Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

La sexualidad de los heterosexuales

La sexualidad humana es compleja. Así nos parece. En las distintas poblaciones vemos todos los rangos, opciones y posibilidades que ofrece el amor. No hay dudas, el material de estudio sobre la sexualidad humana es vasto.

Escena pomeyana. Alma Tadema

Cuando hablamos de sexualidad, necesariamente tocamos el asunto del amor. Hay muchos tipos de amor, pero uno de estos es imposible de no descubrir si se llega a la adolescencia: el amor sexual, el amor por una pareja. Y aunque en las distintas culturas vemos muchos tipos de relaciones de amor, existen universales del amor: aspectos del amor sexual que resultan de las adaptaciones de la especie. El amor y el sexo son fuente de dicha y dolor al mismo tiempo. No es cultural, pues nada más y nada menos comprometen la supervivencia misma del individuo.

El sexo con amor, y sin amor, tiene una finalidad biológica: la reproducción. No debería extrañarnos que el amor y la sexualidad ocupen mentes, corazones y casi todo nuestro tiempo. Somos hijos de los que sobrevivieron por enamorados. Existe un libro cuyas 200 páginas interiores están en blanco, es del británico Sheridan Simove, y se titula: Qué piensan los hombres más allá del sexo.

Tepidarium. Alma Tadema

Bueno, para hablar del tema y comprenderlo tenemos que trasportarnos al pasado e imaginar cómo era la situación en la que evolucionamos. Sin duda, distinta de la que vivimos hoy en día. Hoy, la vida sexual se puede disfrutar casi sin consecuencias.

En 1972, el biólogo evolucionista Robert Trivers propuso una teoría muy lógica sobre la inversión parental. Trivers predijo que quien invierte más en su descendencia deberá ser más selectivo para elegir pareja, en otras palabras: para enamorarse, para aceptar la cópula o relación sexual. Predijo también que en la contraparte, quien invierte menos, tendrá que competir con fuerza para acceder a una pareja. Y su predicción se ha podido verificar en el reino animal.

La reproducción es costosa y, a veces, muy costosa. Los padres deben invertir tiempo y recursos para encubar la cría, levantarla y llevarla a la madurez sexual. El gasto que implica levantar los hijos puede ir en detrimento de la supervivencia de la madre, del padre, o de ambos, y puede impedirles una nueva reproducción. La naturaleza selecciona y maximiza la relación costo-beneficio según el tipo de reproducción. El beneficio, obviamente, debe superar el costo.

Se dan dos tipos muy claros y definidos de inversión (puede haber más); inversión en el apareamiento e inversión en la crianza.

La inversión en el apareamiento consiste en la dificultad que conlleva obtener el sí de la pareja para copular y las características de las células sexuales de uno y otro sexo. La inversión en la crianza es el tiempo y la energía que toma llevar a la descendencia al punto de autonomía (en que la cría se independiza).

En los seres humanos, el gameto sexual femenino es desproporcionadamente grande en comparación con el masculino. La inversión en la crianza desde el momento de la concepción es gigante para las mujeres e insignificante para los hombres. La cultura ha inventado mecanismos para comprometer al hombre en la crianza, tanto en recursos económicos como emocionales. Los hombres generan millones de espermatozoides que se producen a una tasa de doce millones por hora. Las mujeres cargamos alrededor de 400 óvulos para toda la vida.

Por otro lado, la gestación humana dura nueve meses. El bebé crece en el vientre extrayendo absolutamente todos los recursos energéticos de la madre. El padre solo aporta un diminuto, extraminúsculo espermatozoide. Esa es toda su colaboración. Cuando el bebé nace, la mamá mamífero lo alimenta también con recursos que salen de su cuerpo. La mamá sabe con absoluta certeza que su hijo es de ella y lleva sus genes. Los papás no tienen certezas. Por eso la hembra tiene que ser cuidadosa al escoger el macho, mientras que el macho no tiene que serlo al escoger a la hembra. En el interior nuestro, una voz nos alerta sobre con quién… En el cerebro del macho, la voz dice: hazlo con todas.

Para conocer al ser humano a fondo recomiendo la lectura de Homo sapiens. Antonio Vélez, editorial Universidad de Antioquia.

Comentarios