Mientras Cormagdalena dice que el proyecto será un éxito, expertos en el comportamiento del gran río de Colombia aseguran que el Gobierno improvisó al “firmar contratos sin sustento técnico”. Algunos incluso predicen que la alta carga de sedimentación del afluente hará que la “autopista fluvial” fracase.
Panorámica del río Magdalena, a la altura del municipio de Santa Cruz de Mompox. / Herminso Ruiz – El Espectador
Angélica María Cuevas Guarnizo
Redactora de El Espectador
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Molestia. Con esa palabra puede describirse la energía que se vivió esta semana durante el Foro Nacional Ambiental, en el que se debatió el proyecto de navegación por el río Magdalena. Algunos de los científicos más destacados, en el estudio del comportamiento del afluente más importante de Colombia, acorralaron con sus argumentos al director ejecutivo (e) de Cormagdalena, Carlos Núñez, y a Jorge Barragán, representante del consorcio Navelena, y los acusaron de estar improvisando con un proyecto en el que ya se comprometieron millonarios recursos sin que, según los científicos, “esté garantizada su viabilidad”.
A mediados del año pasado el Gobierno anunció la firma de un contrato con Navelena (consorcio conformado por la brasileña Odebrecht, con el 87% de participación, y la colombiana Valorcon, con el 13%), por $2,5 billones, que se ejecutarían en 13,5 años, para realizar las obras de encauzamiento, dragado y mantenimiento del río.
“La mejor noticia es que el país puede estar tranquilo, porque Cormagdalena sólo pagará al contratista una vez él haya ejecutado las obras y éstas estén funcionando. No vamos a pagar por metros cúbicos de dragado, porque sabemos que así se han desangrado las finanzas del país, vamos a pagar por el servicio de tener un canal navegable, capaz de movilizar día y noche convoyes de 7.200 toneladas de carga. El Estado no va a perder un peso. Sabemos que el proyecto es viable porque tenemos más de 700 estudios que lo comprueban. Es que el Magdalena está sobreestudiado”, dijo durante el foro Carlos Núñez, de Cormagdalena.
Pero desde que se hizo esa adjudicación comenzaron a aparecer las críticas de los centros de investigación, que alegan que el país firmó un contrato sin que se conocieran los estudios de diseño y las simulaciones técnicas que tengan en cuenta la complejidad de un río como el Magdalena. Para los investigadores que asistieron al foro las presentaciones públicas que han realizado Cormagdalena y Navelena están llenas de vacíos técnicos y respuestas vagas.
Las comunidades manifiestan que no conocen cómo el proyecto de navegación del río magdalena les cambiaría la vida /Foto:Juan Carlos Gutiérrez Camargo – Fundación Alma
“Están tomando este tema a la ligera y nos están mintiendo a los colombianos. Decir que el río está sobreestudiado es una mentira. Este es uno de los ríos con menos de 50 publicaciones en revistas avaladas por pares internacionales. No tenemos modelaciones complejas en sus 1.500 km de longitud, pero sí sabemos, por ejemplo, que este es el río con mayor carga de sedimentos de toda América. Aunque no existe en el mundo un afluente con estas características, Cormagdalena y Navelena suelen comparar en sus presentaciones este río con el Misisipi para aplicar ideas de navegación y esa es una locura. Son ríos con características físicas y comportamientos completamente diferentes. Sobre el Misisipi sí se encuentran por lo menos 10 mil estudios en publicaciones serias”, dice Juan Darío Restrepo Ángel, doctor en ciencias del mar de la Universidad del Sur de California y coordinador de la maestría en ciencias de la tierra de la Universidad Eafit, de Medellín.
Restrepo, quien dirigió hace una década el estudio más completo que existe sobre el comportamiento de los sedimentos del Magdalena, asegura que el río mueve por hora unas 1.650 volquetas (representadas en sedimentos), cifra que al año representan unas 15 millones de volquetas.
Sólo en 10 años la carga de sedimentos (184 millones de toneladas a 2013) ha aumentado en 40 toneladas. Éstos se producen cuando el agua que baja con fuerza de las montañas de los Andes erosiona los suelos, pero también por los efectos erosivos de la lluvia, los deslizamientos, la deforestación y otros impactos humanos.
“Entonces no sabemos cómo, teniendo de frente este panorama, se atreven a hacer presentaciones con criterios científicos tan pobres. Esta es una desazón académica. No están teniendo en cuenta la ciencia. Si a mí me preguntan, este es un proyecto inviable. El nivel de sedimentos del Magdalena no se puede controlar. El río no es el mismo de hace 100 años y no lo han entendido”, dice el doctor en ciencias del mar.
Con él está de acuerdo Jaime Iván Ordóñez, presidente de la Comisión Técnica de Ingeniería de Recursos Hídricos de la Sociedad Colombiana de Ingenieros. “Nosotros hemos hecho modelaciones que revelan que el comportamiento del río no ha permitido esa reactivación comercial, pero no han escuchado”.
