Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Aprender a ver. Imágenes diagnósticas y otras

La percepción no puede acceder sino a fragmentos efímeros de la realidad. Buscamos, por razones claras y también ocultas (qué va uno a saber por qué hace todo lo que hace), medios que nos permitan congelar esos trozos de experiencia. La fotografía fue el primer invento capaz de registrar la superficie visible de las arrugas espacio-temporales, vale decir, los objetos físicos. Más tarde, otros medios han permitido romper la superficie y ver en sus profundidades, además de perpetuar otros tipos de contrastes basados en la dureza y blandura de la materia y no en la luz reflejada por los objetos. Cada uno de estos instrumentos, o medios de registrar “otras” imágenes, da una clase de información que debemos aprender a decodificar previamente para captar el contenido.

La cámara fotográfica congela la intensidad de la luz reflejada por la superficie de los objetos en un momento determinado, la apariencia de las cosas y la contingencia de los sucesos en el tiempo. Trozos espaciotemporales de los que nos apoderamos desde el momento en que se abre hasta que se cierra el obturador. En las cámaras análogas, la luz reflejada por ese instante de realidad entra y altera con distinta intensidad zonas de película que después convertimos en imágenes fotográficas.

La memoria humana deja plasmado el aspecto de las cosas en algo más insustancial que el acetato y su tiempo de existencia se parece al de nuestra propia vida. La cámara digital, como la memoria, no deja guardada la huella que ha dejado la luz, sino que guarda la información proveniente de la luz reflejada por los objetos dispuestos en el espacio, codificada en dígitos binarios.

La radiografía penetra la superficie, traspasa la realidad visual, pero también necesitamos contraste para poder leerla. La imagen que se forma en el acetato depende de las diferencias de opacidad de los tejidos frente a los rayos X. La imagen es un negativo que se aprende a leer sin convertirlo en un positivo. La nitidez en los bordes de los tejidos depende de la profundidad a la que éstos se encuentren respecto al aparato emisor de rayos. Los tejidos se pueden diferenciar si se encuentran a profundidades distintas. La radiografía persigue el objetivo claro de encontrar lesiones, y por tanto necesita la comparación mental entre la imagen “ideal” del organismo en buen estado, que debe tenerse memorizada, y la imagen obtenida. La lesión es lo que no coincide con la imagen mental que suponemos correcta (también se ha usado como medio de expresión estética).

El físico, profesor de la Universidad de Antioquia, Guillermo Pineda nos cuenta en uno de sus artículos (Ver para creer) que posteriores investigaciones a la invención de los rayos X demostraron que son una forma de radiación electromagnética de muy pequeña longitud de onda. Radiación que se libera cuando un haz de electrones de alta energía choca contra un blanco. Pineda enfatiza en la idea de que la longitud de onda de estos rayos es comparable a las dimensiones de un átomo.

La escala de contraste depende de los factores: tiempo de exposición y voltaje. Los voltajes destacan la escala de grises. Una escala corta es de tres tonos (blanco negro y un gris) y se obtiene con una bajo voltaje. Cuando se está interesado en ver tejidos duros se usa bajo voltaje. Con alto voltaje se observan muchos tonos de grises, los huesos no se ven con nitidez, pero sí los tejidos blandos.

La ecografía proviene de señales sonoras que se traducen en señales visuales que pueden perpetuarse. El sonido es una onda que rebota (Guillermo Pineda me aclara que todas las ondas rebotan. La luz cuando atraviesa un cristal sin romperlo ni mancharlo se refleja y rebota, de una manera parcial).

Los contrastes se crean por la intensidad del eco. El que lee la imagen sabe previamente muchas cosas, la primordial: que el líquido no devuelve el sonido y que se traduce en tono blanco. Los límites o bordes se llaman interfaces, y es allí realmente dónde empieza un eco y termina otro. La información depende de la posición del transductor. El proceso es así: el transductor produce un impulso eléctrico que se convierte en sonido, el sonido entra y rebota. El eco hace vibrar el cristal del transductor y las vibraciones se convierten en imagen en la pantalla de un computador.

La tomografía genera imágenes complejas. El objeto que se va a tomografiar se dispone dentro de un túnel. El equipo emite rayos x. La imagen queda perpetuada en cortes, a la profundidad deseada y desde el ángulo que se quiera. La imagen se resuelve en pixeles en la pantalla del computador. El contraste, en este caso, depende de la opacidad de los distintos tejidos a los rayos X.

