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Publicado el Blog El Río

Durante la pandemia renació la esperanza para el mero-guasa

En el Oceanario Islas del Rosario se logró la reproducción en el laboratorio de una segunda generación del mero-guasa, una apetitosa especie que se encuentra en estado crítico.

Fotos: Cortesía Oceanario Islas del Rosario

Durante la pandemia las lanchas que llegaban sin pausa hasta el Oceanario Islas del Rosario se esfumaron. Sin turistas, la situación económica para los administradores del centro turístico y de investigación se fue tornando asfixiante, sobretodo porque mantener a 1.400 animales de 140 especies no es ni fácil ni barato. Por fortuna, semana tras semana, encontraron el camino para sortear las afugias económicas y desde el pasado 26 de octubre reabrieron sus puertas. Cuatro o cinco lanchas al día con  turistas han vuelto a poblar sus muelles.

Pero sucedió también algo positivo. Con más tiempo para dedicarse a la investigación, los biólogos marinos del centro avanzaron más rápido en algunas tareas y lograron por primera vez en Colombia “cerrar el ciclo de reproducción del mero guasa” (Epinephelus itajara), un paso necesario en el propósito de repoblar las aguas del Caribe y abrir un camino para programas de acuicultura.

Debido a su apetitosa carne y gran tamaño – un mero alcanza los 450 kilos – esta especie fue perseguida casi hasta su extinción. Hace cerca de dos décadas, el biólogo marino Rafael Vieira decidió que era importante estudiar sus ciclos reproductivos para convertirlo en una alternativa económica para los pescadores de la zona y salvarlo de desaparecer de este planeta. Por su comportamiento tranquilo, el mero es ideal para el desarrollo en jaulas flotantes o encierros, también tolera cambios fuertes en las condiciones del agua, como salinidad y oxígeno.

En mayo de 2015, el grupo del Oceanario cantó victoria cuando logró reproducir con éxito los primeros ejemplares en cautiverio. Al año siguiente no lograron el objetivo pero en 2017 fueron testigos de meses continuos de reproducción con más de 160 millones de huevos fértiles.

Jaime Rojas, director científico del Oceanario, cuenta que el paso siguiente era lograr la reproducción de esos primeros meros que nacieron en cautiverio en 2015. Algo que los científicos llaman “cerrar el ciclo de reproducción”.

La primera fertilización artificial consistió en sedar a varios ejemplares de meros adultos de esa primera generación para extraer los huevos y el semen. Los huevos fértiles fueron incubados de manera controlada, produciendo casi 5.000 larvas que actualmente están siendo cultivadas. “Estas larvas son la segunda generación de meros guasa producidos en cautiverio en el mundo, logrando cerrar el ciclo de reproducción de la especie”, explicó Rojas.

Ahora que tienen clara una metodología para la producción de alevines en laboratorio los científicos saben que podrían, por un lado, contribuir con una nueva especie de cultivo en Colombia y, por otro, crear programas para liberar juveniles y repoblar el medio natural. Una ganancia adicional que ven los científicos en este proyecto es que los meros podrían convertirse en un control biológico de la población del Pez León que es un invasor del Caribe colombiano.

“Este es un nuevo avance científico para la investigación en acuicultura en Colombia y también a nivel mundial, que también se vislumbra como un mecanismo de diversificación de la acuicultura en Colombia que brinde alternativas de sustento para los pescadores artesanales, quienes podrán desarrollar en un futuro cercano cultivos de engorde de mero de manera sostenible”, comentaron los encargados del programa en un comunicado.

El nuevo reto es estandarizar lo que acaban de hacer, probar que saben los pasos exactos de lo que ya lograron para poder enseñarlo. Eso incluye tiempos y dosis exactas de las hormonas que inducen la liberación de los huevos.

También tendrán que hacer ensayos de engorde de juveniles de mero en diferentes lugares como jaulas flotantes y encierros en el mar, para determinar el tipo de alimento a usar, tipo de jaulas, tallas de cosecha de meros, entre otros.

Eventualmente llegará el momento de hacer cultivos piloto de engorde de meros con poblaciones de pescadores artesanales y estudios oceanográficos para evaluar potenciales lugares para el cultivo de mero en Colombia. Ese día el mero podrá cantar victoria.

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