Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Por qué es bueno bailar

Bailar trae tantos beneficios que debería ser materia escolar. Una posibilidad, electiva, paralela a la de hacer gimnasia o a la de practicar algún deporte.

El beneficio del baile no solo se encuentra en la recompensa física, también en la social. Si la bailada es suave, puede compararse con una caminada, si es una bailada larga y fuerte, puede equipararse con una trotada en subida, pues mejora las condiciones cardiacas, el tono muscular, la circulación y las capacidades mentales, al tiempo que regula el metabolismo, el sistema inmune y quema calorías, con lo cual ayuda a controlar el peso.

El placer de bailar es uno de sus beneficios inmediatos. Hasta quienes detestan hacer ejercicio reconocen que bailar procura una gran dicha, por la delicia de oír música y por el encanto de compartir con otros una actividad que fortalece la amistad y la unión. Cuando bailamos en sincronía con otros, la sensación de estar haciendo ejercicio se diluye, se pierde. Bailar es un comportamiento ancestral y grupal que hemos olvidado, que hemos dejado en las manos, o mejor, en los pies de los profesionales. No, no hay nada más universal que movernos rítmicamente y en sincronía con un grupo de personas, o con otra persona. Es así como el baile debe ser visto: como una manera de amistarnos, de compartir, de crear lazos de unión con otros.

Los sicólogos dicen, después de investigar y de hacer experimentos, que la mayoría de las personas experimentan una disolución del yo cuando bailan, y que por eso sienten un lazo de unión con los otros que bailan. Las investigaciones muestran que los comportamientos del tipo que sea, en los cuales tenemos que sincronizarnos rítmicamente con otros individuos, aumentan la cooperación; además, porque usualmente estas actividades ya de por sí acarrean la intención de compartir; y esto lleva a una apertura del yo, y al deseo de reciprocidad y de cooperación.

El que la música y el baile se hayan conservado desde tiempos remotos, desde que el hombre es hombre, es una buena señal de su importancia evolutiva, de que nos benefician, y a lo mejor todavía ni siquiera sabemos cuánto. La música y el baile son valores colectivos de las culturas, y pueden ser vistos como parte esencial de los mecanismos que ayudan a aumentar los comportamientos cooperativos.

Al bailar producimos endorfinas; estas ayudan no solo a sentir placer, sino a disminuir el dolor físico y síquico. Los estudios muestran que los bailarines, después de un accidente, más que otros grupos de deportistas, abandonan muy pronto los tratamientos médicos, pues resisten mejor el dolor. El baile reduce el estrés, mejora el ánimo y aumenta la autoestima. El aspecto social del baile es terapéutico pues crea interacción social. El baile es una manera de descansar de la tiranía del yo; es como el juego, o las drogas: te permite olvidarte de ti mismo. Esa es una de sus delicias, así que ¡bailemos!

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