos encontrar soluciones que puedan funcionar en esas comunidades y que protejan a los tiburones, y esas son algunas de las pistas que nos da este trabajo”, explica.

Investigadores del equipo de GlobalFinprint lanzan cientos de cámaras de video con carnadas al océano en el primer estudio global para conocer la población de tiburones de arrecifes.

Los datos recopilados dan una imagen más clara de lo que se puede hacer para salvaguardar las poblaciones de tiburones en el mundo. Santuarios de tiburones (como Palau y Bahamas), áreas cerradas a la pesca, límites en la captura de estos animales, y reemplazar redes de enmalle y pesca con palangre por artes de pesca que sean menos agresivas son algunas de las soluciones que revela el estudio. Además, se evidenció que los lugares con mayor abundancia relativa de tiburones generalmente tienen estas medidas implementadas. Aplicarlas en otros países, mejorando las condiciones de gobernanza y reconociendo los contextos sociales bajo los cuales las personas usan los recursos oceánicos, podría impulsar mejores estrategias de conservación en territorios fuertemente afectados.

“Lo que nos dice la investigación es que, si bien las personas son gran parte del problema, está claro que también son gran parte de la solución”, explica Chapman. “Ahora tenemos una caja de herramientas que los países pueden usar para restaurar las poblaciones de tiburones de arrecifes, y eso es muy importante”, añade Michael Heithaus, decano de la facultad de Artes, Ciencias y Educación de FIU y coautor de la investigación.

Hay reservorios de esperanza, y Seaflower, en Colombia, es uno de esos

Diego Cardeñosa, biólogo colombiano, ha sido toda su vida un aficionado de los tiburones. En su tesis de pregrado, en la Universidad de Los Andes, estudió los efectos de la pérdida de hábitat en las crías de tiburones limón, en las Bahamas. En su maestría se enfocó en estudiar la estructura poblacional de un tiburón de mar abierto, al que se le conoce como zorro pelágico. En su doctorado -que inició en 2015 asesorado por el investigador Demian Chapman- se dedicó a conocer los mercados de aletas de tiburón en Hong Kong y China, estudiando la qué especies de tiburón estaban en los mercados y rastreando las aletas con su lugar de origen a través de herramientas genéticas. También fue quien lideró una parte de la investigación de GlobalFinprint en los arrecifes de Colombia.

El investigador colombiano, Diego Cardeñosa, nada con un tiburón martillo, una de las especies de tiburones más amenazada en el mundo. / Foto: Jillian Morris

Haciendo su doctorado se enteró que la Armada Nacional de Colombia y la Comisión Colombiana del Océano empezaron a realizar las «Expediciones Seaflower», llevando diferentes proyectos científicos a los sitios más remotos de la Reserva de Biosfera Seaflower (de 180.000 kilómetros cuadrados), ubicada en el Archipiélago de San Andrés y Providencia. Entonces, se presentó a la convocatoria para que Colombia y la reserva pudieran participar también del estudio más grande de tiburones de arrecife.

“Los resultados de Colombia son importantísimos”, señala Cardeñosa, que durante 2017 y 2019 visitó todos los extremos de Seaflower recopilando videos para la investigación: las Islas Cayos de Serranilla, el punto más al norte del territorio colombiano; Isla Cayos de Albuquerque, el lugar más al Sur del Archipiélago, e Isla Providencia y Santa Catalina. “Cuando empezamos a analizar los datos nos dimos cuenta que la Reserva de Seaflower era el sitio con mayor abundancia de tiburones de arrecife del Caribe. Además, allí se encuentra el tiburón coralino de arrecife que, aunque es el más común en esa zona, si se busca por fuera de la Reserva es una especie que es casi imposible de encontrar, y está catalogada como casi amenazada en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza”, señala.

La Reserva de Biosfera de Seaflower fue establecida por la UNESCO en el año 2000; en 2005 se declaró una parte de la reserva (65.000 km2) como Área Marina Protegida, la primera de este tipo en el país. “Desde 2008 se prohibió la captura de tiburones y las redes de pesca gracias a una Acción Popular”, asegura el investigador. “Esas son principalmente las mismas restricciones que el artículo publicado en Nature resalta para la conservación de los tiburones: la protección de áreas y los cambios en la pesca, porque influyen directamente en la abundancia de los animales, y esto se ve reflejado en Seaflower”.

Las cámaras mostraron que la cantidad de tiburones residentes del arrecife era muy alta. «Con la investigación evidenciamos que, efectivamente, Seaflower es uno de los últimos refugios de tiburones que existe”, explica Cardeñosa. Aunque no es considerado legalmente como un santuario, porque el país no protege a todos los tiburones en la zona económica exclusiva, esos 180.000 kilómetros sí protegen a los escualos como si fuera uno. Es como un «santuario escondido», señala el experto.

Los videos también lo demuestran: especies como Carcharhinus perezi (tiburón coralino), Ginglymostoma cirratum (tiburón nodriza), Rhizoprionodon porosus (sharpnose shark), Galeocerdo cuvier (tiburón tigre),  Negaprion brevirostris (tiburón limon), Carcharhinus acronotus (black nose shark) y el tan amenazado Sphyrna mokarran, mejor conocido como tiburón martillo, se encuentran allí.

Las imágenes contrastan drásticamente con el muestreo llevado a cabo en la zona costera de Colombia, mencionado en la investigación como “Colombia continental”, que fue realizado en las Islas del Rosario, San Bernardo y las islas cercanas a Cartagena de Indias; y que recibió uno de los peores puntajes. “Allí faltaron muchos tiburones, por eso Colombia aparece en el documento separada en dos, porque la diferencia entre la costa y Seaflower es impresionante”, explica el biólogo.

¿Los motivos? “En la costa no hay restricciones de pesca, pueden pescar con trasmallo, los tiburones no están protegidos y no hay zonas cerradas. Otra de las cosas más importantes es el nivel de compromiso que tienen las comunidades locales frente al tema y en Seaflower, en 2008, la comunidad decidió impulsar una Acción Popular para que gobierno y autoridades locales del Archipiélago protegieran e hicieran una estrategia de conservación de tiburones. Si la comunidad es consciente de que es mejor tener a los tiburones en el arrecife que no tenerlos, es mucho más fácil implementar esas estrategias”, asegura Cardeñosa.

Lo importante, señala el investigador, es entender que Colombia tiene muchas comunidades costeras que dependen de la pesca, y que acciones como cerrar zonas o crear santuarios son poco posibles, porque afectan su seguridad alimentaria y sus formas de vida. Sin embargo, como lo muestra la investigación, hay restricciones que se pueden aplicar y que tienen efectos inmediatos. Usar otros métodos de pesca que no sean redes de enmalle y que sean más sostenibles, así como establecer límites de captura son algunos de ellos.

Este histórico estudio sirve ahora como un punto de partida para evaluar las herramientas que pueden aplicarse de mejor manera en Colombia y en los demás países para recuperar las poblaciones de tiburones.

“Ahora tenemos una caja de herramientas que los países pueden usar para restaurar las poblaciones de tiburones de arrecifes, y eso es muy importante. Cuando se pierden grandes depredadores, grandes cosas les pasan a los ecosistemas. Y si perdemos a los tiburones podría generarse una reacción en cadena con graves impactos no solo en la naturaleza, sino también en las personas que viven de estos ecosistemas costeros», concluye Heithaus.

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