Claudia Forero, una escritora colombiana radicada en Londres, nos habla sobre el placer de leer y pertenecer a un club de lectura. Además, personas de su entorno literario nos transmiten sus experiencias en estos espacios. “Aquí encontré la forma colectiva de ejercer la lectura”, dice ella.
“Une tu voz a mi voz” es el club de lectura de “Bambo-leo”, en San José del Guaviare, la primera librería de la selva, que así figura en el directoriode librerías deColombia, de la Cámara Colombiana del Libro.
Hay maneras de amar, la lectura es una de ellas
Por Claudia Forero, escritora colombiana.
Leer puede parecer una actividad inaccesible, costosa, aburrida, asociable.
Para muchas personas todo esto puede ser una gran verdad. Sin embargo, transformable.
A veces, solo con modificar el entorno en donde se lee, puede generar cambios significativos. También las maneras de motivar la lectura, o el encontrar las circunstancias favorables para esa actividad, generan esos cambios.
En mi casa de infancia, siempre había libros, aun en los baños. Los libros tenían vida, hacían parte de nuestra cotidianidad, yacían en el sofá de la sala, en la mesita de noche de la alcoba, en el comedor. Eran unos seres vivos.
Papá fue en gran parte el propagador de ese ambiente y mamá abrió su casa a esa posibilidad.
Para nuestro progenitor acceder a un libro de niño le fue esquivo, pero siempre tuvo entre sus anhelos esa actividad que para entonces era una columna importantísima en la formación. El consolidó su vocación de lector con ElPeneca, una revista infantil chilena que se publicó regularmente entre 1908 y 1960. Él, la heredaba de un niño italiano de su misma edad y quien era nieto de la dueña del Palace. Salía de trabajar con chocolates en los bolsillos y con las historietas.
Encontró en la lectura mundos maravillosos y ese amor nos lo transmitió a nosotros, sus hijos.
Cuando pudo comprar su casa, construyó para nosotros una biblioteca, un sitio exquisito, sencillo, con paredes imitando la madera. Teníamos a Julio Verne, la enciclopedia Ilustrada Cumbre de cubiertas gruesas, rojas y negras con ribetes dorados; los clásicos rusos, los clásicos franceses, los autores criollos, García Márquez, los poetas latinoamericanos, literatura latinoamericana en general, libros de historia universal, de la Segunda Guerra Mundial. Y, de ñapa, Selecciones y Sputnik, contrastes bien curiosos como también libros en alemán (no lo hablábamos ni lo leíamos) y la colección de novelas Salvat.
Olía a libro, allí nos sentábamos con amigos. Había una lámpara de pie y unas poltronas maravillosas de colores fuertes, cómodas para leer, una mesita de centro roja y otra esquinera con una mata de begonia y un helecho al lado de la ventana.
La salita, como llamábamos ese preciado lugar, con su decoración singular con muebles de segunda y de tercera mano, fue el centro de nuestras vidas por muchos años. Papá siempre soñó con crear esta atmósfera para que nos deleitáramos leyendo.
Y lo hicimos
Claudia Forero, escritora y autora de la novela “El último Pas de Deux: una hija por una gota de vino”.
Ya esos son recuerdos de infancia. Hoy vivo en Londres, llevo más de 27 años en este país y he descubierto otras formas de continuar leyendo, de continuar descubriendo esos otros mundos y de fortalecer ese amor, aunque ya no en nuestra salita.
Aquí he encontrado la forma colectiva de ejercer la lectura. Yo lo he hecho a través de grupos de escritura, pero tengo muchos amigos que pertenecen a clubes de lectura cuyos orígenes datan aproximadamente de 1929, con The Book Society, considerado como el precursor de los modernos clubes de lectura.
Les pregunté a tres amigas sobre su experiencia en estos clubes.
Las tres coinciden en lo mismo. No se necesita sino tener el grupo, el lugar, el acceso a los libros y la reflexión sobre los mismos; es una actividad agradable, se asocia al colectivo, un café, una comida, la parte social que enriquece el ejercicio y, obviamente, una mente abierta a lecturas diferentes.
Algunos de estos clubes contemporáneos tienen una tradición de casi dos décadas o más. Otros, son más recientes, nacidos de una conversación en un bus, un parque y un buen número surgió durante la pandemia y se llevaron a cabo a través de Zoom.
Elizabeth Noonan
Nos reunimos más o menos cada seis semanas, normalmente en la misma casa de una amiga, pero también vamos a otras casas.
Hay ocho miembros, pero no todos vienen cada vez. Siempre hay al menos cinco personas.
Generalmente la persona que elige el libro lleva unas preguntas para discutir (las preguntas por lo general se encuentran en Internet). A veces, miramos una entrevista con el autor a través de YouTube o algún artículo de periódico o revista.
