Su verdadero nombre era un poco largo: Marie-Rosalie Bonheur Juana Maria Maribel. Escultora y pintora francesa del siglo 19, nació en 1822 y murió en 1899, con 77 años. Fue una mujer con suerte por cuatro motivos. Nació en terreno abonado, en la familia ideal; fue largamente correspondida en el amor; tuvo éxito en vida como pintora y escultora; y vivió a plenitud y conciencia su lesbianismo y travestismo, en una época en la que esto se ocultaba. 

Hay que saber que su familia pertenecía al grupo de los sansimonianos (del cual yo nunca había oído hablar). Para su seguridad mental y social, este grupo promovía la educación igualitaria para hombres y mujeres, y profetizaban la llegada de un mesías ¡pero mujer!

Nada como nacer en casa de artistas para quien comulga con las musas. Su papá fue dibujante y tuvo en París una escuela de dibujo para mujeres. Ella y sus tres hermanos, que también fueron artistas, estudiaron arte en el taller de Léon Cogniet. Desde niña y hasta la vejez, Rosa Bonheur dibujó, pintó y esculpió animales. Rosa Bonheur tenía talento artístico, y la habilidad de tomar las decisiones correctas para ser una gran retratista de animales. En el Louvre copiaba a los grandes pintores; acudía a los mataderos, para hacer bocetos de los músculos, esqueletos y partes de animales, y, además, recibía clases de anatomía y osteología veterinaria.

Como artista hizo innumerables exposiciones y obtuvo en vida todo tipo de éxitos, medallas, y condecoraciones. Cuando tenía 21 y 22 años, expuso en el famoso Salón de Paris, de 1843 y 1844 (En el Salón de Paris se hacían las exposiciones oficiales de la Academia de Bellas artes). En 1848, obtuvo la medalla de oro allí mismo. En 1867, expuso nada menos que 10 obras en la Exposición Universal de París. En 1871, expuso en la Exposición Universal de Londres. En 1888, un cuadro suyo se subastó en 4.200 libras en la casa de subastas Christies.

Hizo una fortuna con su producción artística y compró una mansión a su nombre. En su propiedad, tenía una amplia variedad de animales, desde caballos y vacas hasta leones y osos. Esto de comprar una casa fue una acción contestataria, pues las mujeres de entonces no podía aparecer legalmente como dueñas de una propiedad. Coleccionistas ingleses y americanos, principalmente, compraron casi toda su obra. Fueron tantos los premios, medallas y reconocimientos que no me atrevo a ponerlos aquí, ya que la lista es larga. Lo más increíble es que toda esta fama la logró pintando algo inusitado para el momento, para cualquier momento: animales y solo animales. Los animales nunca habían tenido retratistas ni habían sido un tema del arte en sí mismo. En el presente, los estudios de género y el feminismo la han revalorado y su obra ha retomado interés. También los grandes museos se han interesado en conseguir y exhibir sus pinturas y esculturas en las colecciones permanentes.

Walt Whitman nos advirtió que “Aquel que camina una sola legua sin amor, camina amortajado hacia su propio funeral.” No sé si sea aplicable a la diversidad de seres humanos, pero el caso es que Rosa Bonheur tuvo amor y compañía desde la adolescencia. Su primera pareja, Nathalie Micas, lo fue desde que Bonheur tenía 14 años, y Micas 12. Y esto duró hasta que la muerte las separó. Sin duda, hay que tener mucha suerte para encontrar un nuevo amor. Tras la muerte de Mica, Rosa se enamoró de la pintora estadounidense Anna Elisabeth Klumpke, con quien escribió una autobiografía: Rosa Bonheur: La [auto]biografía de la artista. La relación duró los diez años que le quedaban de vida a Boheur.

Rosa Boheur fue sin duda una mujer con los pantalones puestos. Usaba el pelo corto, fumaba tabaco y lograba conseguir los permisos que exigía la policía para usar pantalones sin ir a la cárcel. Ella misma se definía como marimacha (hoy damos por sentado esa mini-conquista que es la de vestirnos como queremos). ¿Cómo logró hacer lo que le dio la gana en la vida sin generar un gran escándalo, sin que la rechazaran, sin que la castigaran? No, pero no solo sin ser rechazada, sino también con el pláceme de la monarquía y de la oligarquía. En el mundo de las altas élites todos querían conocerla e invitarla. ¿Cuántas cosas hay que encarnar, hay que mostrar y demostrar, y cuántas más se deben coordinar para hacer lo que te da la gana sin pagar el precio? Bueno, supongo que primero hay que tener una invencible confianza personal, una gran tenacidad y persistencia para luchar por la independencia económica, intelectual y emocional; luego, sin descanso, perseguir e imponer los sueños propios; y, además, tener mucha suerte.

 Mirar su obra o parte de su obra aquí

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