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Las 8 estrategias. Segunda parte

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Por: Jerónimo Carranza Bares

  1. Rechazo a la modernidad o irracionalismo: El Mesías rebautizado.

Un imperio tropical basado en la esclavitud y con una corte europea disuelta en 1889 hacen del irracionalismo algo menos que extravagante en la vida cotidiana.

Tanto la Iglesia católica como el discurso evangélico con el que se lava la cabeza el señor presidente han limitado la revolución cultural del movimiento Antropofagia, nacido en la Semana del Arte de 1922 para expresar valores caníbales del Brasil.

Antropofagia conformaría una estética hegemónica de la sociedad multicultural de origen africano y tupí que se recrea en expresiones modernas de las tradiciones reprimidas y compartidas, como estudió con precisión el antropólogo Gilberto Freyre en Casa Grande e Cenzala, donde analiza la convivencia de la hacienda productora de caña.

División entre el Sertón seco que colinda con la región amazónica y los estados del sur, de ciudades industriales y fértiles extensiones ganaderas, las diferencias geográficas y sociales exacerban la connotación religiosa que reina en el imaginario brasileño, donde coexisten los cultos de la nueva era junto a elementos ortodoxos de la irracionalidad judeocristiana, sumando a ella la de la comunidad musulmana en democrática y positiva coexistencia con las religiosidades de Japón, Siria, Italia, España, Alemania.

El resultado de las elecciones de 2018 demuestra la ecuación sencilla de que el fascismo puede ser popular y concebido como una realidad posmoderna, irracional, y sanamente peligrosa.

  1. Culto de la acción: Brasil le rinde culto a la aventura

Gracias a su extensión y riquezas, Brasil siempre se ha considerado una fantasía edénica, tal como lo describiera el escritor Sergio Buarque De Hollanda en su obra Visión del Paraíso (1959), idea que rescatara con sarcasmo el mariscal Charles de Gaulle: “Brasil es el país del futuro y siempre lo será”.

La fantástica teoría de la tierra prometida procede del imaginario que cultivaron los exploradores portugueses del Siglo XV, sueño que se remonta a la leyenda de Enrique el Navegante en su búsqueda de San Sebastián, un anhelo coronado con la conquista de las costas de África y el norte brasileño, donde instalaron factorías y plantaciones de azúcar en las enormes capitanías de Pernambuco y Bahía.

Las élites portuguesas sostuvieron la esclavitud cuando esta condición había sido abolida en el mundo y extendiendo su uso a los indígenas sometidos en las caucherías en el siglo XX. Hoy se halla en los ranchos ganaderos, las plantaciones de soya y toda la frontera agraria.

Una atribución de poder absoluto, la tara historicista podría explicar la razón por la cual las élites conciben el las armas como un uso legítimo.  La inclinación por las dictaduras ha sido una realización moderna de ese predicamento. 

  1. Sincretismo acrítico: La imagen de Bolsonaro

El sincretismo es marca registrada de Brasil. Siendo criticados los movimientos modernistas desde diversos ángulos, como ocurrió con Antropofagia, la expresión más precisa del contraste intenso y voluptuoso es el arte barroco de Minas Gerais, que deslumbra en la opulencia de la feraz capitanía que llegó a explotar la mayor cantidad de oro en el Siglo XVIII, o por el talante de los republicanos que impusieron a un Dios agnóstico en la cúspide de la razón positivista.

Edificada en la década de 1950, la materialización actual del sincretismo se halla en Brasilia, la capital construida en medio de la altiplanicie del estado Goias para abrir las planicies ácidas del Oeste a la presión demográfica de costa. Se vive en una segregación social diseñada por el arquitecto comunista Oscar Niemeyer.

Este modelo identitario es muy dúctil en un país que oculta las grandes carencias que no se superaron con los avances de la era socialdemócrata del PT entre 2003 y 2016. Una sociedad en alta tensión, la falta de voluntad para hacer reformas estructurales ha conducido a la era Bolsonaro. 

  1. Reclamo de Consenso: Deus acima de tudo

En uno de los países más grandes del mundo, el consenso es imposible más allá de la actividad de un cuerpo de funcionarios que desde la época colonial goza de reputación, sumando en sus filas a las órdenes religiosas dedicadas a la evangelización.

El Estado federal de Brasil es integrado por una burocracia que hace el ingreso a la función pública a través de mecanismos de selección, y tienen amplias facultades. En cuanto a la policía brasileña, está configurada en la dinámica del delito y su acción es temida como la de la delincuencia.

Con armamento de guerra, en el lenguaje verbal y físico refuerza el control social a usanza del otro gigante federal, los Estados Unidos de América.

Pero el efectismo armamentista del discurso de Bolzo es inútil al provenir de un individuo con acusaciones de paramilitarismo y que podría sostener con dificultad un gobierno comprometido en el crimen y el fracaso económico. 

  1. Frustración: Alemania 7 – Brasil bajo cero

La población brasileña es de las que más tributa en el mundo y la que más gasta en cosméticos, mientras que la explotación de la riqueza es financiada por China, a cambio del producto de:

-La actividad petrolera de la empresa nacional Petrobras, con la explotación de yacimientos en la franja del litoral y otros en el exterior, con alrededor de seiscientos mil barriles al día.

– Monocultivos, en particular la siembra de la soya que asola las planicies del Mato Grosso; también destaca el incremento de la caña de azúcar para el etanol, combustible derivado de la diversificación del “oro negro”.

-Las empresas mineras, encabezadas por el gigante multinacional de Vale do Rio Doce, de Minas Gerais.