En nuestro club cualquier persona puede elegir el libro. Se hace por turnos; en otros clubes, a veces deciden doce lecturas por anticipado, es decir los libros para un año.
Las decisiones surgen de elecciones personales, recomendaciones o listas de periódicos, ganadores de premios, etcétera.
Elegimos el libro en rústico que es más barato. Trato de usar la biblioteca, pero también de vez en cuando compro un libro en una librería (para mí es importante mantener una librería en el pueblo).
La persona con las preguntas dirige la reunión. A veces hacemos un sondeo de mercado para comprobar la popularidad del libro antes de decidirnos. Consultamos algunas reseñas en Amazon u otro medio.
Los mejores libros son aquellos que la gente no ha disfrutado y son los que generan más discusión.
Ventajas: Te obliga a leer, a mí me hizo volver a leer. Además, te introduce a nuevos géneros y autores. Es una ocasión social, amable con amigos (depende de la casa hay vino, café, unas tapas o torta, etcétera).
Desventajas: Si se trata de una actividad regular, no hay mucho tiempo de leer tus propios libros (una amiga salió por esta razón).
Tienes que aceptar la variedad. En mi caso, en todos estos años en los que he asistido al club, solo ha habido un libro que me ha resultado difícil de terminar.
Lesley Cuff
Un grupo de amigos y yo creamos nuestro club de lectura durante la pandemia. Al principio era en línea, pero cuando se levantaron las restricciones, empezamos a reunirnos en persona.
Todos elegimos un libro por turnos y organizamos la noche del club de lectura. Quien elige el libro lo sugiere en nuestro grupo de WhatsApp para asegurarse de que ninguno de los demás lo haya leído ya. Fijamos una fecha para un par de meses más tarde, y nos turnamos para organizar la comida en casa de cada uno. Hablamos del libro durante una hora aproximadamente antes de comer y disfrutar del resto de la velada juntos.
Quien elige el libro prepara cinco o seis preguntas para que podamos centrarnos en ellas durante el debate. La conversación es menos vaga si hay que pensar en preguntas concretas, que normalmente se envían uno o dos días antes de la reunión para que tengamos tiempo de reflexionar. Las preguntas son fáciles de encontrar si buscas en Google el título del libro y «preguntas por club de lectura».
De hecho, ahora busco en Google al autor y veo vídeos cortos en los que habla de su libro y de por qué lo escribió, lo que te da una visión más profunda a la hora de leerlo.
Acabo de elegir el libro para nuestra próxima reunión en agosto, Expectation, de Anna Hope. Lo compré por 4 libras en Amazon, (un ejemplar nuevo es más caro). Solo yo y otro miembro del grupo hemos leído el libro físico, los demás tienen Kindle.
Desde que me uní al club de lectura, leo mucho más que antes y ya no me siento culpable por leer durante el día, ya que tiene un propósito. Si sabes que te van a hacer preguntas, tiendes a centrarte más en los personajes y la trama y es menos probable que «te pierdas» en la historia sin concentrarte realmente.
Pertenecer a un club de lectura tiene muchas ventajas. Es sociable, divertido e implica leer libros que no necesariamente elegirías por ti mismo, lo que te abre la mente a diferentes autores y géneros.
Aida Morales
Nos reunimos el primer martes del mes y lo hacemos en un pub. El grupo lleva funcionando 16 años y escogemos cada libro por rotación.
El tema es libre y la mayoría de las miembras son buenas lectoras.
Al ser tema libre se leen libros que no leemos usualmente. Es una forma muy agradable de socializar.
Se trata de escoger libros que haya en la biblioteca. La biblioteca tiene un servicio especial para los clubes de lectores. En nuestra zona hay más de 30 clubes de este tipo y se cuenta con el apoyo de la red de bibliotecas. Si ellos no tienen el libro, lo consiguen para apoyar estas iniciativas. Hay bastantes en Faversham y nos los prestan hasta por dos meses.
Una miembra del grupo solicita los libros al bibliotecario.
Dos o tres veces al año nos reunimos en un restaurante.
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Alexander Velásquez
Escritor, periodista, columnista, analista de medios, bloguero, podcaster y agente de prensa. Bogotano, vinculado a los medios de comunicación durante 30 años. Ha escrito para importantes publicaciones de Colombia, entre ellas El Espectador, Semana (la antigua); El Tiempo y Kienyke. Ha sido coordinador del Premio Nacional de Periodismo CPB (ediciones 2021, 2022, 2023). Le gusta escribir sobre literatura, arte y cultura, cine, periodismo, estilos de vida saludable, política y actualidad. Autor de la novela “La mujer que debía morir el sábado por la tarde”. El nombre de este blog, Cura de reposo, se me ocurrió leyendo “La montaña mágica”, esa gran novela de Thomas Mann.
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