Pero Carlos Núnez, de Cormagdalena asegura que los científicos están ignorando que este es un proyecto reconocido como una propuesta sólida por distintas organizaciones de prestigio. «Cómo se atreven a decir que el proyecto no cuenta con rigor técnico si su estructuración e impacto se llevó el año pasado a cinco reconocimientos nacionales e internacionales. Lo que pasa aquí es que se reúnen los mismos científicos y acuerdan desprestigiar el proyecto desde el desconocimiento del mismo. Yo no me siento acorralado. Explicaré las veces que sea necesario los detalles, pero no en espacios como este Foro Nacional Ambiental donde los panelistas se ponen de acuerdo, con anterioridad, para atacar el proyecto de navegabilidad. Se deben promover espacios de debate más equilibrados.»
Sobre los reconocimientos, Núñez menciona el premio ‘Deal of the year’ 2014 otorgado por la revista británica World Finance; Premio ‘Outstanding Deal Structuring Award’ de la publicación financiera Capital Finance International (CFI) con sede en Londres, el premio al proyecto más estratégico de Latinoamérica en 2014, entregado por la firma internacional CG-LA Infraestructure. Así como el premio al Proyecto más estratégico de Colombia del 2014 y Proyecto de Ingeniería del año.
Pescadores de Gamarra (Cesar) han advertido que el proyecto podría afectar sus seguridad alimentaria. / Foto: Alejandro Paz – Fundación Alma.
Jorge Barragán, representante del consorcio Navelena, agrega que el proyecto de navegación está en conversaciones con expertos nacionales e internacionales de las universidades del Norte (Barranquilla), Católica (Medellín) y de la compañía holandesa Deltares para realizar modelaciones del río y estudios de impacto ambiental. “En septiembre nos entregarán los diseños de la obra y el país volverá a ver el río como un aliado estratégico de la economía. Se transformará la historia de muchas comunidades. El proyecto es completamente viable y la navegabilidad del Magdalena ya está comprobada, hoy tiene tramos en los que se mueven dos millones de personas al año y dos millones de toneladas de carga”.
Pero existen otras críticas enfocadas hacia los impactos ambientales, sociales y culturales que traería el proyecto de navegabilidad. “Estamos sumándole al río proyectos de desarrollo sin medir si el afluente aguanta los impactos. En 50 años la pesca en el Magdalena se disminuyó a la mitad, la instalación de hidroeléctricas ha modificado el curso del río desconectando humedales y ciénagas que son de gran importancia para los ciclos de reproducción de peces. Se siguen proyectando nuevos embalses que terminarán reduciendo más la pesca, cambiando la vida del río y afectando la capacidad que tienen estos ecosistemas de limpiar, para curar el agua. Ni siquiera hemos calculado cuántos millones de dólares nos ahorran estos ecosistemas al limpiar el agua”, dice Thomas Walschburger, coordinador de ciencias del programa de conservación Andes Tropicales de The Nature Conservancy y doctor en Biología de la Conservación.
Para la bióloga y doctora en ecología y medio ambiente de la Universidad Autónoma de Madrid y docente de la Universidad del Magdalena, Sandra Vilardy Quiroga, “tenemos que dejar de ver al río por partes, todas las actividades que se hacen afectan la cuenca de la que dependen la mayoría de los colombianos; el plan de manejo de la cuenca se formuló en 1994, pero el clima ha cambiado. ¿Los contratistas están teniendo en cuenta las alteraciones del río por cambio climático? No se pueden solucionar los problemas aplicando las mismas visiones que los generaron. Aquí, además, las comunidades ribereñas han estado completamente excluidas del debate sobre el proyecto, igual que nosotros, los académicos. ¿Para qué servimos los doctores en Colombia si no podemos ayudar a resolver los problemas del país?”.
“Si se está planteando ésta como una idea de desarrollo, que nos cuenten cuál es la propuesta de desarrollo para las familias de pescadores que dependen del río. ¿Desarrollo es ver pasar por el frente los barcos que paran en Barranquilla? Estos pueblos han estado durante décadas desconectados de las dinámicas económicas del país y ahora ni conocen qué es lo que se está pensando para el río. A eso se le suma el desprecio histórico general de la sociedad colombiana hacia el Magdalena. No podemos volcarnos hacia el río si no superamos ese desprecio”, dice el antropólogo y magíster en historia Germán Ferro, quien durante años ha estudiado las dinámicas culturales que encierra el Magdalena.
Tras el debate, del que también participaron los exministros de Medio Ambiente Cecilia López, Manuel Rodríguez Becerra y José Vicente Mogollón, entre otros académicos, se acordó que los científicos redactarán una carta dirigida al presidente de la República advirtiendo los riesgos del proyecto y pidiendo ser tenidos en cuenta en el debate.
(Lea cómo los pescadores de Gamarra (Cesar) se sienten amenazados por este proyecto de navegación.)
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