Esta película nos enseña que no todos los políticos son nuestros amigos.
Esta película nos enseña que no todos los políticos son nuestros amigos.
“Nuestra voluntad puede crear un nuevo país (…) uno donde seamos libres de la violencia y la guerra, en casa y en el extranjero, donde seamos libres de la pobreza y la discriminación, donde exista, al menos, el sentimiento de que estamos logrando progreso para cada ciudadano. Todos los que compartan esta visión, quienes han sido maltratados, abandonados, olvidados, ignorados o hechos a un lado, únanse a mí en este esfuerzo por reorganizar a la sociedad y poder recuperar nuestro destino”: Shirley Chisholm, congresista estadounidense.
La película “Shirley” (Netflix) es la historia sobre una valiente mujer afroamericana que sacudió los cimientos de la política norteamericana en los años 70, cuando siendo congresista buscó la nominación del Partido Demócrata para ser presidenta de los Estados Unidos. Es la película que deberían ver aquellos que odian la política y a los políticos.
Ver esta cinta con mirada reflexiva es como asistir a una cátedra sobre educación política, sin el lenguaje acartonado y confuso de los académicos. Lecciones simples pero contundentes para estos tiempos de desencanto y descontento.
De hecho, los políticos gringos no son muy distintos de los políticos nuestros. Gente buena junta –y a veces revuelta- con gente mezquina, porque al final un Congreso o un gobierno son el resumen humano de un país.
No podemos odiar la política porque si dejamos a los políticos hacer lo que les venga en gana, sufriremos las consecuencias. Los políticos se guían por el odio entre ellos para marcar territorio y, a veces, eso odio nos alcanza directamente a los ciudadanos, bien sea porque, expertos como son en el arte de la manipulación, deliberadamente nos ponen a pelear entre nosotros o porque, se agazapan en el poder que les otorgamos para oponerse a reformas que la sociedad necesita para avanzar.
Su voto, mi voto, nuestro voto, tiene un valor que ningún billete puede comprar, así ciertos políticos insistan en ponerle uno en el mercado negro de la compra y venta de conciencias. No podemos votar por el que diga Mengano o Zutana. Se llama cerebro, está más arriba del cuello, es nuestro y deberíamos usarlo.
¿Cuánto grado de suciedad hay en la política? ¿Y cuántas almas bienintencionadas se necesitan para depurarla?
—“Ahora sí les preocupa la justicia. Si el voto no les favorece alteran las reglas”: Shirley Chisholm.
(Responde su interlocutor): —Cuando se trabaja entre zorrillos no se puede quejar de la peste, y ahora todo hiede”.
No conozco una mejor definición de lo que es para muchos el ejercicio de la política. Creo que en Colombia sobran los ejemplos de ese hedor.
Lo cutre de la política, los tejemanejes tras bambalinas, la discriminación hacia quienes no forman parte del establecimiento, la palabra sin valor de los políticos… En eso se resume la lucha que debió librar Shirley Chisholm, quien murió de 80 años en 2005. Ella presentó más de 50 leyes a favor de los habitantes de barrios marginales, veteranos de guerra, inmigrantes, refugiados…
“Los hombres están tan acostumbrados a tener el control que la igualdad les parece un caos”: Shirley Chisholm.
Preguntémonos qué han hecho a conciencia por el país aquellos políticos a quienes defendemos encarnizadamente. Somos capaces de poner las manos en las brasas por gente a la que no conocemos, no nos conoce y tampoco le importamos. Por esos desconocidos somos capaces de volvernos gamines en las redes sociales. Pero, como en todo, hay honradas excepciones, afortunadamente.
“Sé lo que significa que alguien intente quitarte la vida. Estuve cerca del llamado de Dios”: Shirley Chisholm.
De los buenos políticos podemos aprender a ser empáticos.
—¿Por qué seguir con esto sola?, le dice su esposo.
—No estoy sola. Hay personas que han puesto lágrimas y sangre en lo que hacemos.
Bárbara Lee, miembro del Congreso de Estados Unidos, dijo: “Lo que Shirley Chisholm trató de hacer fue enseñarnos, no solo que debemos pelear por ayudar a la gente, sino que debemos pelear por cambiar esta locura”.
Shirley Chisholm también cuestionó a la prensa y el canal ABC fue obligado a incluirla en un debate:
“Lo que me ha mantenido en esta elección es que estoy dispuesta a participar en la batalla con todas las probabilidades en contra. La única razón por la que estoy aquí hoy es que no estoy dispuesta a aceptar la falta de igualdad impuesta por los supuestos medios liberales”. (…) “En lo que respecta a esta elección todas las voces deben ser oídas, no sólo algunas personas, si no todas las personas”: Shirley Chisholm.
La paz se hace con los enemigos, no con los amigos.
Nos corresponde a nosotros como electores identificar quién genuinamente es un buen político.
“Mi intención durante estos últimos siete meses ha sido recordarle al pueblo que la política en este país les pertenece. Jamás había querido con tanta fuerza y sin vacilar ser un catalizador para el cambio”.
Ojalá películas como ésta hagan que más gente quiera participar en política para garantizar el natural relevo generacional y que la vieja clase de barones y baronesas por fin se haga a un lado. Si ustedes no están cansados de ver los mismos rostros y los mismos apellidos en periódicos y noticieros, yo sí. Ellos merecen descansar y nosotros de ellos. Vean la película y si les gusta recomiéndenla.
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