Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

CSICon 2018 en Las Vegas, un congreso de escépticos

Esta es una reunión anual, abierta, para todo aquel que desee inscribirse. Es uno de los congresos de escépticos más grandes del mundo. Este año se inscribieron setecientas personas. Los tres días de conferencias tuvieron lugar en el hotel Westgate, en Las Vegas, casi todas las charlas se dieron en un gran salón, equipado con excelentes sillas muy bien acolchadas y cómodas, mesas largas y delgadas en frente de las sillas, para poner bebidas, comidas, cámaras, teléfonos y computadores, y dos pantallas gigantes dónde se proyectaban imágenes y películas.

El primer día fue de talleres sobre distintos temas, creados para debatir, para compartir, conocer y trabajar con distintos integrantes del congreso. El segundo y el tercer día fueron de conferencias y en la mañana del cuarto día, el famoso mago y escéptico James Randi conversó con Massimo Polidoro.

En todos los congresos están las superestrellas o gigantes rojas, las estrellas como el Sol y las estrellitas o enanas blancas (respecto a la fama, no a la importancia de su trabajo). Entre las gigantes rojas estaban: Richard Dawkins, Stephen Fry, James Randi y Steven Pinker. Entre las estrellas: el escritor científico del New York Times, Carl Zimmer; la perita en memética, Susan Blackmore; la pareja de neurocientíficos, especialistas en ilusiones ópticas y magia escénica, Stephen Macknik y Susana Martínez Conde. Dentro de las enanas blancas estaban: la famosa blogera de «SciBabe», Yvette d’Entremont; la ginecóloga Jen Gunter, que escribe en el New York Times su columna “The Cycle”, una mezcla de temas sobre sexo, ciencia y sociedad. La misma que espera tener la oportunidad de preguntarle a la actriz y farsante Gwyneth Paltrow la ecuación física con la que explica cómo un huevo de jade puede recargarse con energía lunar (se habló mucho sobre los huevos de jade para dormir con ellos dentro de la vagina, que vende la Paltrow, con la promesa de que aumentan la capacidad de sentir orgasmos). También entre las estrellitas estaba el virólogo y defensor de la medicina basada en la ciencia, Paul Offit;  el experto en comprender y contrarrestar la desinformación sobre el cambio climático, John Cook; y otros catorce escépticos y activistas que dieron sus talleres y charlas (https://csiconference.org/). John Cook dictó una excelente conferencia: clara, ordenada, yendo al grano, sin adornos innecesarios, hablando despacio y articulando muy bien las palabras, con ideas precisas y fáciles de recordar. Las dos mujeres mencionadas anteriormente, en cambio, a pesar de que los temas eran muy buenos, pecaron de hablar muy rápido, dar datos innecesarios y mostrar desorden en las ideas.

El maestro de ceremonias, George Hrab, que además es cantante, compositor, productor y compositor, fue extraordinario; despeñó su función con maestría, pues era ágil, creativo, ocurrente, hablaba muy bien y hacía reír. Era un placer cuando salía a escena.

La conversación entre Richard Dawkins (https://es.wikipedia.org/wiki/Richard_Dawkins) y Stephen Fry (https://es.wikipedia.org/wiki/Stephen_Fry) fue especialmente bella y buena. Entre los temas tratados, Fry dio argumentos sobre aspectos positivos de las religiones, específicamente de la religión católica. Habló de la belleza de los rituales, de su importancia social, del valor de la repetición de ciertas palabras y acciones, que se van perfeccionando con los años, los siglos, para llegar al corazón de las personas, para de una manera irracional convencerlas de algo. Habló del valor de esas narrativas que la sociedad va incorporando en su cultura como si se tratara de realidades materiales, y que cree en ellas y las utiliza para su propio beneficio. Adicionó a la idea de los rituales cristianos, la importancia que tiene para los ingleses, algo que los que estamos por fuera no alcanzamos a entender: el poder y capacidad persuasiva de la monarquía (bueno, pero toda narrativa que no está en la propia cultura carece de significado, ya que es un ente inventado que se encarna en símbolos que solamente una determinada sociedad ve y siente como significativos). Richard Dawkins entró con fuerza a rebatir estas ideas y a minimizar la importancia que Fry encontraba en ellas. Sobre ese mismo tema escribí hace años: “Alain De Botton: lo que el ateísmo puede aprender de la religión” (http://catrecillo.blogspot.com/2012/01/). Stephen Fry es una especie de reencarnación de Oscar Wilde: gracioso, inteligente, culto; tiene una personalidad fascinante.

