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Así luce la Ciénaga Grande de Santa Marta desde el aire

Un recorrido aéreo en el municipio de Remolino, Magdalena, deja ver las afectaciones ambientales que dejaron 27 kilómetros de diques construidos de manera ilegal. Un año después, la controversia continúa entre las autoridades ambientales de la zona.

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Por: Tatiana Pardo  @TatiPardo2

Enviada especial del blog El Río y El Espectador

A inicios de diciembre del 2014, Parques Nacionales dio a conocer una serie de fotografías aéreas que dan cuenta de actividades ilegales desarrolladas dentro de la Ciénaga Grande de Santa Marta como consecuencia de la tala y quema de mangle, incendios forestales provocados, deforestación de grandes extensiones de tierra que luego son empleadas para ganadería y agricultura, así como maquinaria pesada y 27 kilómetros de diques o terraplenes construidos en el municipio de Remolino (Magdalena).

Las denuncia hecha por Parques Nacionales puso en tela de juicio el papel de control y vigilancia que presta la Corporación Autónoma Regional del Magdalena, Corpamag, y la mirada pasiva y silenciosa con la que pudo haber trabajado en la zona durante los últimos 16 años, bajo una misma administración.

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Para “verificar” la información dada por Parques Nacionales un año atrás, el pasado 12 de septiembre Corpamag realizó un sobrevuelo por la Ciénaga Grande en donde se logró identificar, “con absoluta precisión”, que “de los 94 predios que según el informe de Parques Nacionales Naturales se encontraban en jurisdicción de la autoridad ambiental en el Magdalena, 21 de ellos se encuentran en el Santuario de Fauna y Flora Ciénaga Grande de Santa Marta, competencia de Parques Nacionales Naturales”, dijo el director de la entidad ambiental, Omar Cabrera.

En ese sentido, el funcionario agregó que, se abrieron 73 indagaciones preliminares contra los presuntos infractores propietarios de predios pero le trasladó los 21 restantes a Parques para que inicie los procesos correspondientes por ser de su competencia.

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Con el fin de aclarar el tema, la directora territorial de Parques Nacionales en el Caribe, Luz Elvira Angarita, le dijo a El Espectador que “hasta el momento, no hay afectaciones dentro de los predios del Santuario en el lado oriental. Sin embargo, en el lado sur, se determinó que de los 27 kilómetros de diques que se construyeron en la Ciénaga Grande, aproximadamente tres están dentro de la Ciénaga Medegua de manera intermitente”.

Angarita también aseguró que Corpamag no le ha enviado la información del sobrevuelo pese a que lo han solicitado, pero que, más allá de eso, lo importante es articular las entidades nacionales y locales para solucionar la crisis ambiental que se le vino encima al país.

“Hace falta definir el ordenamiento del territorio, los sitios de conservación y de uso productivo, así como invertir en un componente social en aquellas zonas donde, en general, el Estado no ha hecho presencia ni las inversiones correspondientes”, dijo  Angarita.

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¿Cómo se ve la Ciénaga ahora?

 

Desde el aire, la belleza de este ecosistema, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco y sitio Ramsar, es alucinante. El agua salada proveniente del mar Caribe se mezcla con el agua dulce del río Magdalena, luego aparecen algunos riachuelos, zonas de pantano, manglares, aves migratorias, peces, reptiles y búfalos que no deberían estar ahí pero que son un buen negocio para algunos.

Luego de diez minutos sobrevolando la Ciénaga, aparecen los famosos diques construidos por la empresa Agropecuaria RHC, que lleva las iniciales de su dueño Rafael Hoyos Cañavera, un comerciante de Monteria que poco a poco fue transformando a su antojo las fincas Mendegua, Mendegüita y Condazo; y por lo que hoy hace parte de los 13 condenados por delitos ambientales que van desde aprovechamiento ilícito de los recursos naturales con daño a zonas protegidas, hasta extracción de especies faunísticas para su comercialización y distribución, entre otras. También hay 23 judicializados hasta el momento, según el Ministerio de Ambiente.

