Nemat Shafik renunció como presidente de la Universidad de Columbia para volver a Londres y dedicarse a colaborar con el ministro de exteriores británico en la promoción del desarrollo en países de varios continentes. Paetongtarn Shinawatra se retiró de la dirección de empresas de su familia, para dirigir el partido político de su dinastía, y pasó a ser primera ministra de Tailandia.

La trayectoria y la experiencia de una y otra son de índole nada similar. Los méritos para ocupar el nuevo destino son de diferente naturaleza. También es cosa aparte aquello que se pueda esperar de la tarea que cumplan en su nuevo destino. 

Cuando “Minouche” Shafik, como es llamada popularmente, fue designada el año pasado como presidente de Columbia, la junta directiva de la universidad consideró que era una líder que entendía no solamente la academia sino el mundo que la rodea. Consideración que apuntaba a responder a la urgencia de que los rectores universitarios no sean solamente administradores de una empresa académica, sino que tengan esa condición bicéfala que les permita mirar hacia adentro y hacia afuera de la institución.

Minouche reunía de sobra esas características. Venía de dirigir exitosamente por seis años The London School of Economics and Political Science. Había sido vicegobernadora del Banco de Inglaterra, secretaria permanente del Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido, la vicepresidente más joven del Banco Mundial, y directora gerente del Fondo Monetario Internacional.

A diferencia de Paetongtarn Shinawatra, hija del político más importante, aunque controvertido, de Tailandia, y tercer miembro de la familia que ocupa la jefatura del gobierno, Minouche nació en Alejandría, hija de educadores, latifundistas eso sí. Es musulmana. Cuando el gobierno egipcio nacionalizó las propiedades de su padre, fue a dar a los Estados Unidos, donde culminó estudios de economía en La Universidad de Massachussets en Amherst, de donde fue a The London School of Economics and Political Science para hacer su maestría y después a la Universidad de Oxford a hacer doctorado en filosofía y economía.

Las credenciales de Paetongtarn, budista, a quien llaman familiarmente “Ung Ing”, combinan factores entrelazados de las actividades económicas y políticas de su familia. Estudió ciencias políticas en la Universidad de Chulalongkorn, con énfasis en sociología y antropología, y luego, necesidad de familia obliga, administración hotelera en la Universidad de Surrey. Es, por disposición de su padre, la mayor accionista de la Fundación Thaicom, empresa social de la familia, que de manera paralela al partido político que él mismo fundó, promueve actividades orientadas al progreso económico de los sectores populares de la sociedad tailandesa, al tiempo que impulsa “la reducción del poder del Estado y el incremento del poder popular, como estrategia para la solución de la pobreza”, además de financiar acciones en favor de la salud pública y el avance de la tecnología en favor de la calidad de la vida cotidiana.

La trayectoria de Ung Ing ha dependido hasta ahora integralmente de la figura de su progenitor, Thaksin Shinawatra. Si no fuera por él, jamás habría llegado a la jefatura del gobierno. Thaksin, muy controvertido, es en todo caso una figura excepcional. Después de abandonar su ocupación como oficial de la policía, fundó con su esposa diferentes negocios, que dieron al principio resultados precarios, hasta que se montó en el de las comunicaciones y llegó a ser el mayor proveedor de servicios de telefonía de Tailandia y empresario de satélites especializados, bajo la sombrilla de su propia empresa, que más tarde vendió por una suma astronómica, reservándose negocios suficientemente lucrativos como para haber comprado, desde e exilio, el equipo británico Manchester City, que luego también vendió.

Fue primer ministro de Tailandia de 2001 a 2005, reelegido ese año y luego depuesto por un golpe de estado militar. Acusado de corrupción, dejó una estela novelesca de entradas y salidas, de negación de solicitudes de asilo, de oferta de ciudadanía por parte de países tan exóticos para un asiático como Nicaragua, y de asentamiento en Dubai, de donde regresó hace unos meses a Tailandia, para ir simbólicamente a la cárcel, poner a su hija como primera ministra y ser perdonado al día siguiente por el rey. Entretanto tuvo habilidad suficiente para que su hermana, Yingluck Shinawatra, fuera primera ministra de 2011 a 2014.

Orientada por su padre, Ung Ing se postuló en 2022 para la jefatura del partido Pheu Tai, el de la familia, y logró ser considerada la “candidata ideal” para postularse al cargo de primera ministra. Su partido obtuvo en las elecciones del 23 un segundo lugar, pero después de una feria de alianzas y jugarretas típicas de un sistema político lleno de “flexibilidades”, terminó por ser escogida por el parlamento como jefe del gobierno, dos días después de la destitución de su antecesora, Srettha Thavisin, de su mismo partido Pheu Thai, por parte de un tribunal. Sería muy ingenuo pensar que su tarea al frente del ejecutivo no tendrá nada que ver con el poder y la influencia de su padre.

Como los tránsitos por el poder no están exentos de dificultades, Minouche no se fue simplemente de la universidad, a los pocos meses, para trabajar con el gobierno británico. Su decisión estuvo afectada por la citación a rectoras de varias reconocidas universidades estadounidenses a comparecer ante el Congreso y responder por la forma como, ante las manifestaciones contra la Guerra de Gaza, cada universidad hubiera tratado cualquier referencia al holocausto de la Segunda Guerra Mundial y si se habían dejado brechas para expresiones de antisemitismo. De lo cual los congresistas pudieran obtener, en su lógica no académica sino política, si los intereses de los judíos y su integridad estuvieron debidamente protegidos. 

La presidente de Columbia terminó siendo criticada por todos lados: por los congresistas republicanos pues no les pareció suficiente su respuesta de corte académico que condicionaba la referencia del holocausto a una posición de investigación histórica. También lo fue por parte de los sectores afines a los palestinos por afectar su libertad de expresión y haber llamado a la policía a despejar de manera brutal el campus de la universidad. Ante lo cual ella misma decidió, súbitamente, dejar ese oficio, con toda esa discusión que no era propia, para volver a tomar su camino.  

Paetongtarn Shinawatra hasta ahora llega al escenario del gobierno y está por verse el éxito o el fracaso de su aventura política, después de que aparezcan los inevitables avatares del ejercicio del mando. 

Con credenciales y soportes distintos, Minouche y Ung Ing represetnan dos modalidades para escalar y transitar en el escabroso mundo del poder. La una en un tramo culminante de su carrera y la otra en su debut en los grandes escenarios, tienen todavía mucho que enseñar. 

En el caso de Minouche el destino continuará  dependiendo de su sólida trayectoria y podrá hacer lo que crea conveniente, como lo hizo al renunciar a Columbia para volver a Londres y ocuparse no sólo de ayudar a la Agencia para el Desarrollo Internacional sino ocupar de nuevo su curul en la Cámara de los Lores, de la cual es titular por méritos indiscutibles. Mientras que el destino de Ung Ing depende de una combinación entre la voluntad de su padre, como jefe de la dinastía familiar, y el aguante que tenga el pueblo de Tailandia ante la calidad en ejercicio del poder, con el recurso supremo de dejar ese oficio y volver a su condición de empresaria, que también heredó.

Avatar de Eduardo Barajas Sandoval

Comparte tu opinión

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 EstrellasLoading…


Todos los Blogueros

Los editores de los blogs son los únicos responsables por las opiniones, contenidos, y en general por todas las entradas de información que deposite en el mismo. Elespectador.com no se hará responsable de ninguna acción legal producto de un mal uso de los espacios ofrecidos. Si considera que el editor de un blog está poniendo un contenido que represente un abuso, contáctenos.