—Es que quería saber cómo era hacer algo malo a propósito —dijo Julia sin dirigirse a nadie en particular.
—¡Vaya respuesta peregrina! —dijo su madre.
Las gestiones continuaron, “Firme acá”. “Hay que esperar para hablar con Extranjería”. “No sabemos si habrá deportación”.
—¿Deportación y sello en el pasaporte por haberse robado un pintalabios?
—Sí, señora, según las leyes de este país bien puede ser. Ella es mayor de edad y cometió un delito.
—Julia, internamente nerviosa pero confiada en las gestiones de sus atribulados padres, solo podía pensar una cosa: “¿Qué diablos es una respuesta peregrina?”