Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

¿Por qué obtenemos medicinas de las plantas?

Esto es lo que piensa el biólogo Bret Weinstein

Estrictamente hablando, las plantas no hacen medicamentos, hacen moléculas que usan en sus procesos metabólicos. Nosotros hemos descubierto que nos sirven de medicinas. Para las plantas, estas moléculas son compuestos secundarios, lo que quiere decir: dentro de la planta no tienen una función de utilidad, su papel es desanimar a los animales de comérselas. Las plantas son mejores que los animales en la tarea de fabricar productos químicos. Evolutivamente, son efectivas en fabricar venenos que hacen que no puedan ser consumidas o que puedan serlo pero solo en cantidades limitadas.

Las plantas y los hongos producen químicos que interactúan con la fisiología de los animales, casi siempre para evitar ser comidas. La planta descubre cómo el animal regula sus propios procesos fisiológicos e interfiere con ellos. Cada sistema del cuerpo es regulado por medio de la retroalimentación. Por ejemplo, El PH de la sangre o la temperatura del cuerpo son aspectos que el organismo monitorea constantemente, pues deben estar en unos ciertos niveles o rangos para que el organismo funcione correctamente. Los sistemas internos del cuerpo detectan cuándo un aspecto de estos se ha desregulado y se ha salido de la norma, y saben en qué dirección. Las moléculas o, en otras palabras, los venenos de los que estamos hablando, interactúan con estos procesos regulatorios.

Estar enfermo se puede definir como tener algo desregulado, por fuera de la norma. Las plantas son minilaboratorios de química que buscan cómo intervenir en todos estos sistemas. Es probable que para cada sistema desregulado exista una planta que posee una molécula capaz de jalonar el sistema en la dirección opuesta y lo regule. En la investigación médica se busca la molécula capaz de regular lo desregulado. Las medicinas que extraemos de las plantas son en realidad toxinas que las plantas producen y que usamos de una manera productiva porque conocemos cómo intervienen en un determinado sistema.

Los lugares donde las plantas contienen más toxinas son los tejidos más deseados de ser comidos, lo cual se podía predecir si el mundo obedece a la lógica:  casi siempre en los tallos y hojas. Las flores brotan, viven unos días y mueren, por eso allí no se acumulan las toxinas, en general.

Las plantas también buscan ser propagadas. Así que tienen ambos mecanismos: de atracción y de repulsión. Sus relaciones con insectos, hongos, reptiles, mamíferos y otras plantas son muy sofisticadas y complejas. Las frutas y el néctar de las flores casi siempre son sistemas de recompensa inmediata para que polinizadores y distribuidores se las lleven y las multipliquen en otros entornos. Por eso una planta puede tener un fruto atractivo para el animal que más le conviene, que es simultáneamente disuasivo para el animal que menos le conviene (porque no es un buen distribuidor). Los chiles picantes ofrecen un buen ejemplo. A los mamíferos, los chiles picantes les producen una sensación de quemazón en la boca, desagradable, pero a las aves, no. La planta de chiles quiere ser devorada por las aves, que se llevan las semillas y las dejan caer en lugares remotos, pero no por los mamíferos, cuyos estómagos destruyen las semillas.

El mundo de los seres vivos es apasionante,  si el tema le interesa le recomiendo: Ciencia y naturaleza.

 

Comentarios