Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

10 trampas caza-jefes (atrapa lideres y gerentes, también)

trampa

Los puestos de liderazgo están expuestos a peligros.

Llegar en la vida laboral a un puesto de liderazgo, se asume siempre como un éxito. Y lo es, pero normalmente nos preparamos para los nuevos retos pero no solemos pensar en los nuevos peligros…

Este escrito no quiere ser una trampa misma, así que seré muy breve y conciso para enumerar cada una de esas amenazas. Espero que su identificación y publicación en periódico, de la misma manera que una circular roja de interpol, permitan que usted los identifique y neutralice apenas le aparezca alguno de ellos por la puerta de oficina.

Amenaza 1: debo saberlo todo

Creer que siempre se debe tener una respuesta para todo, una solución, es el camino más corto para tomar malas decisiones. No hay nada de malo ni es señal de debilidad el consultar una problemática con los pares, con la propia gerencia o con un grupo ampliado. “Se está presentando X situación, necesito su visión antes de tomar una decisión” puede ser una buena forma de involucrar a otros. Además de obtener puntos de vista interesantes, ayudará a mejorar el clima laboral y de paso queda expuesta, brillantemente, su competencia de trabajo en equipo. En todo caso, recuerde que ser líder no significa que se las sabe todas. Si considera que nadie puede, ni debe definir los lineamientos de su área o departamento, está abonando la tierra para un reinado intenso, pero corto. A nadie le contratan por sabio (excepto unos pocos) y la opinión y la experiencia de los demás, son valiosas.

Por favor, no caiga usted en esta trampa que cuando ataca lleva al aquejado a tomar malas decisiones, y menos ahora que se la he identificado con huella dactilar y señales particulares…

Amenaza 2: delegar en base a lo que nos desagrada

Esta es una trampa hecha con miel dulce, que atrae hacia un mundo de mermelada sin trabajos que nos disgustan. Un líder cae en ésta trampa cuando delega en sus subordinados tareas que no le son agradables, sin medir sus consecuencias. Delegar en un subordinado esa tediosa respuesta a auditoría de varias páginas puede ser una mortal amenaza. Uno de los peligros más hermosos y atrayentes de ser jefe o gerente es delegar tareas que nos desagradan. ¡Gran peligro! Hay tareas que se necesita asumir personalmente aun cuando tengan cara fea. Cuando un capitán de barco debe bajar al caluroso y oscuro cuarto de máquinas debe hacerlo; si no lo hace actuará según lo que le cuente su segundo y eso no en todos los casos es bueno.

Por favor identifique bien el rostro de esta amenaza, saque su cámara y tómele una foto para que no caiga en ella. El trabajo nunca será un universo de mermelada donde por ser líder puede hacerle curvas a las responsabilidades poco gratas.

Amenaza 3: la decepción de la primera experiencia

Un fracaso con un procedimiento o un error de un empleado no los hace malos para siempre. Recuerde que no todo es bueno para todas las situaciones, en todas las circunstancias. Perder la fe en un empleado(a) por un error es privarse de una eventual valiosa herramienta para otras necesidades futuras. Los propios jefes no son infalibles, así que no desechen personas, procesos o proveedores por una falla. Permitir (se) la falla es humano y es parte de la gerencia de recursos. Aun las máquinas más precisas tienen un margen de tolerancia. Quienes caen en esta trampa miden a todo lo que les rodea bajo la medida de la “excelencia”, y esto puede ser costoso en términos de clima y en el uso eficiente de todos los recursos.

Para muchos(a) a quienes usted coloque esa tarea estratégica será su primera vez. Un error, o incluso muchos errores en ese menester no le descartan para siempre. (Curiosamente esta trampa acecha también a las parejas…)

Amenaza 4: quienes me rodean, me quieren

El poder tiene un componente social que atrae. Desafortunadamente no siempre con buenos objetivos. Quienes se acercan a los jefes sonrientes, afectuosos y cercanos, no son necesariamente más leales que los lejanos y fríos. Durante muchos años de mi experiencia en organizaciones vi muchos casos de personas cercanas a los líderes, pero con intereses particulares, que no dudan en usar cualquier debilidad para ganar indulgencias con errores ajenos. La fidelidad no se mide por sonrisas, por diminutivos o por frecuencia de visitas a su despacho. Sea lo más neutral con los quienes le rodean cálidamente así como con quienes no son tan amorosos. Cuando de privilegios se trate, irrádielos por igual en ambos grupos. En uno u otro caso, sea cauto con lo que expresa y con lo que debe mantenerse en su esfera personal. Recuerde en la historia como muchos de los líderes mundiales cayeron por personas de su círculo más cercano.

Amenaza 5: sólo me reúno con mi staff de gerencia.

No haga grupos primarios solo con sus colaboradores de primer nivel. Cuando tenga una decisión gerencial, tómese el tiempo de reunir empleados de base. Se sorprenderá de la sabiduría y nuevos elementos que pueden aportarle estos empleados. No sería mal hacer una reunión semanal con staff gerencial y una quincenal con colaboradores de base. Esto le ayudará a tener una mejor visión, un mejor horizonte y una visión global de la empresa. Quien se acompaña sólo de generales para saber que pasa en la batalla es presa fácil de sus mentiras. Una versión más real se la darán los soldados de a pie, en el frente de batalla.

