La Izquierda colombiana necesita un o una outsider para ganar en 2026
¿Tienen Susana Muhamad y Juan David Correa el perrenque para enfrentarse a una carrera presidencial? ¿Inducen al presidente al error si elige a Gustavo Bolívar como su candidato? ¿Se impondrá el que diga Petro y unirá a la Izquierda o, por el contrario, causará una división prematura?
Juan David Correa y Susana Muhamad. Imágenes tomadas de las cuentas de X
Una Izquierda que puso miles de muertos para llegar donde ahora está merece enderezar su propio camino.
Si el candidato de la Izquierda se llama Gustavo Bolívar es casi seguro que el Progresismo perderá las llaves de la Casa de Nariño en 2026. No votaría por un libretista de televisión para presidente de Colombia, y eso que él me cae muy bien, pero, para mí como elector, eso no basta para un cargo tan complicado.
Con la sartén por el mango, el presidente Gustavo Petro no tiene, digo yo, ningún afán de elegir a su candidato o candidata antes de que lo hagan los demás partidos. Hacerlo anticipadamente, es otorgarle a la Derecha el oxígeno que necesita para comenzar la obvia campaña de descrédito que le sirva para impulsar sus propias candidaturas.
Más urgente que ungir al elegido, es poner orden en la casa. El presidente debería pararle bolas a la frase con que cierra el editorial del diario global El País (Crisis gubernamental en Colombia), del domingo 16 de febrero, afirmación que se presta además a interpretaciones: “Si el presidente no logra controlar la narrativa y encauzar su Administración con un equipo sólido y competente, la crisis política actual podría marcar el principio del fin de su mandato”.
En otras palabras, no atender los problemas graves de seguridad es dejar abierto el boquete para que la Derecha monte su campaña “salvadora”. Esa debería ser la tarea primordial del nuevo ministro de Defensa en los 18 meses que restan, independientemente de las reformas sociales que el presidente Petro quiere dejar como su gran legado. Es el momento de gobernar, no para complacer caprichos personales, si no con los ojos puestos en problemas que requieren soluciones de corto y cortísimo plazo porque ya el tiempo se agotó.
La suerte de la Izquierda, para bien o para mal, está hoy en manos del primer mandatario, que él sepa que no es poco lo que está en juego, aparte de que sigue en veremos la promesa de un Cambio real en materia de reformas sociales y costumbres políticas. Quienquiera que lo esté asesorando en asuntos electorales, lo estaría induciendo al error si cree que el gallito de pelea para las elecciones del 2026 se llama Gustavo Bolívar. El hecho de que el presidente no le haya aceptado la renuncia al DPS no significa nada por ahora.
A juzgar por los resultados de la encuesta Guarumo, están logrando el objetivo de situar la discusión entre una periodista (Vicky Dávila) y un libretista de televisión (Gustavo Bolívar), lo que forzosamente le abrirá el camino a una tercera figura capaz de contrarrestar la inexperiencia de ambos.
Esa figura se llama Claudia López, la camaleónica candidata del Centro, que tiene a su favor el haberse fogueado como alcaldesa de Bogotá, y la habilidad de saberse correr un poquito hacía la Derecha o un poquito hacia la Izquierda, según lo vea necesario. Si eso llega a ocurrir, se habrá cumplido el vaticinio de El Espectador:“Hay funcionarios del gobierno que temen que de no lograrse una candidatura de la Izquierda, el presidente termine apostándole a López”.
Según Guarumo, el 22,2% se considera políticamente de Izquierda, superando a los de Derecha (19,7%) y los de Centro (15,5%).
De la misma encuesta Guarumo, llama la atención un dato al que los medios (y quizás el propio presidente) no le han dado mayor relevancia: El 22,2% se considera políticamente de Izquierda, superando a los de Derecha (19,7%) y los de Centro (15,5%), en tanto que el 38,8% se considera ajeno a cualquier corriente política, que ese es el voto que todos los partidos necesitan conquistar.
