Hay un germen que está creciendo más rápidamente en el mundo que el coronavirus, una reedición de lo que se vivió a comienzos del siglo XX y que configuró las condiciones que llevaron al ascenso del nazismo en Alemania, en un ambiente marcado por una fuerte discriminación. Colombia, a pesar de ser un país de mestizos por la combinación de razas de muchos orígenes, puede convertirse en uno de los epicentros de la xenofobia contra los venezolanos.

Por: RicardoGonDuq
En Twitter: @RicardoGonDuq
“Fuera venezolanos ruidozos” (sic) se lee por estos días en un horroroso muro pintado en la Avenida Caracas con calle 72 en Bogotá, en el que lo menos feo es el error ortográfico. El bombardeo de tres hechos noticiosos que se entrelazan: la llegada masiva de venezolanos, el creciente desempleo acompañado de precarización laboral y la percepción de inseguridad disparada por realidades pero también por cámaras amplificadas en los noticiero que prenden las alarmas, ha sido un cóctel explosivo para estallar el desprecio contra los ciudadanos que huyen del régimen de Maduro.
El aumento desmesurado de la llegada de venezolanos en un 387% desde 2016 ha traído además una modificación en los migrantes que cruzan la frontera, generalmente de forma irregular. El informe ‘Migrantes en Colombia: integración sin discriminación’ del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, que está a punto de ser publicado, da un crudo pero realista diagnóstico sobre los nuevos extranjeros que han llegado el país. “Una migración que es menos calificada, que requiere protección internacional y asistencia humanitaria, presenta altos niveles de irregularidad y un gradual deterioro físico, psicosocial y económico. Un perfil que llama la atención mediática y genera alarma social”.
La aporofobia termina siendo el problema raíz que está empezando a evidenciarse en Colombia, según concluye el estudio. El migrante por su condición económica termina reducido a dos clasificaciones sociales alimentadas por el imaginario colectivo: el deseable (como los petroleros que llegaron al país a comienzo de siglo, recibido con aplausos) y el indeseable (el que pide dinero en los semáforos con uno, dos o tres niños a su lado, mirado con desdén y desconfianza).
Otros hechos documentados en este blog como las amenazas a quienes empleen a venezolanos, los avisos en los que no se contrata o no se les arrienda vivienda a ellos y hasta la recolección de firmas para que las empresas limiten el porcentaje de extranjeros que llevan a sus nóminas, han sido las primeras muestras de un chovinismo trasnochado y una xenofobia que empieza a exacerbarse en Colombia.
En esta coyuntura, ya hay líderes políticos que empiezan a leer con mucha atención estas realidades en el país, pensando en las campañas electorales futuras. “Hay que poner límites a la migración. Ya basta” fue el mensaje en Twitter de la senadora del Centro Democrático, María Fernanda Cabal, al comentar el ataque que un comerciante de Barranquilla sufrió a manos de un grupo de venezolanos. Una frase que tiene implícita la simpatía que la congresista siente por organizaciones políticas como Vox de España, partido político que configura con otros nacionalistas de Europa, la llamada “franquicia antimigración” para ponerle freno a la llegada de extranjeros.
De momento y previo a que surjan estos discursos nacionalistas, populistas y xenófobos, los colombianos del común –pero también el Gobierno– siguen encontrando en los venezolanos la excusa y explicación perfecta para los dos males que enfrentamos: el desempleo y la inseguridad, que afectan el día a día, nuestra realidad inmediata, más allá de los graves problemas por la corrupción, la calidad de la salud o el acceso a la educación que resultan minimizados.
El país no se puede dejar distraer en estas excusas y debe exigirle al Gobierno soluciones a los problemas, que no pasen por un juicio de responsabilidades contra los migrantes que podría atizar un conflicto con consecuencias que no imaginamos. La marginalización solo genera delincuencia e incluso terrorismo, o si no que lo digan los europeos que lo han padecido.
Por eso es conveniente que el presidente Duque tome acciones contra la discriminación contra esta población, aún cuando algunos en su partido, el Centro Democrático, estén pensando en una “reingeniería” que los lleve a ser el Vox colombiano. Las actuaciones pasan, como sugiere el informe de la Universidad del Rosario por “campañas multinivel que combatan la xenofobia y la discriminación, evitando la construcción de imaginarios negativos hacia los migrantes, el pánico colectivo, la criminalización y la deshumanización.”
UN PUNTO DE GIRO: Son ridículos los que le han dado eco a los informes de prensa que insisten que la movilización ciudadana de noviembre pasado en Colombia estuvo alentada por agentes externos: Rusia, Cuba y Venezuela. Quizá ellos pescaron en río revuelto, pero la cacerola espontánea de mis vecinos y sus vecinos no estuvo paga por ninguno de estos países. ¡Que se dejen de cuentos!