Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Extracto de «La Ilustración ahora», nuevo libro de Steven Pinker

Extracto del nuevo libro de Steven Pinker «Enlightenment Now: The Case for Reason, Science, Humanism, and Progress», publicado por Viking y republicado en Apolitical y en Catrecillo, con su amable permiso.

Para que el discurso público sea más racional, los temas deben despolitizarse en la medida de lo posible. Los experimentos han demostrado que cuando las personas oyen algo sobre una nueva política, por ejemplo: la reforma a la asistencia social, les gusta si su partido la propone, y la odian si la propone otro partido; además, todo el tiempo creen que sus reaccione al respecto se basan en méritos objetivos de la propuesta.

Por eso, los voceros deben ser elegidos cuidadosamente. Varios activistas del cambio climático se lamentaron de que al escribir y protagonizar el documental An Inconvenient Truth (Una verdad incómoda), Al Gore pudo haber hecho más daño que bien al movimiento, porque como ex vicepresidente demócrata y candidato presidencial selló el cambio climático con un sello de izquierda. Hoy es difícil de creer que el ambientalismo fue una vez denunciado como una causa de la derecha, en la que los nobles se preocupaban frívolamente por los hábitats de los patos de cacería y de las vistas desde sus propiedades, en vez de preocuparse por problemas serios como el racismo, la pobreza y el Vietnam. Sería más efectivo juntar comentaristas conservadores y liberales convencidos por la evidencia y que estén dispuestos a compartir sus preocupaciones, que reclutar más científicos para que hablen más despacio y en voz más alta.

Además, es mejor desvincular los hechos reales de recursos cargados de significado político simbólico. El especialista en derecho Daniel Kahan descubrió que las personas están menos polarizadas en su opinión sobre la existencia misma del cambio climático antropogénico cuando se les recuerda la posibilidad de que pueda ser mitigado por la geoingeniería, que cuando se les dice que se necesita hacer controles estrictos sobre las emisiones (esto no significa, por supuesto, que la propia geoingeniería deba promoverse como la solución principal).

Despolitizar un problema puede conducir a una acción real. Kahan ayudó a un grupo de empresarios de la Florida, políticos y asociaciones de residentes, muchos de ellos republicanos, a aceptar un plan para adaptarse al aumento del nivel del mar que amenazaba las carreteras costeras y el suministro de agua dulce. El plan incluía medidas para reducir las emisiones de carbono, que en otras circunstancias serían políticamente radiactivas. Mientras la planificación se centró en problemas que ellos podían ver, y se minimizó el trasfondo políticamente divisivo, los grupos actuaron razonablemente.

Por su parte, los medios podrían examinar el papel de convertir la política en un deporte, y los intelectuales y expertos podrían pensar dos veces si competir. ¿Podremos imaginarnos un día en el que los columnistas más famosos y cabezas parlantes no tengan una orientación política predecible, pero traten de llegar a conclusiones defendibles sobre un asunto, apoyados en las bases de ese asunto? Un día en el que “repetir la misma posición de izquierda [o de derecha]” se considere un juego devastador, un día en el que las personas (especialmente los académicos) respondan a preguntas del tipo: ¿El control de armas reduce el crimen? o del tipo, ¿Aumenta el salario mínimo el desempleo? Con respuestas como: «Espera, déjame buscar el último metaanálisis», en lugar de dar una patada reflejo, predecible desde su partido político. Un día en que los escritores de derecha e izquierda abandonan la manera de debatir tipo Chicago (en la que ellos sacan un cuchillo, y tú sacas un arma. Él envía uno de los tuyos al hospital, tú envías a uno de los suyos a la morgue) y adoptan la táctica de los controladores de reciprocidad gradual, que busca la reducción de tensión, y es del tipo: hacer una pequeña concesión unilateral, con una invitación para que sea recíproca.

Ese día está muy lejos. Pero los poderes autocurativos de la racionalidad, en los que los defectos del razonamiento son destacados y se vuelven objetivos para la educación y la crítica, toman tiempo para funcionar. Les tomaron siglos a las observaciones de Francis Bacon sobre el razonamiento anecdótico y la confusión de la correlación con la causalidad para que se convirtieran en una segunda naturaleza para las personas científicamente alfabetizadas. Han sido necesarios casi cincuenta años para que las demostraciones de Disponibilidad y otros sesgos cognitivos de Tversky y Kahneman hicieran una incursión en nuestra sabiduría convencional. El descubrimiento de que el tribalismo político es la forma más insidiosa de la irracionalidad, en la actualidad, aún está fresco y es todavía desconocido. De hecho, los pensadores sofisticados pueden estar tan infectados como cualquier otra persona. Con el ritmo acelerado de todo, tal vez las contramedidas se hagan más rápidas.

Por tiempo que tome, no debemos permitir que la existencia de sesgos cognitivos y emocionales ni espasmos de irracionalidad en la arena política nos desalienten del ideal de la Ilustración de buscar implacablemente la razón y la verdad. Si podemos identificar las formas en que los humanos son irracionales, debemos saber qué es la racionalidad. Dado que no hay nada especial acerca de nosotros, nuestros compañeros deben tener al menos alguna capacidad de racionalidad también. Y está en la naturaleza misma de la racionalidad que los razonadores siempre puedan dar un paso atrás, considerar sus propios defectos y razonar para encontrar formas de evitarlos.

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