Aquí hay de donde sumar y restar. De estas cuentas rápidas, surgen las posibilidades de Claudia López. Falta ver si este país machista le apuesta a una mujer y a una mujer abiertamente lesbiana, que en cualquier caso podría enfrentarse a Sergio Fajardo, quien podría ser, al final, el premio de consolación del Uribismo y el Centro Democrático, en caso de que los candidatos propios terminen opacados en medio del juicio penal en que está inmerso su máximo líder.
Con Dávila y Bolívar en el partidor, la encuesta de Guarumo parece más bien una trampa bien diseñada para que Bolívar y el propio presidente se crean el cuento de que el libretista tiene algún chance, cuando los votos que obtuvo para la alcaldía de Bogotá (571.591), apenas lo situaron en el tercer lugar, perdiendo frente a Carlos Fernando Galán (casi triplicó con 1.497.596 votos) y frente a Juan Daniel Oviedo, que obtuvo 614.233 votos.
Bolívar difícilmente podría conquistar el voto nacional sin primero consolidarse en una plaza tan definitiva como la capital. Es la misma razón por la que personajes como Juan Manuel Galán y Miguel Uribe la tendrán difícil como candidatos cachacos para irrumpir en la escena nacional. Están biches y las correrías no son suficientes, por más de que marquen, aunque poco, en las encuestas.
Solamente la figura de un outsider le permitiría a la Izquierda causar un tsunami en el ajedrez político, si la idea es repetir la apretada hazaña de 2022 en las presidenciales del 2026.
No hay que llamarse engaños pero tampoco dejarse meter los dedos en la boca. Este mes de marzo comienza la rebatiña. Si Bolívar quiere consolidarse, debe hacer una carrera donde muestre gestión y capacidad de liderazgo. Ser alguien con fama de buena persona y leal al presidente son virtudes insuficientes. El carisma también cuenta. Y, aquí entre nos, le vendría bien un corte el cabello, ¿cierto?
Con su figura envolvente, casi mesiánica, el presidente Gustavo Petro puso la vara demasiado alta, y ante eso solamente la figura de un outsider le permitiría a la Izquierda causar un tsunami en el ajedrez político, si la idea es repetir la apretada hazaña de 2022 en las presidenciales del 2026. El 30% de popularidad del gobierno Petro, siendo baja, representa una nada despreciable cantidad de votos endosables, que hoy supera la de cualquier precandidato.
¿Qué decir de las posibles aspiraciones de María José Pizarro, Carolina Corcho y Daniel Quintero? El favoritismo inducido que los tres acumulan en X (antes Twitter), no refleja necesariamente el país político, -menos el país apático-, que somos, pues la inmensa mayoría todavía habita indiferente por fuera de las redes sociales. A las candidaturas de los tres -Pizarro, Corcho y Quintero- tal vez les hagan falta varios hervores para tener chance de aquí a 2034; me atrevería a decir que un Iván Cepeda, un hombre ecuánime y decente, podría ser la sorpresa para 2030. Aun así, la Izquierda se está demorando en descubrir nuevos liderazgos y posicionarlos.
Volviendo al principio, según la foto actual, una competencia Dávila-Bolívar hará que pase lo que pasó con Rodolfo Hernández en 2022, que estuvo a nada de ser el presidente de la República, un voto no a favor de aquel, si no en contra de Gustavo Petro. La historia es cíclica no se nos olvide y la polarización se agudizará cuando arranque la campaña de verdad. No veo ninguna diferencia entre Vicky Dávila y Gustavo Bolívar. La prensa no se ha tomado en serio a ninguno de los dos. Si en algo se parecen es en la inexperiencia, aunque Bolívar le lleve una ligerísima ventaja a la protegida del Grupo Gilinski.