Amenaza 6: acepto todos los retos que me imponen mis superiores

Esta amenaza tiene como origen mi propia experiencia. Vi jefes caer mortalmente heridos porque aceptaron metas más allá de toda lógica. Aceptaron la gerencia de dos o tres divisiones y negocios diferentes “interinamente” y se esforzaron tanto que la interinidad pasó de varios meses. El precio lo pagaron con sus propios cuerpos (literalmente) o bien acusados de mala administración o de ser inferiores a sus metas. Su único pecado fue aceptar más puntos porcentuales en la meta o admitir el liderazgo de esos cinco negocios diferentes que se funden en uno sólo. Aunque los unan una firma y un simple cambio en el organigrama, siguen siendo 5 frentes de batalla. Donde había antes 5 caciques ahora queda sólo uno. Saber medir con exactitud la inmensidad de una responsabilidad y recibirla como un elogio, cuando en realidad es un regalo envenenado, forma parte de las amenazas con mermelada: “te aumento tu poder y tu salario, pero asumirás la gerencia de estos 5 departamentos…” (Y el incauto en su felicidad no percibe que los factores de riesgo- para su salud física y laboral-se multiplican exponencialmente).

Lamento decirles que esta amenaza tiene el poder de, a pesar de tenerla plenamente identificada, pasar desapercibida aun cuando se ponga de frente a su víctima. Su efecto venenoso viene con un potente amnésico que hace decir a la víctima “yo puedo”, y un engañoso sentimiento de agradecimiento sacudirá al inmolado, indefenso, antes de sucumbir.

Amenaza 7: tomo decisiones importantes en la noche, después de 10 horas de trabajo

Tome sus mejores decisiones temprano en la mañana. No envíe correos sobre temas críticos tarde en la noche, cansado y con problemas encima.

Cuando esté acosado(a) por un tema candente y deba pronunciarse, espere siempre a hacerlo a primera hora de la mañana siguiente. Al comenzar el día, después de que el sueño ha reparado y ha mejorado los niveles de sustancias agradables para las neuronas, las decisiones se toman más inteligentes, con más sabiduría.

Las peores decisiones se toman en la noche, en medio de un problema. Nuestro cerebro se cansa, se irrita. La mejor decisión que puede tomar es ir a casa, olvidar el asunto y retomarlo a primera hora de la mañana. Quienes hagan el ejercicio, notará como el panorama oscuro y tenebroso del final del día lucen más claro y accesible en la mañana.

Amenaza 8: soy líder, todo lo puedo, todo lo tengo

Cuando andamos mucho tiempo en una zona de peligro, nuestro cerebro se adapta, hasta que dejamos de percibir ese riesgo o dejamos de tomar medidas ante el mismo, haciéndonos más vulnerables. Los líderes frecuentemente olvidan que su ciclo de vida en la organización es – en promedio- notablemente más bajo que los empleados medios y bajos. Un líder que sobrepase la antigüedad de cinco años puede considerarse afortunado de traspasar la media de antigüedad. Así las cosas, el ser jefe o gerente nos hace más vulnerables a quedar sin empleo. Es por eso que quienes están más alto en la escala jerárquica deben tener más claro su plan B. Mientras estén empleados, no desechen sus contactos de redes sociales profesionales, no descuide su hoja de vida. Cada que un jefe va a salir, normalmente hay unas señales algunos meses antes. Se necesita pericia para conocer esta amenaza y empezar a prepararse antes de quedar atrapado en las fuertes tenazas de la trampa del desempleo.

Amenaza 9: un mosquito no pone en peligro mi vida

Un mosquito (no infectado) no pone en peligro mi vida, pero cuando son cientos o miles hacen tan insoportable a existencia, que si no se ponen correctivos, terminaran matándonos.

En nuestra vida gerencial, esta amenaza no son mosquitos sino las pequeñas tareas del día a día. Las llamadas telefónicas, la lectura de correos, las visitas innecesarias a nuestra oficina se convierten, cuando permitimos que sean demasiadas, en amenazas para nuestros objetivos estratégicos. Muchos jefes han sucumbido a esta muerte lenta en las que virtualmente las pequeñeces del día a día han engullido vilmente su accionar estratégico. Una buena precaución es colocar horarios para estas actividades (recibo de visitas, lectura y respuesta de correos, entre otros).

Amenaza 10: los horarios y la vida personal

Es perfectamente legal y moralmente aceptable que el capitán del barco sea el último en abandonar en caso de una catástrofe. Está bien que los jefes y líderes, en momentos de crisis, deben dar de más en dedicación. Pero, ¿Por qué los jefes no salen siempre puntuales a la hora indicada como final de la jornada? Existe un consenso moral o a fuerza de costumbre que por ser jefe no se debe salir puntual, sino más tarde que todos en la oficina. Encima de eso, no son pocas las veces que se lleva responsabilidades a casa y trabaja los fines de semana. Durante las vacaciones mantiene comunicación y continúa solucionando desde la playa, asuntos de oficina. Tarde o temprano el cuerpo, gritando ulceras o vociferando infartos dirá que ese estilo de vida no le gusta. Tal vez antes que el corazón y el estómago, la pareja también habrá dicho que no lo soporta.

¿Por qué los jefes no salen puntuales de su oficina ni son capaces de abandonar por completo los asuntos de oficina en su hogar?

Finalmente, los jefes son quienes más poder de decisión tienen a la hora de definir un candidato para una vacante, pero son el sector más renuente a asumir la entrevista por competencias. Con su respeto, permítanme una sugerencia para ello AQUÍ.

 

¡Hasta pronto!

 

 

Ramón Chaux

Psicólogo Organizacional

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