La oí mencionar por primera vez en la serie de Netflix: Natural Curiosities, que recomiendo por su belleza y por las historias increíbles que cuenta David Attenborough sobre los animales. Es narrada y escrita por él. Cuando Attenborough nos cuenta sobre las mariposas que copian los colores de otras para engañar a sus predadores, menciona los dibujos extraordinarios de Maria Sibylla Merian, y detrás de estos, el pensamiento científico de esta mujer ejemplar.
Las mujeres extraordinarias son bien desconocidas en el mundo de las mujeres, porque las mujeres no nos hemos propuesto hacerlas reconocer. ¿Qué estamos esperando? No quiero dejar de mencionar que, en el mundo del arte, la artista María Gimeno (Queridas viejas), una española, está haciendo performances para resaltar la ausencia de las mujeres artistas en el libro de E. H. Gombrich. Ha habido un cambio, sin duda se siente, pero se necesita más fuerza y más intención: la historia, en todos los campos, tiene que ser reescrita por las mujeres, sino ¡no aparecemos!
Volvamos a Maria Sibylla Merian, una mujer del siglo XVII y principios del XVIII que vivió 69 años, entre Alemania y Holanda. Su papá era grabador famoso y, seguramente, Maria Sibylla heredó su talento para las artes, pero fue su padrastro quien le enseñó a pintar, a dibujar y a grabar. Ella nació con la capacidad de observar minuciosamente y el gusto por la naturaleza. Así lo narra ella misma:
“En mi juventud me dediqué a buscar insectos. Empecé con los gusanos de seda de mi ciudad natal de Fráncfort. Después establecí que a partir de otras orugas se desarrollaban muchas de las bellas mariposas diurnas, como lo hacen los gusanos de seda. Esto me llevó a recoger todas las orugas que podía encontrar para observar su transformación”.
Maria-Sibylla Merian, en Metamorfosis de los insectos del Surinam
Recordemos que en el siglo XVII las personas resolvían la aparición de los insectos con la teoría de la generación espontánea. La generación espontánea aseguraba que algunas formas de vida animal y vegetal surgían espontáneamente de los pantanos, de las mortajas, de los excrementos. Era común ver salir larvas de un pedazo de carne podrida. Una observación que está al alance de todos, pero es insuficiente.
Maria Sibylla había llegado a la conclusión de que de las orugas salían las mariposas. Pero no se quedó allí, en sus libros describió la evolución y vida de muchos insectos. Se dio cuenta de que las orugas de cada especie buscaban plantas especiales para alimentarse y ponían sus huevos cerca de estas. El primer libro lo publicó cuando tenía 28 años, con el nombre de Nuevo libro de flores. Su segundo libro se llamó La oruga, maravillosa transformación y extraña alimentación floral. A los hombres científicos de su época no les gustaba el trabajo de Maria Sibylla Merian; una de las razones era que no escribía en latín, el lenguaje de la ciencia en esa época. Protocolos: esas cosas que la moda impone que son superficiales y cegadoras. Seguramente también por el machismo y el miedo a las mujeres inteligentes, que todavía perdura en algunos.
Maria Sibylla Merian estuvo casada un tiempo, pero se separó de su marido después de tener dos hijas. Se cambió de ciudad y se fue a vivir en una comuna luterana. Viajó a Surinam a observar insectos y a dibujarlos cuando tenía 52 años y allí escribió lo siguiente:
“En Holanda, constaté sin embargo con asombro que se dejaban traer cantidad de bellos animales de las Indias orientales y occidentales, se me concedía el honor de dejarme consultar de forma particular la cara colección del bien nacido doctor Nicolaas Witsen, alcalde de la ciudad y director de la sociedad de las Indias orientales, así como la del noble don Jonás Witsen, secretario de esta misma ciudad. Además, veía también las colecciones de don Fredericus Ruysch, doctor en medicina y profesor de anatomía y botánica, de don Livinus Vincent y de otras personas. En esas colecciones encontré este como otros innumerables insectos, pero, en fin, si allá su origen y reproducción son desconocidos, lleva a preguntarse cómo se van a transformar a partir de orugas en crisálidas y así seguidamente. Todo ello me llevó a emprender un gran viaje soñado desde hace tiempo e ir a Surinam.”
Maria-Sibylla Merian, en el prólogo del libro Metamorfosis de los insectos del Surinam
Hoy sus hazañas son relativamente comunes, pero no lo eran en el siglo XVII . Si nos movemos en el tiempo, para su época, su vida es asombrosa, pues vivir para la ciencia, creer en un proyecto personal y no dedicar toda su fuerza e intención al hogar no era nada común, ni siquiera lo es hoy. Tampoco, viajar y, para hacerlo, buscar becas y ayudas del gobierno. Todos estos aspectos muestran una gran determinación de carácter. Para sostener sus “caprichos” científicos, Maria Sibylla daba clases de dibujo y vendía materiales para pintar, que fabricaba ella misma; además, hacía trabajos de ilustración por encargo. Hoy sus dibujos se consideran obras de arte y en su honor, una mariposa lleva su nombre: Catasticta sibyllae.
La obra más importante suya fue publicada en 1705, resultado de su viaje a Surinam. La llamó Metamorfosis de los insectos de Surinam. Así escribió en el prólogo:
“Para la realización de este trabajo no fui codiciosa, pero me consideré satisfecha en cuanto recuperé lo que desembolsé. No he reparado en gastos para la ejecución de esta obra. Hice grabar las placas por un maestro famoso y aporté el mejor papel para satisfacer no solo a los aficionados al arte sino también a los aficionados a los insectos, y siento mucha alegría cuando oigo decir que alcancé mi meta y que doy felicidad al mismo tiempo”.
Hoy sigue siendo una mujer inspiradora.