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La ruta del Expreso Rojo para alcanzar “la gloria Sudamericana”

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Foto: Archivo El Espectador

Por: Rafael Jaramillo Racines[1]

La tensión había llegado a su clímax cuando el brasileño Heber Lopes dio por terminado, después de 120 minutos más los adicionales de rigor, el partido entre Santa Fe y Huracán, correspondiente a la final de la Copa Sudamericana en su décima cuarta versión, aquella noche del 9 de diciembre  de 2015.

Pues aunque la ilusión seguía viva luego de dos “arduas batallas” frente a los “Quemeros”, tanto en Buenos Aires como en Bogotá, con empates a cero, manteniendo en suspenso la serie por el título de la Sudamericana, el corazón se preparaba para la tanda de los tiros libres desde el punto penal, instancia que se considera incierta debido a la cantidad de factores  que empiezan a marcar la suerte de los rivales enfrentados.

“El León” quedaba en manos del destino. De los avatares que brindan esos momentos fugaces que van determinando hacia donde se inclina la balanza. Ya “el Expreso Rojo” había sido víctima de esta ruleta rusa, como fue esa Merconorte cuando el equipo de Fernando “el Pecoso” Castro perdió en el año 99 con el América de Cali, en la misma instancia desde el punto de penal, en el mismo estadio Nemesio Camacho, en Bogotá. Era un triste recuerdo en la vieja generación de simpatizantes del cuadro albirrojo y acaso “un pasaje en blanco” para la nueva camada de hinchas que muy posiblemente no experimentaron tal momento doloroso. Sin embargo, la historia daba cuenta de ello

Omar Pérez, Luis Manuel Seijas y Leyvin Balanta marcaron el camino. Robinson Zapata pasó a la gloria, en su decidida actitud de no permitir que los cobradores de “El Globito” lograran el cometido de traspasar la línea de gol y así conquistar “la otra mitad de la gloria”.

Aquella pelota del “Pato” Toranzo que pega en el horizontal desató la euforia, el éxtasis de una hinchada que por primera vez saboreaba las mieles del triunfo en un torneo a nivel continental.

Es mucho lo que se puede enumerar de este momento cimero que respira la escuadra cardenal. Para empezar diríamos que hasta hace unas temporadas la institución pasaba por una de sus peores crisis en toda su historia, que la llevó casi al borde de la desaparición. Abrumada por las deudas y las pésimas administraciones, que a su vez impactaban en el rendimiento deportivo, hubo de someterse a la Ley 550, la famosa ley de quiebras, conocida también en carne propia por varios clubes del rentado profesional en el último tiempo. Apenas hasta el año 2013 Santa Fe se libera de la Ley de Quiebras, empezando a labrar su andadura institucional a base de patrocinios, premios y taquillas.

Con un superávit, a fines de 2012, de un millón seiscientos sesenta y seis mil cuatrocientos noventa dólares, unos tres mil millones de pesos, luego de cancelar todas sus obligaciones, la institución cardenal se consolidaría como sociedad anónima, procediendo a la emisión de acciones.

Junto a todo esto el Club Independiente Santa Fe llega a consolidar una política deportiva poniendo énfasis especial en los jugadores de la cantera, creando así sentido de pertenencia, de identidad por los colores albirrojos. Jugadores formados en la entraña de la institución cardenal, demostrando que es posible lograr proyectos sostenibles sin recurrir a voluminosas chequeras para acaparar los valores más cotizados del mercado futbolero. La experiencia de Santa Fe es un ejemplo de realismo y pragmatismo en el mejor de los sentidos.

Esta nueva época del cuadro cardenal la podemos marcar desde el año 2009 cuando se rompió una racha de 34 años sin ganar títulos oficiales, logrando la Copa Colombia de dicho año. Posteriormente, en 2010, en la Copa Sudamericana, es eliminado por el Atlético Mineiro de Brasil en octavos de final. Luego, en el 2011, llega a cuartos, perdiendo con Vélez Sarsfield. En el 2012 logra la séptima estrella al ganar el Torneo Apertura después de treinta y siete años de sequía en títulos de liga, bajo la conducción, del técnico Wilson Gutiérrez. Su racha ganadora se ratifica comenzando el 2013 cuando gana la Superliga en una serie de dos juegos frente a Millonarios. Juega la Copa Libertadores logrando llegar hasta semifinales, siendo eliminado por Olimpia de Paraguay.

En el 2014 vuelve a la Copa Libertadores, donde es eliminado en la fase de grupos. Logra el subtítulo en la Copa Postobón y se corona campeón por octava ocasión en la Liga II bajo la dirección del “Narigón” Gustavo Costas Makeira. Al ganar en enero de 2015 la Superliga nuevamente vuelve a clasificarse a la Copa Sudamericana, evento que se jugaría en el segundo semestre. De hecho ya había adquirido el derecho a jugar la Copa Libertadores por ser el campeón de la Liga II en el 2014. Internacional de Porto Alegre lo elimina en cuartos de final, no sin antes dejar en el camino a un histórico como Estudiantes de la Plata.

