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Publicado el Alberto Donadio

¿Por qué delinquen los de cuello blanco?

¿Por qué delinquen los de cuello blanco?

Un estudio de un profesor de la Universidad de Harvard revela que los delincuentes de cuello blanco no actúan premeditadamente sino que lo hacen de manera casual, sin pensarlo ni reflexionar. No hay un plan siniestro anterior a la estafa o a otro delito similar.

El profesor Eugene Soltes de la escuela de negocios de Harvard estuvo en contacto a lo largo de varios años con los protagonistas de varios sonados fraudes y escándalos financieros y empresariales cometidos en los Estados Unidos en los últimos 15 años para indagar por qué ejecutivos con mucho poder, fama y dinero violaron el Código Penal. Algunos están pagando su condena, mientras otros ya salieron de la cárcel.

El libro del profesor Soltes, Why They Do It, Por qué lo hicieron, que acaba de aparecer, examina la mente del criminal de cuello blanco.

El libro se ocupa de escándalos como Enron, Worldcom, Tyco, Madoff y Sanford.

La expresión «delito de cuello blanco» fue acuñada en 1939 por el sociólogo norteamericano Edwin Sutherland, pionero de los estudios sobre criminalidad empresarial.

Algunas de las conclusiones del profesor Soltes son estas:

1. Los delincuentes de cuello blanco no consideraron a fondo las consecuencias de sus actos. «Parecen haber tomado la decisión de cometer delitos con muy poca reflexión o sin pensarlo mucho. En muchos casos, es difícil afirmar que realmente hubo un momento, un instante, en que tomaron la decisión de cometer un delito». Se sentían invencibles, afirma el profesor Soltes.

2. No reflexionaron a fondo sobre las decisiones que tomaron porque realmente no creían que sus actos eran dañinos para ellos y para otras personas. «Para mí fue difícil entender por qué no pensaron en las consecuencias adversas y a veces extraordinarias de sus actos. Aun si no les importaba el bienestar de terceras personas, era inexplicable que no pensaran en el riesgo potencial que corrían su fortuna, su reputación y su familia. No fue que estos ejecutivos aceptaban el daño causado a otras personas y no les importaba, sino que ni siquiera se detuvieron a pensar que su conducta fuera nociva y aun devastadora para gente de carne y hueso.»

3. Aunque estafar a clientes de entidades financieras es equivalente a robarle la billetera a alguien, desde el punto de vista del que comete el delito hay una diferencia. El raponero se acerca a la víctima, se apodera físicamente de la billetera. En los delitos financieros y similares no hay ese contacto cercano. Los ejecutivos nunca se acercan a las víctimas, que permanecen distantes y son amorfas.

4. No es correcta la idea que tiene mucha gente en cuanto a que los ejecutivos que cometen delitos lo hacen de una manera fría y deliberada. «La mayor parte de los antiguos ejecutivos con los cuales hablé no negaban sus actos ilícitos, pero no lograban entender sus decisiones a la luz de la lógica».

5. En las filas de importantes delincuentes de cuello blanco brillan por su ausencia las mujeres. Las pocas que han sido condenadas fueron cómplices de conductas ideadas por ejecutivos hombres.

6. «Ninguno de los ex ejecutivos con los que hablé se consideraba un impostor o delincuente. Algunos reconocieron que habían cometido un delito, pero la persona que veían en el espejo era un individuo de éxito, ambicioso, un empresario. No creían que eran el tipo de personas que montan negocios fraudulentos y estafan a los demás».

7. Culpan a los demás. «Prácticamente todos los ex ejecutivos con los que hablé señalaban, es más, se quejaban, de que no eran ellos los verdaderos villanos, sino alguien más. No eran sus conductas las que fueron engañosas o destructivas, sus actos no fueron tan malos, comparados con lo que hicieron otros.»

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