-La producción automovilística para el mercado interno y del Mercosur –Argentina, Uruguay, Bolivia, Venezuela-

-La ingeniería de obras civiles, particularmente manejadas por el emporio Odebrecht, responsable de la construcción de represas, autopistas, puertos y sistemas de transporte, en Perú, Argentina, Ecuador, Panamá, Colombia, y demás países que se hunden en la economía latinoamericana.

-La fabricación de armas y aviones de guerra, como el famoso tucano, el aeroplano adquirido por la fuerza aérea colombiana.

-El aumento de la industria y el comercio, gracias al consumo interno elevado por políticas redistributivas, en especial el programa bolsa familia, que entregaba un excedente del salario en la forma de subsidios de alimentación.

-El negocio de la carne de los hermanos Bautista, los antropófagos multinacionales que están cambiando vacas por el milenario “pau Brasil”.

– El comercio ilegal de maderas, especies exóticas y oro.

La corrupción representada en el Senado se agudizó en el contexto de la bonanza de estas rentas durante los dos mandatos de Lula, úlcera que reventó con la crisis económica sobrevenida en los mandatos de Dilma Rouseff.

Esfumadas las riquezas fueron silenciados los reclamos del histórico Movimiento Sin Tierra y de los colectivos “sin techo”, familias desplazadas del campo y dentro de las ciudades.

En otro aspecto de esta frustración, el Mundial de fútbol de 2014 fue motivo de particular resentimiento, sabiendo que en 2011 el Senado aprobó una ley que daba vía libre a la contratación directa para la finalización de las obras.

La derrota de la anfitriona del Mundial de Fútbol en frente a Alemania, por un extraordinario marcador de 7 a 1, explica mejor la corrupción que la vapuleada de Dilma en las elecciones locales para la Asamblea de Minas Gerais.

La debacle mundialista ha sido un fenómeno claro junto a la pésima organización de los Olímpicos de Rio de Janeiro en 2016.

Capital del Estado de Minas Gerais, Belo Horizonte es la cuna de la presidenta Rousseff, destituida por el Senado en 2016 con un voto de Bolsonaro en homenaje al torturador del cual ella fue víctima en la cárcel. BH también fue el sitio del maracanazo en el estadio Minerao.

De la mitad del tamaño de Colombia, la economía de Minas es rica en minería y la producción agropecuaria que le permitió consolidar el régimen del café con leche a comienzos del Siglo XX. Alianza de la oligarquía paulista del café, con los dueños del hato de este estado interior, la coyunda dominó la política hasta 1934, cuando se dio la primera dictadura.

En la era neoliberal, el café y la ganadería han pasado a un segundo plano del sector productivo. El poder político de la agricultura se tiñe ante la dominación oligopólica y extractiva de la empresa Vale do Rio Doce, una de las mineras más poderosas del mundo y responsable de la mayor catástrofe ambiental de Brasil.

En el año de 2015 se rompió la represa Bento Rodrigues sobre la ciudad de Mariana y derramó su vertimiento tóxico sobre la cuenca del Río Doce. En enero de 2019 ocurrió otro fatal accidente en la represa de Brumadilho, construida con tóxicos fines.

Si el gobierno del PT cayó en la insidiosa corrupción al aliarse con firmas como Vale y Odebrecht, ó por promover a millonarios fraudulentos como Eike Batista –qepd-, la alianza proletaria con la burguesía es la cruz populista de Brasil que traiciona a su carismática figura confinada en una cárcel.

Preso por las reparaciones del baño de un apartamento que no era de su propiedad pero se le atribuye, Luíz Ignacio Da Silva es el líder obrero que nunca ha dejado de persistir en el cambio. Se lanzó a la presidencia en 1989 enfrentando al neoliberal Fernando Collor de Mello, siendo una de las contiendas más recordadas de la historia política brasileña.

Lula espera en la cárcel de Curitiba las acciones del juez Sergio Moro como ministro de justicia de Bolsonaro.

El PT también fue cuestionado en su momento por su agenda agresiva contra el medio amniente y por la incapacidad de llevar a cabo una reforma agraria radical, promesa incumplida al movimiento sin tierra –MST-.

La caída de la multinacional Odebrecht y sus dueños en la cárcel delatando cómplices en las filas estatales es notable que la candidatura del PT en figura de Fernando Haddad triunfara en la región más pobre del país, de donde es originario Lula, un trabajador nordestino sacrificado por la renuencia de las élites a la realización de las expectativas nacionales.

Los palacios de la era imperial, hoy de uso administrativo, viven del extrañamiento de un pasado vigente en Brasil.

  1. Nacionalismo: Verde-amarelo

La desgracia política, económica y social de su vecino le ha dado bríos a Bolsonaro para amenazar con una invasión militar a Venezuela.

Del mismo modo que en los primeros días de su mandato con la propuesta de ofrecerle a los EEUU la instalación de bases militares en su territorio, los generales en retiro liderados por el vicepresidente Hamilton Mourao ya le dijeron a Jair Mesías que no van para ninguna guerra, y menos ahora que llueve ceniza en las tardes de Sao Paulo.

Amenaza invadir Venezuela por la libertad sumando su corneta al toque contra el régimen bolivariano constituido por Chávez y sus aliados latinoamericanos.

El Mesías será crucificado tras ganar en franca lid de las elecciones presidenciales do “mais grande do mundo”. La propaganda t pretende hacerse grande a costillas del trastornado vecino caribeño.

  1. Moral cristiana: Evangélicos
  1. Heroísmo bélico: Historia
  2. Elitismo: Racismo
  3. Fatalismo: Decreto de armas
  4. Machismo belicista: Bolsonaro y las milicias.
  5. Populismo cualitativo: realidad virtual
  6. Nuevo lenguaje: Bolsominion

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