Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Qué significa la orientación sexual

Para hacer al robot más humano, le hemos incluido una rutina que lo hace empeñarse en relaciones que no tienen sentido (Carlos A. Sevilla en @microcuentos).

La orientación sexual está determinada por una variedad de factores difíciles de medir, entre los cuales pesan la acción de las hormonas y de los genes. En la orientación sexual, la voluntad juega un papel despreciable, así como la forma como escogemos el objeto de nuestro amor. No es nada común enamorarse como consecuencia de un ejercicio de la voluntad. Nos enamoramos espontáneamente, y muchas veces en contra de nosotros mismos y de todos los que nos rodean. La literatura y el cine le deben mucho a esta común calamidad. La gente necesita tener la certeza de que la orientación sexual se debe a razones biológicas, no caprichosas. Tampoco sabemos por qué nos gustan unas personas y otras no, por qué nos hemos enamorado de las personas de las que nos hemos enamorado. Los afectos, los deseos, las atracciones, las predilecciones, responden a variables múltiples, complejas e invisibles. Como no tenemos la “libertad” de enamorarnos por simple voluntad, no tenemos derecho a juzgar como correcto o incorrecto las predilecciones personales. Lo que juzgamos son los actos, y en estos sí hay factores claros que la ley puede juzgar.

En la orientación sexual hay distintos componentes: la atracción emocional, la atracción sexual, el enamoramiento y  la identidad de género (sentirse sicológicamente como mujer o sentirse como hombre). Esto nos lleva a definir a algunos como homosexuales, a otros como  heterosexuales y a otros como bisexuales. Cuando se le pregunta a la gente por sus predilecciones sexuales, un 90% se define como heterosexual, y un 10% aproximadamente se define como homosexual. Si la pregunta incluye el que alguna vez en la vida la persona haya sentido atracción sexual  por una persona del mismo sexo o haya tenido un contacto de ocasión (fiestas o situaciones de confinamiento en colegios o cárceles), el porcentaje aumenta a un 20 o 30 %. Así que en algunas épocas se ha pensado que la homosexualidad cobija entre un 7 y 10% ciento de las personas y de los animales (de rango superior),  pues en el mundo animal también se da, pero este porcentaje crece apreciablemente cuando no se es estrictamente gay o lesbiana, cuando se es bisexual o se incluyen emociones  o acciones de oportunismo.

La orientación sexual no es un asunto de categorías, es un continuo. Algunos creen que no se trata de una situación de extremos: blanco o negro, homosexual  o heterosexual, sino de un continuo que incluye muchos tonos de grises, pues se puede ser homosexual –bisexual, pero más gay o más lesbiana que heterosexual, o se puede ser homosexual pero ser más heterosexual que homosexual  o, finalmente, se puede ser completamente heterosexual,  completamente gay o lesbiana, o ser asexual.

Se pregunta uno: con qué derecho algunas personas quieren quitarles los derechos a todos los seres humanos que no caen en la categoría de ser completamente heterosexuales, ¿basados en qué, por qué razón?  La sociedad quita derechos y libertad a quienes dañan a otros, independiente de la orientación sexual, y para esto se necesitan leyes y juicios objetivos. Nadie ha demostrado la superioridad moral de unos grupos sobre otros, y menos según la orientación sexual.  Si en la atracción y en el acercamiento hay consentimiento de las dos partes, ¿qué derecho tenemos los demás a intervenir?  La sociedad sí tiene que discriminar las resoluciones que se basen en credos, supersticiones o creencias particulares; esas sí deben ser discriminadas y rechazadas. Hay tantas religiones distintas y tantos credos, que jamás se pondrán de acuerdo entre ellas sobre lo que está bien o mal, sobre lo aceptable o inaceptable; por eso las leyes no pueden incluir ningún tipo de decisiones religiosas entre sus mandatos.

No es descartable la idea de que el mundo podría ser un lugar mejor si todos fuéramos bisexuales; además, porque las opciones de parejas potenciales se duplicarían. La búsqueda del amor es una de las causas más grandes de sufrimiento humano. También sería magnífico que pudiéramos cambiar de sexo o de preferencias sexuales según la necesidad; a voluntad, como lo hacen algunos peces, moluscos, crustáceos, equinodermos y gusanos, que cambian de sexo según factores ambientales o según el número de machos o hembras que haya en la población. Pero, por ahora muy poco se puede hacer en ese sentido.

Sí podemos y debemos (porque es lo éticamente correcto) hacer presión para que se acabe todo tipo de discriminación injusta sobre los individuos cuya identidad o preferencia sexual no caiga en el grupo mayor. Sí podemos ir en contra de todos los que vayan en contra de un mundo laico y civilizado.

http://www.acercaciencia.com/2012/09/19/los-animales-que-cambian-de-sexo/

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