La conferencia del sicólogo Steven Pinker trató sobre su extraordinario libro En defensa de la Ilustración. Dr. Pinker confía en el poder de la razón, la ciencia y el humanismo para mejorar la vida de los seres humanos y en general de los seres vivos del planeta. Cree en el progreso, y en su conferencia da una serie de datos para mostrar porque sí se puede hablar de progreso.

En esta charla, que no es la del congreso, en Youtube,  Pinker y Fry hablan sobre el libro mencionado, con subtítulos en inglés: https://www.youtube.com/watch?v=8aT61w3Q6vI

Especialmente hermosa y un poco por fuera de los temas generales y esperados fue la conferencia de Stephen Macknik y su esposa Susana Martínez Conde. Mostraron y explicaron una serie deslumbrante de ilusiones ópticas. Macknik y Martínez Conde escriben el blog «Illusion Chasers» para la red de blogs de Scientific American (en español, la revista Investigación y ciencia). Un poco por fuera de lo esperado, y de regular calidad, fue la conferencia sobre La mente de Leonardo da Vinci, que dictó el italiano Massimo Polidoro. En cambio, el show del mago mentalista, el señor Banachek, fue increíble, literalmente.

Los temas tratados en este congreso son los temas que deben preocuparnos hoy, pues alrededor de ellos hay mucha desinformación y malas teorías: el cambio climático principalmente, pues ¡las consecuencias van a ser devastadoras!, y la ciencia de las vacunas, pues ponen en riesgo la salud de muchos niños inermes; la venta de  medicamentos falsos y procedimientos engañosos, y el creacionismo, o los negadores de la Evolución. La conferencia de Bertha Vázquez sobre su experiencia personal como educadora de colegio y su deseo de que los niños tengan acceso a la Teoría de la Evolución fue realmente inspiradora. Bertha Vázquez  empezó entrenando a los profesores del colegio en el que trabajaba en los conceptos básicos de evolución y luego llevó esto a otros colegios de la Florida y ya ha saltado a otros estados. Ella es la encarnación viviente de todo lo que una persona puede hacer cuando considera que un asunto es importante, empezando sin recursos, solo con el empeño y dedicación, y sobre todo, con la convicción de que su enseñanza es necesaria, pues hace que los niños aprendan a pensar de una manera científica.

Y qué falta hace en este mundo —de falsas noticias y manipulación intensa y constante en Internet— que seamos escépticos, desobedientes, que no traguemos entero, que pensemos antes de aceptar las ideas que nos bombardean incesantemente con el fin de hacernos creer en falsedades, de hacernos comprar lo que no necesitamos, de hacernos consumir un cierto tipo de noticias dañinas, de hacernos más tribales, para crear división y así podernos manipular más fácilmente, de tenernos embobados, zombis, perdiendo tiempo viendo estupideces en Internet, que nos dejan vacíos y anulados. Se mostró un video de Obama diciendo cosas que jamás diría, para demostrar como un imitador de voces puede inventar un discurso falso, y con ingeniería de videos ponerlo en los labios de quién desee, crear la vocalización perfecta para que la escena parezca verdadera e innegable. Ni los videos ni la fotografía son testimonio de la realidad.

Con la inteligencia artificial y los algoritmos corriendo sin tregua, día y noche, para conocer nuestra mente, la manipulación se hace cada día más fácil, directa, económica y efectiva. Tenemos que entenderlo: educar el escepticismo es necesario, por el bien de cada uno. Recordemos: primero se acaba el maíz que los marranos; la mentira y la farsa y el engaño están a nuestro alrededor buscando cualquier mínima debilidad para hacernos cautivos.

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