Es posible que el mayor rival de la izquierda colombiana, de cara a las elecciones del 2026, esté a cinco horas y media de vuelo en avión, y no entre nosotros, ¿ok?
Es posible que el mayor rival de la izquierda colombiana, de cara a las elecciones del 2026, esté a cinco horas y media de vuelo en avión, y no entre nosotros, ¿ok?

El senador Iván Cepeda (de joven) con su padre, el periodista Manuel Cepeda, asesinado en Bogotá el 9 de agosto de 1994. Foto: cortesía Semanario Voz.
Casi tres millones de votos son una pésima noticia para quienes creían y siguen creyendo que Gustavo Petro está derrotado. Así que la izquierda colombiana sí tiene motivos para estar de plácemes. Les cerró literalmente la boca a quienes auguraban que la consulta del Pacto Histórico no llegaría ni al primer millón.
Algo habrá hecho bien el primer gobierno de izquierda, así sus detractores digan que no. Sin embargo, quedan cinco meses para que el presidente respalde con números ciertos su gestión.
Con todo, la voz de Petro cuenta y lo que diga Petro inclinará la balanza hacia donde él diga, para bien o para mal.
Además, no significa que esos casi tres millones sean los votos totales de la izquierda. Mucha gente no vota en consultas por física pereza, a sabiendas de que es una elección importante más no definitiva. Lo que quiero decir es que muchos dejaron que otros eligieran por ellos.
Ahora bien, en medio del festejo, hay que mantener los pies en la tierra. En primer lugar, se debería reforzar la seguridad del doctor Iván Cepeda ahora que es el candidato oficial de la izquierda colombiana. No olvidar que a su papá, el periodista y senador Manuel Cepeda, lo mataron en los años 90 por militar en la izquierda, dentro de esa ola de magnicidios y asesinatos que quiso borrar del mapa al partido Unión Patriótica.
No se deben echar en saco rotos las amenazas de la extrema derecha cuando cierto precandidato dijo que a la izquierda había que destriparla (cómo no creerle, si ya la destriparon en el pasado).
De hecho, la historia de los progresistas de este continente se ha escrito con sangre. Al ver el increíble parecido de Iván Cepeda con su padre, y a la vez el parecido físico de ambos con el presidente Salvador Allende, icono de la izquierda latinoamericana, sólo puedo recordar la muerte cruel de la que fue víctima tras el bombardeo al Palacio de La Moneda, como consecuencia del golpe de Estado del general Augusto Pinochet en Chile (1973). Iván Cepeda tenía 11 años.
Así que sí: con el antecedente del precandidato Miguel Uribe asesinado en junio pasado, la izquierda debe considerar este como un momento difícil, de enormes riesgos para hacer política; además, está de por medio un presidente Trump desatado y metiendo manos y píes en las elecciones ajenas. “Si pierde, no vamos a ser tan generosos con Argentina”, dijo el gringo, refiriéndose a Javier Milei, cuyo partido, oh sorpresa, triunfó en las elecciones legislativas del domingo.
¿Milei ganó porque así lo quiso el gringo? Creo que es un tema suculento para abrir un buen debate. Porque hoy por hoy, pareciera que la palabra de Trump es palabra de Dios, te alabamos míster.
Así que el año entrante no tendrá problema en decir que no será generoso con Colombia si no gana este o aquella. Incluir a Petro en la “lista Clinton” sin pruebas es un anticipo de lo que se ve venir. Y súmele, que desde Washington varios senadores republicanos empezaron hace rato la campaña contra Petro y la izquierda colombiana.
La izquierda la tendrá más difícil que la derecha por una razón. Será víctima de la guerra sucia en redes sociales y esa será la narrativa de un sector radical de la derecha, cuyo único discurso se llama Petro y el antipetrismo calculado que los habita, porque eso da votos sin mayor esfuerzo, en un momento en que el debate de las ideas importa un pepino y la polarización dicta que atacar es mejor que proponer, a menos de que los ciudadanos nos pongamos mas exigentes con quienes nos quieren gobernar.
Si ya pusieron a Iván Cepeda vestido de camuflado en una valla para pintarlo de guerrillero sin serlo, calculen la andanada que se viene contra él. Una imagen vale más que mil palabras, y por más buena gente que quiera mostrarse el candidato del Pacto Histórico, investido de mansedumbre y buenas maneras, la ferocidad de sus rivales la obligará a despojarse de tanta amabilidad.
Más allá de eso, me surge la duda de quién es realmente el hombre o la mujer que en serio está en el corazón del presidente Petro para continuar su legado. Uno podría decir que es Iván Cepeda tras ganar la consulta del Pacto Histórico el domingo, pero resulta que el mandatario no lo ha mencionado ni una sola vez en las redes sociales, tampoco lo ha felicitado públicamente y con nombre propio; simplemente, ha celebrado el triunfo del partido, señalando, eso sí, el frente amplio de centro izquierdo en el que están, sin decirlo, Roy Barreras, Juan Fernando Cristo y Daniel Quintero. Ninguna mujer por ahora Hay silencios que hablan y es hora de que la izquierda interprete esos silencios.
Sea cual sea su pensamiento, ojalá el presidente actúe con transparencia, es decir sin dobleces frente a la izquierda, porque en sus manos está que llegue unida hasta el final. Un paso mal dado, una palabra mal dicha, puede causar fracturas y echar a la caneca lo poco o mucho que han ganado.
En lo personal, pienso que la ecuación es simple: la izquierda no es el enemigo a derrotar. Los mayores males de lo que va de este siglo corren por cuenta del uribismo que puso presidente entre 2002 y 2022, contando a aquel presidente que según el propio Uribe se le volteó. El enemigo a derrotar es el uribismo.
Cepeda es un buen candidato, pero le falta carisma y ser más combativo señalando los errores del Centro Democrático. Eso es clave en cualquier estrategia de marketing político. Si algo ha enseñado Petro es que la pelea es peleando, y se puede pelear sin caer en agresiones o calumnias. En política no funciona eso de poner la otra mejilla.
A ver quién baila ese trompo en lo que falta de campaña.
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