La resonancia magnética nuclear crea imágenes sin usar rayos X. Utiliza un intenso campo magnético pulsante, un programa de computador que decodifica las respuestas de la parte expuesta. Permite hacer cortes virtuales del objeto, en tamaño y tiempo real. Mediante sustancias o métodos de contraste se pueden colorear los diferentes órganos para separar visualmente unos de otros. Permite localizar puntos exactos en la imagen y su correspondiente en la realidad. Los protones, que son los núcleos del hidrógeno, cuyo espín se orienta en presencia de un campo magnético, cuando están en reposo se disponen de manera desorganizada. Bajo el efecto del campo magnético todos se ordenan en la misma dirección, luego, son sometidos a una onda de radiofrecuencia, al tiempo que una antena capta las frecuencias. Cada protón tiende a perder energía con el tiempo, en forma de radiofrecuencia. La manera como cada protón pierde energía genera la imagen. Para leer la imagen se necesita un conocimiento previo importante, saber cómo se comportan los distintos tejidos en términos de perdida de energía. La información es múltiple. Se pueden obtener planos axiales, sagitales y coronales. El detalle de la imagen se da por contraste químico.

La termografía es una fotografía en la que se usa una película sensible a la radiación infrarroja (calor). Sirve para ver en la oscuridad. Algunas serpientes cazan sus presas percibiéndolas por medio de fosas sensibles a la radiación infrarroja, especies de ojos para el infrarrojo. Durante el día distinguen las presas que se encuentran camufladas.

La cámara Kirlian empieza creando un halo luminoso o aura alrededor de los cuerpos u objetos, aura que es visible y por lo tanto posible de fotografiar. Tiene la capacidad de agregar la información faltante. Consta de dos placas metálicas separadas por una lámina de vidrio, conectadas una a tierra y otra a un transformador de alta frecuencia. Entre las dos placas se intercala una película fotográfica y un objeto. Tiene usos industriales y esotéricos. La cámara kirlian es útil para ver fisuras en materiales sólidos.

Los hologramas se confeccionan exponiendo una película a la luz de un láser, que sufre una dispersión por el objeto que se desea reproducir. La película también se expone a la luz que procede directamente del láser. Los dos haces de luz interfieren al incidir sobre la película, ya que siguen trayectorias diferentes y no están en fase entre sí; sin embargo, la información que se registra del objeto corresponde a las diferencias de fase de las ondas que interfieren. La película registra este patrón de interferencia, que constituye el holograma. Para ver la imagen, se ilumina el holograma con un haz de luz, que sufre difracción en el patrón de interferencia grabado en la película. Esto reproduce el modelo original del objeto en tres dimensiones.

El estereograma es la ecografía tridimensional. Las distintas señales de eco son codificadas para entrar en un programa de computador que las convierte en imágenes tridimensionales.

La radiofotografía es el medio por el cual hemos llegado a conocer las galaxias. La imagen proviene de señales de radio. La señal es grabada a partir de las distintas frecuencias de radio que producen las galaxias y otros cuerpos celestes. Éstas llegan a un receptor y de allí son configuradas en imágenes. Los contrastes de las frecuencias son convertidos en colores por el computador.

El microscopio electrónico utiliza en lugar de luz un haz de electrones que al llegar al objeto se reflejan. El haz reflejado se lleva a un detector de electrones y de este a un computador encargado de reconstruir la imagen.

La cámara de rayos X de baja energía se utiliza en los aeropuertos. El rayo atraviesa los objetos según la densidad. Los objetos metálicos más densamente sólidos se destacan sobre los restantes.

Como vimos, cada método de obtener y registrar imágenes se encuentra constreñido por unos límites que están tanto en el medio mismo, como en nuestro aparato receptor. Cuando nos enfrentamos a contemplar o juzgar una imagen es importante conocer el propósito con la que fue hecha y el método empleado en la producción. Sólo así podremos obtener de ella la información adecuada. El contenido o información que nos proporciona una imagen, sea de mapa, pintura, reflejo en un espejo, radiografía, ecografía, fotografía, etcétera, depende de que conozcamos el código con el que tenemos que entenderla.

Ninguna imagen es inmediatamente interpretable y objetiva, ni tampoco absolutamente relativa. Si en la fotografía no somos conscientes de esto es porque las dificultades de interpretación son menores. El ojo necesita entrenamiento para ver, igual que para reconocer. El entrenamiento se hace de manera inconsciente, desde el momento en que nacemos y estamos expuestos a la luz y al movimiento. Tenemos un programa mental para efectuar estas rutinas, pero el programa necesita ser ejecutado para poder desarrollarse.

En la FILBO prometí enviar una información a un médico del cual perdí los datos. Este me preguntó si el libro Los invisibles de lo visible trataba el tema de las imágenes diagnósticas. Le dije que no, pero que le prometía enviarle esta pequeña investigación sobre el tema.

 

 

Comentarios