Llega entonces, en el segundo semestre de la temporada futbolística del 2015, a la disputa de “la otra mitad de la gloria” donde, después de setenta y cuatro años de existencia institucional adquiere el título de mayor importancia en su historia. Le cabe el honor, entonces, de ser el primer equipo colombiano en ganar la Copa Sudamericana.

Pero, ¿cuál ha sido la ruta que ha entroncado al “Expreso Rojo” en el logro de la primera Copa Sudamericana para el fútbol colombiano? Encontramos entonces cómo las ciudades de Loja, Montevideo, Guayaquil, Buenos Aires, Luque y, nuevamente, Buenos Aires configuraron el mapa de confrontaciones que trazó el fixture de competición para “El León” a lo largo de esta Copa Sudamericana en su décima cuarta versión.

Tuvo la suficiente jerarquía para vencer en Montevideo y Buenos Aires a Nacional e Independiente, clubes emblemáticos del Río de La Plata, el primero por 2-0 y el segundo por 1-0. Además empata en la serie final a cero goles con el cuadro de “El Globito”, Huracán de Parque Patricios, en el Tomás Adolfo Ducó, una de las instituciones más emblemáticas del fútbol argentino.

Empata en primera fase de visitante con el ecuatoriano Liga Deportiva Universitaria de Loja 0-0 y en octavos de final pierde 1-2 con Club Sport Emelec en el Estadio George Capwel de la ciudad de Guayaquil, marcador que revierte para clasificar en el partido de vuelta en Bogotá, venciendo a los “Eléctricos” por 1-0.

Sportivo Luqueño es el rival en semifinales ante el cual logra un importante empate a un gol, suficiente para ganar la serie por mayor número de goles como visitante.

Todo esto para un rendimiento general de doce partidos jugados, cuatro ganados, seis empatados, dos partidos perdidos, diez goles a favor y cinco goles en contra.

Es de destacar al técnico uruguayo Gerardo Pelusso como el gran estratega que supo calibrar un equipo que, en determinado momento, estuvo disputando tres torneos de forma paralela, cual más de gran importancia, vitales para los intereses de la institución albirroja.

Tuvo la suficiente claridad para priorizar y determinar el rumbo a tomar, acorde a las alternativas y posibilidades que brindaba la coyuntura deportiva. Llegó a la final de la Copa Águila, siendo superado por un Atlético Junior sediento de gloria, que por primera vez en su historia logra coronarse campeón de este evento.

En la Liga Águila II queda eliminado en cuartos de final frente al Atlético Junior por diferencia de goles, utilizando una formación alternativa, siempre reservando los mejores argumentos futbolísticos para el torneo internacional, el cual se consideró como el gran objetivo a cumplir en el calendario, precisamente en una temporada extenuante por el número de partidos que jugó “El León” atendiendo los diferentes frentes que exigía la competición. Justo es tener en cuenta la cifra de cuarenta partidos que jugó la escuadra cardenal desde el cinco de julio hasta el primer partido jugado con Huracán en el Tomás Adolfo Ducó, en Buenos Aires, el dos de diciembre, para la definición del título de la Sudamericana. Un trajín de juegos que no es fácil sobrellevar y ante lo cual el técnico Pelusso supo darle el manejo apropiado para llegar a  la gloria sudamericana.

¡Ganó Santa Fe! Orgullo del fútbol bogotano, una ciudad que es eminentemente futbolera en el historial del fútbol colombiano. Se ha recuperado el prestigio futbolístico de otras épocas. Las participaciones a nivel internacional han venido consolidando un proceso de inserción en las grandes ligas del fútbol suramericano –Copa Libertadores, Copa Sudamericana- teniendo como resultado este logro superior que hoy disfruta la hinchada albirroja.

Bogotá entonces se ratifica como meridiano del fútbol colombiano. La geografía del fútbol colombiano toca a la capital como fuerza importante en el movimiento futbolístico nacional.

Este fortalecimiento futbolístico está también sustentado en las grandes dinámicas económicas y sociales que se desarrollan en una ciudad que produce el 30% del producto interno bruto (PIB) del país. Una urbe que hace inmensos esfuerzos por superar las desigualdades y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Variables como nivel de ingreso, capacidad adquisitiva, seguridad, muestran un cuadro propicio para que el fútbol de alta competencia tenga un desarrollo acorde a las dinámicas que se desenvuelven en la ciudad. El merchandising en toda su plenitud.

Este nuevo momento de la escuadra cardenal abre un nuevo panorama. Se viene el fútbol de alto nivel. Es el pasaporte a la ilusión, a la oportunidad para ver a los grandes del continente a través de las grandes competiciones. Vienen entonces la Copa Libertadores, nuevamente la Sudamericana, la Recopa con River Plate. Además Santa Fe tiene en su bitácora competitiva la Suruga Bank con el Kashima Anthers y un torneo amistoso, la Florida Cup con el Bayer Leverkusen y el Fort Lauderdale Strikers. Es otro aroma, otro bouquet. Todo este momento que vive el fútbol bogotano pone en boca de todos sus hinchas la siguiente pregunta: ¿Es este Santa Fe el mejor de toda su historia deportiva?

 


[1] Sociólogo UN. Historiador e investigador del deporte.

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