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Ya en el municipio de Remolino, Magdalena, los líderes locales aprovecharon para exponer sus preocupaciones frente al nuevo director de Corpomag, Carlos Diazgranados, para que tome las medidas necesarias y los involucre en el proceso de dragado de la Ciénaga Grande.

«Necesitamos educación ambiental, ser amigos de las corporaciones, que nos tengan en cuenta en todos los procesos para que haya concertación en las mesas de trabajo.  Aunque nosotros no tenemos los estudios que ustedes tienen, sí tenemos el conocimiento y la experiencia de muchos años para recuperar los humedales que están destruidos«, dijo Neder Sarmiento, representante del corregimiento de San Rafael.

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Con la salida del actual director de Corpamag, el concejal del corregimiento de Sitio Nuevo, Aníbal, aprovechó para mostrar su descontento con la labor que realizó Ómar Cabrera. «No nos alegra su retiro pero tampoco nos entristece. Lleva 16 años en su cargo y han sido  16 años de miseria en nuestro municipio con una administración que está acabando con todo. Esperamos que esta nueva etapa sea diferente y pensada para nosotros».

Al culminar las intervenciones, el ministro de Ambiente, Gabriel Vallejo, tomó la palabra y dijo que «no se trata de mirar quién tuvo la culpa y quién no. El punto está es recuperar la Ciénaga, ayudar a la gente y mirar cómo lo vamos a lograr para remediar la crisis».

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Repensemos la Ciénaga

 

Sandra Vilardy es tal vez una de las mujeres que más se ha comprometido con el estudio de la  Ciénaga Grande de Santa Marta, ha escrito varios artículos científicos al respecto pero también, ha pasado gran parte de su tiempo conversando con pescadores y locales para entender cómo han cambiado las dinámicas en la zona y cómo esto los ha afectado.

Uno de sus mensajes, entre los muchos que intenta exponer cada vez que puede, es que es necesario repensar la Ciénaga, verla como un sistema socio-ecológico que presta determinados servicios ambientales a más de 170.000 habitantes de 11 municipios en donde el 40% tiene necesidades básicas insatisfechas. Y por esa razón, merece un trato especial.

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«La Ciénaga presta unos servicios culturales, de abastecimiento y de regulación  muy importantes que, hoy en día,  se encuentran amenazados como consecuencia del conflicto armado, la erosión costera, la construcción de diques, incendios forestales, cultivos de palma y banano, ganadería extensiva bufalina, la sedimentación, la construcción de la vía La Prosperidad, la construcción de puertos, la ausencia del Estado, la construcción de canales para la extracción de madera de manglar, la deforestación y, por supuesto, el calentamiento global«, dice Vilardy.

El resultado es una modificación de la calidad, cantidad y permanencia del flujo hídrico de la Ciénaga que pone en riesgo algunos servicios, fundamentales para la subsistencia de las comunidades locales,  como la agricultura, pesca y agua para consumo.  Pero también hay una alteración en el volumen y composición de la pesca,  y por tanto una reducción de los ingresos económicos para los pescadores.

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«Preocupa también que las entidades públicas con mayor influencia en la región como Corpamag, la Gobernación del Magdalena, Invemar, Parques Nacionales y Administraciones Municipales son las que menos confianza le generan a los lugareños porque, en su mayoría, no sienten que los hayan tenido en cuenta», advierte Vilardy.

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Aquellos imágenes del desastre ambiental en la Ciénaga Grande que se tomaron las páginas de los periódicos a inicios de este año, son mucho más que fotos. Detrás de ellas se esconde la incertidumbre con la que viven cientos de familias que han visto escasear el agua y morir sus peces durante los últimos años; los mismos que se sienten olvidados y que han sido víctimas de la violencia del país. Esas imágenes son las mismas que, un año después, se resisten al olvido hasta que un sitio Ramsar sea tratado como tal.

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