En el mundo de la ciencia hay nuevas y buenas noticias sobre futuros métodos, eficaces para perder peso a largo plazo. Las soluciones actuales no son ideales. Es bien conocido: la ingesta de pocas calorías como método para adelgazar sirve a muy pocas personas; solo a quienes son capaces de mantener una fuerza invencible contra el enceguecedor y desesperante deseo de comer (fuerza en contra de la voluntad, que además crece a medida que pasan los días y bajan los kilos). Después de pasado un año, menos del 5% de la gente que se pone a dieta es capaz de mantenerse en el peso conseguido, y un porcentaje todavía menor, después de dos años.
La cirugía bariátrica ha sido un método relativamente exitoso. Pero costoso y no exento de peligros. Quienes se la practican no solo pierden peso, sino que además, si sufren de diabetes tipo 2, prácticamente se curan, pues es el mejor método conocido para tratar esta enfermedad, que a su vez es muchas veces consecuencia de la obesidad. La cirugía bariátrica funciona mejor que las drogas y dietas combinadas. Al respecto, los estudios aparecieron en el New England Journal of Medicine (Revista de Medicina de Nueva Inglaterra). Para quienes no saben, hay de dos tipos: bypass gástrico y laparoscópica gástrica. En la primera se recorta el estómago reduciéndolo, del tamaño de un puño al de un pulgar, y además se acorta el camino que la comida recorre a través del intestino delgado, limitando su absorción. En la segunda, se pone una banda que separa el estómago en dos, lo cual disminuye su capacidad. Es un tratamiento reversible, pues la banda se puede quitar.
La noticia actual, publicada en Science Translational Medicine, explica cómo científicos del campo de la biotecnología, por medio de ingeniería biológica, han logrado identificar y manipular una versión de la proteína GDF15 (proteína que todos portamos). Esta genera cambios dramáticos en el cuerpo: disminuye el peso, baja los niveles de colesterol y reduce los niveles de insulina en el torrente sanguíneo. Hasta ahora, esta es una verdad de laboratorio, solo se ha ensayado con ratones y micos. Pero los beneficios no terminan allí, la GDF15 cambia el apetito: los micos obesos tratados con esta proteína empiezan a desear alimentos menos calóricos; con una bendición adicional: sus niveles de triglicéridos no varían cuando consumen alimentos ricos en azúcar. Bajo tratamiento con esta proteína, en 35 días, han perdido el 20% de su grasa corporal. Otros micos tratados con placebo, en cambio, ganan hasta un 6% de peso cuando se les ofrece la misma dieta.
Los científicos no saben las razones que subyacen a este cambio que se da cuando se hace tratamiento con esta proteína, cambio en el deseo por alimentos más saludables, menos calóricos en azúcar y grasa. Pero es una realidad.
Si pasa todas las pruebas, lo único que tendría que hacer el paciente es tomar la píldora mágica para conseguir lo que hasta ahora solo se logra con cirugía bariátrica: que se corrijan los mecanismos que nos llevan a comer más de lo que necesitamos cuando tenemos hambre y que nos hacen detener a tiempo, que se dañan o se vuelven defectuosos en las personas obesas.
El reto ahora está en hacer que esta proteína, que tiene el defecto de que se descompone en la sangre en un muy corto tiempo, permanezca durante más rato ejerciendo sus poderes. En el momento presente, los científicos están fusionando dos versiones de la proteína con el objetivo de volverla más resistente. Ojalá lo logren.