Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

¡ Una nueva revolución ! ¿No la ve?

 

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La empresa UBER ha permitido que miles (o millones) de personas con autos particulares presten el servicio de transporte, quitando igual número de clientes a las empresas tradicionales de taxi. La competencia de los taxis no es una empresa física, es una aplicación informática.

Una persona con una simple conexión a Internet puede ofrecer al mundo entero la capacidad de hospedaje en un apartamento o casa de su propiedad, haciendo fuerte mella a la empresa hotelera. Hay una conmoción global en el sector turístico por esta causa.

Las noticias las vemos más rápido y mejor con fuentes directas en Twitter antes que en cualquier medio noticioso, escrito, radio o TV. Twitter es gratis mientras que los medios tienen (o tenían) cientos o miles de empleados. Cada año decenas de periódicos cierran y las plantas de empleados de medios (y los salarios), decrecen.

Los bancos, creados como fortalezas medievales para cuidar el oro y los preciados billetes ya no son necesarios. Podemos mover el dinero entre cuentas desde la comodidad de nuestra casa y pagar todo (desde un taxi hasta una hamburguesa) con dinero electrónico. Virtualmente, yo puedo ir con un millón de dólares en mi celular y pagar o comprar desde allí con prácticamente cero riesgo. Tanto los bancos como las empresas que transportan valores deberían estar en una crisis de nervios.

El que una persona pudiera comprar el último disco de moda y “compartirlo” en la red sin esperar nada a cambio (el famoso P2P de person to person) acabó con el reinado de los costosos discos compactos y puso a los músicos únicamente a vivir de sus conciertos. Los teatros están cada vez más vacíos y hay más películas que se ven en casa.

Finalmente, una nueva revolución industrial ha aparecido ante nuestros ojos.

Nos está sucediendo y poco nos hemos dado cuenta. Es posible que la colaboración entre personas se extienda más allá de lo que hemos notado hasta ahora y surja una nueva economía. Es probable que otros grandes sectores de empresas empiecen a colapsar por los servicios prestados entre personas, cada vez más híper conectadas. El hecho de que por la red pueda contactar y comprar exactamente lo que yo necesito sin necesidad de ir al monstruo monopolizado por dos o tres compañías es un cambio de modelo drástico.

El empleo no va ser (ni está siendo) el mismo de hace 20 años. Eso significa que dentro de muy poco tiempo lo que hoy se ven como grandes empresas serán desvencijadas construcciones sin mayor utilidad. Los jóvenes que hoy crecen y se capacitan cada día entran más en esa economía colaborativa que destruye y corroe los músculos de las grandes compañías (o visto de otro modo, los grandes monopolios). Eso explica la actual movilidad e inestabilidad laboral de nuestros muchachos(as) y sus deseos crecientes de independencia y emprendimiento. Ellos(as) están comprendiendo los cambios mejores que nosotros. Están participando directamente de la transformación, mientras los que pasan hoy de los 40 años siguen aferrados a sus sillas de escritorio y a sus oficinas cada vez más reducidas.

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Y es que con la capacidad de comunicación que existe hoy en día esas grandes moles de cemento y vidrio que hoy se llaman oficinas ya no se necesitan. En el peor de los casos son un activo demasiado caro, un asunto que empieza a ser un lujo innecesario.

Al empresario que se le ocurra desaparecer todas sus oficinas para dejar únicamente 3 salas de junta (y reunirse solamente cuando sea necesario), empezará a ser visionario, ahorrar dinero y prepararse para el futuro.

Los que estén trabajando hoy en oficinas físicas probablemente no alcance a ver como se derrumba su imperio para ver sus cascarones convertidos en edificios de apartamentos.

Y es que hay vida más allá de la oficina, incluso más que dentro de ella. No solo hay vida. Pululan nuevas formas de trabajo y de economía que cada vez ganan más espacio.

Una nueva forma de trabajo, nacida hace mucho años, empieza a ganar la batalla. Asistimos, en vivo y en directo, sucediendo en este momento, al declive del trabajo tal y como lo conocimos.

¿Quién iba a pensar que un modelo que (supuestamente) solamente democratizaba la información iba a causar tal conmoción en el modelo económico y por ende, en toda la conformación social incluyendo el trabajo?

El momento de cambio llegó. Ya es evidente y bastante avanzado. Si no lo vemos es por el mecanismo cerebral que nos hace percibir sólo lo que tenemos familiarizado.

Para quienes ya lo advierten, el balcón es de nervios. Los jóvenes tienen su destino entre las manos. El mundo es de ellos, más que de lo que fue para nuestra generación.

Ojalá el cambio sea para bien.

Confiemos en la inteligencia y buen juicio de quienes están creciendo hoy.

Ramón Chaux

Psicólogo Organizacional Freelance

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