Las mujeres sabemos que somos parcialmente dueñas de nuestros cuerpos. Las sociedades están conformadas de tal manera que se convierten en dueñas de nuestras decisiones y de nuestra reproducción. Sabemos que en el mundo musulmán la cosa es aún más seria, pues las mujeres tienen dueños, y en USA, en los estados republicanos, se han implementado una gran serie de medidas legales para restringir al máximo las libertades individuales de las mujeres.

Pero esto llega hasta el crimen. Hace poco, Kathleen Folbigg, condenada a 30 años de prisión, fue liberada gracias a una genetista que demostró que la australiana no había matado a sus cuatro hijos. La genetista demostró que estos habían muerto, entre los 19 días y los 18 meses de edad, por causa de un defecto genético que ella y su marido les transmitieron.

Carola Vinuesa, la genetista, describe en un artículo para la revista Nature cómo su carrera cambió después de identificar una mutación genética con la que aseguró la libertad de Kathleen Folbigg. Para ese momento Folbigg había cumplido ¡20 años de prisión!

Carola Vinuesa decidió hacer la secuenciación del genoma completo de Folbigg. Usó para ello una tecnología que traduce los aproximadamente tres mil millones de pares de bases de ADN en las letras correspondientes. Así pudo rastrear las mutaciones que podrían corresponder a ciertos problemas de salud.

La siguiente es una cita del artículo publicado en la revista Nature:

“Para el caso, Vinuesa trabajó con científicos de todo el mundo, incluido Todor Arsov, genetista médico de Goce. Universidad Delčev, Štip en Macedonia del Norte y Matt Cook, inmunogenetista de la Universidad de Cambridge, Reino Unido. Vinuesa se dedicó a secuenciar el ADN de Folbigg y a analizar muestras de sangre tomadas de algunos de los niños fallecidos. Ella y sus colegas descubrieron que las muestras de los niños tenían una mutación en un gen llamado CALM2 . Los investigadores ahora piensan que estas mutaciones fueron causadas por una interacción específica entre el ADN de ambos padres, lo que explicaría por qué Folbigg es una persona sana, pero sus hijos no. Sin embargo, es imposible comprender completamente la interacción genética porque el exmarido de Folbigg se ha negado a enviar una muestra para análisis genético. El gen CALM2 contiene las instrucciones para producir una proteína llamada calmodulina 2. Las proteínas de calmodulina defectuosas ya se habían relacionado con latidos cardíacos irregulares y otros trastornos. Vinuesa sugirió que las proteínas calmodulina defectuosas causaron la muerte de los hijos de Folbigg. Sin embargo, el simple hecho de encontrar las mutaciones no fue suficiente para revocar el fallo. Vinuesa y sus colegas, incluido Wallace*, reunieron todos los datos que pudieron de otros estudios y los presentaron en un artículo en el que detallaron que la mutación era patogénica y que los niños probablemente murieron debido a complicaciones asociadas a su genética. La Academia Australiana de Ciencias, en Canberra, respaldó el llamamiento de los científicos para que se volviera a examinar el caso de Folbigg, allanando el camino para su liberación e indulto en el 2023.”

El jurado había alegado, sin saber, que la probabilidad de la muerte súbita de los cuatro bebes era algo imposible. Por ende, sin ninguna razón que demostrara que ella era la asesina, la declararon culpable. Se pregunta uno a qué jueces se les puede ocurrir que una mujer aguante la tortura que es el embarazo, y que lo haga cuatro veces, para finalmente matar a sus bebés. Nunca demostraron que los hubiera matado, pero se basaron en los sentimientos de culpabilidad que encontraron en el diario de la pobre mujer. Cualquier mujer a la que se le muere un bebé se va a sentir ¡culpable! Tenga o no tenga la culpa.

Después de haber atendido este caso, la genetista Vinuesa no se quedó tranquila, pues se dio cuenta de que como este habría muchos más que perjudicaban especialmente a las madres, porque estas son quienes se quedan con los bebés, mientras los maridos se van para el trabajo.

El año pasado en noviembre, Carola Vinuesa escribió un extenso informe en defensa de otra mujer: Roula Pispirigkou, mujer griega, de 35 años, acusada de asesinar a sus tres hijas, y condenada a cadena perpetua, basándose en pruebas inconsistentes e incompletas, según Vinuesa.

Hace muchos años se supo en Antioquia de una niña campesina de 16 años que escondió su embarazo durante los nueve meses. Estaba aterrorizada de las represalias que sus familiares podrían tomar contra ella si se enteraran. Cuando nació el bebé se deshizo de él y el caso fue descubierto. La menor de edad fue encarcelada. No deja uno de sentir rabia contra una sociedad que condena a una niña a la cual nadie le da otra salida. La niña no era una persona peligrosa, no era una criminal, era una pobre niña desesperada. Pero la sociedad sí actúa de manera criminal contra las mujeres.  

Hay muchos casos de madres cuyos hijos se mueren de hambre. Madres pobrísimas que quedan en embarazo porque no cuentan con los recursos ni económicos ni sicológicos ni para usar ni para buscar métodos anticonceptivos y ¡no pueden alimentar más bocas! Se ve obligadas a dejar morir algunos de los niños para que alguno o algunos puedan sobrevivir. Así actúa la naturaleza, y es lo inteligente, pues es preferible que mueran unos a que mueran todos. He aquí otra situación moral, nada sencilla de resolver, que casi siempre se resuelve mal, porque se resuelve bajo criterios religiosos. La sociedad le exige a la mujer que continue tratando de alimentar a todos, sin importar ni el hambre ni el sufrimiento, ni que sea una tarea imposible de llevar a cabo en la realidad. Tampoco la sociedad se encarga de estos niños y mucho menos si están lejos de la urbe, en alguna vereda, en una zona rural. Condenar a una inocente es crimen atroz y la ignorancia científica en los juzgados es sin duda criminal.

Nature preguntó a Carola Vinuesa sobre su carrera y labor jurídica.

Si pudieras cambiar un aspecto del sistema judicial, ¿cuál sería?

En realidad, me gustaría cambiar dos cosas: establecer directrices sobre a quién se debe consultar cuando se trata de utilizar estadísticas o probabilidades en los tribunales, porque el mal uso de las estadísticas ha contribuido a muchas condenas erróneas. Si el tribunal necesita utilizar estadísticas para respaldar una condena, se debe consultar a organismos expertos imparciales como la Real Sociedad de Estadística de Londres.

Y, antes de acusar a un padre de dañar o matar a un niño cuando no hay pruebas contundentes o antecedentes de abuso parental, es necesario llevar a cabo una investigación genómica exhaustiva y profunda. Dicha investigación debe arrojar una amplia red sobre variantes genéticas raras, incluidas variantes de significado incierto que no forman parte del diagnóstico genómico clínico de rutina.

*Dave Wallace es un abogado comercial radicado en Canberra que se centra en la interacción entre los negocios, las finanzas, la ciencia y el derecho.

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