Se necesita alguien que sea competente y capaz, en respuesta a quienes critican a los que llegan a la presidencia para aprender a ser presidentes.
En todo caso, y con el debido respeto para ambos candidatos, no suena bien que el destino del país se defina entre una periodista sin experiencia y un libretista de televisión sin experiencia, que ese es un delicioso pastel que los detractores esperan con ansías para comérselos vivos a ambos. Se necesita alguien que sea competente y capaz, en respuesta a quienes critican a los que llegan a la presidencia para aprender a ser presidentes, como ocurrió con Iván Duque.
Con todo, uno esperaría que el presidente se tome su tiempo antes de hacer cualquier guiño; en todo caso, no antes que los demás partidos postulen sus candidaturas. Téngase en cuenta, además, que el Consejo Nacional Electoral (CNE) ya fijó fecha (26 de octubre) para que los partidos adelanten consultas populares, internas o interpartidistas para escoger candidato oficial.
Para avizorar lo que pueda pasar en adelante, debemos remitirnos al primer consejo de ministros televisado, que desembocó en la rebelión de los progres y la posterior renuncia de varios de ellos.
Aunque lamenté la salida de los ministros de Trabajo, Medio Ambiente, Cultura y Defensa, el país ha tenido tiempo de reflexionar sobre dos de ellos: Susana Muhamad, la exministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible y Juan David Correa, el exministro de las Culturas, las Artes y los Saberes.
Al empoderarse ella hablándole de frente al presidente, Muhamad empoderó a las mujeres colombianas, mostrando de qué están hechas cuando llegan a cargos de poder. Si bien Correa hizo Mutis por el foro en esa reunión de gabinete, desde antes de ser ministro, ya tenía ganado el respeto como escritor e intelectual.
Susana y Juan David son gente decente con una visión humanista de la política.
Los dos, Susana y Juan David, podrían ser el binomio ideal, sin historial de escándalos, con gestión demostrable y sensibilidad social y planetaria, virtudes que los políticos de hoy no conocen. En resumen, gente decente con una visión humanista de la política, donde las personas importan.
Sería la primera vez que un escritor e intelectual de izquierdas competiría por el cargo más importante de la nación, sin desconocer que en el pasado llegaron a la Presidencia de la República ilustres escritores –aunque los hubo no tan ilustres, claro-, pero la memoria colectiva ya no los recuerda.
Luego de leer la emotiva carta del exministro en Cambio, da tranquilidad saber que seguirá en la brega pública, porque cree “en este proceso de cambio del que sigo haciendo parte”.
Puede uno concluir que se le está abriendo una promisoria carrera política a Correa, lo cual celebro, pues significa un triunfo del pensamiento sobre la trivialización de la política.
¿Susana presidenta y Juan David vicepresidente?
¿Juan David presidente y Susana vicepresidenta?
Una Izquierda que puso miles de muertos para llegar donde ahora está merece enderezar su propio camino.
¿Qué opinan los intelectuales de este país? ¿Acaso son aquellos los outisders que necesita la Izquierda colombiana? Que me pellizquen los lectores si estoy soñando despierto, a veces se vale pensar con el corazón. ¡Tienen la palabra!
Alexander Velásquez
Escritor, periodista, columnista, analista de medios, bloguero, podcaster y agente de prensa. Bogotano, vinculado a los medios de comunicación durante 30 años. Ha escrito para importantes publicaciones de Colombia, entre ellas El Espectador, Semana (la antigua); El Tiempo y Kienyke. Ha sido coordinador del Premio Nacional de Periodismo CPB (ediciones 2021, 2022, 2023). Le gusta escribir sobre literatura, arte y cultura, cine, periodismo, estilos de vida saludable, política y actualidad. Autor de la novela “La mujer que debía morir el sábado por la tarde”. El nombre de este blog, Cura de reposo, se me ocurrió leyendo “La montaña mágica”, esa gran novela de Thomas Mann.
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