Petro revive la idea de una constituyente: ¿reforma necesaria o jugada de poder frente a un Congreso que no lo respalda?
Petro revive la idea de una constituyente: ¿reforma necesaria o jugada de poder frente a un Congreso que no lo respalda?

En las últimas semanas, Gustavo Petro sorprendió al país reactivando la idea de una Asamblea Nacional Constituyente para reemplazar la Carta Magna de 1991. Lo llamativo no es solo la magnitud de la propuesta, sino que se trata de una posibilidad que él mismo descartó durante su campaña presidencial. Aquella promesa de respetar el marco constitucional vigente ha comenzado a tambalear.

Más allá del anuncio, cabe destacar que Petro no la presentó como parte de una conversación amplia o de un consenso nacional, sino como un mecanismo para forzar al Congreso a aprobar las reformas sociales que su gobierno ha impulsado sin éxito. En ese sentido, más que una invitación al diálogo constituyente, pareció un ultimátum institucional. La constituyente emergió como una herramienta coercitiva, no como una expresión democrática.
Pero ese camino no es sencillo. La Constitución del 91, nacida del espíritu pluralista, no es un texto inamovible. Por el contrario, ha sido reformada más de 40 veces. Algunas modificaciones han sido administrativas —como declarar a una ciudad “Distrito Especial”—, pero otras han tenido consecuencias profundas y contradictorias. Por ejemplo, Uribe logró instaurar la reelección presidencial, y Santos, apenas reelegido, la abolió. La flexibilidad del texto constitucional ha demostrado que es posible adaptarse a nuevas realidades sin necesidad de fundar un nuevo Estado.
En este contexto, cabe hacerse una pregunta esencial: ¿qué es lo que está tan mal en la Constitución del 91 que amerita su completa sustitución? ¿No se tratará más bien de un intento por habilitar cambios que hoy tienen restricciones claras? Porque si lo que se busca es actualizar el texto, ya existe un camino probado —y practicado por gobiernos de todos los matices— que permite hacerlo dentro del marco legal.
La respuesta preliminar a las anteriores preguntas es que hay una única reforma que no se puede hacer por el camino parlamentario: la reelección presidencial. Santos cerró esa puerta expresamente, dejando solo dos rutas para reabrirla: una nueva Constitución o un referendo.

Antes de hablar de una Asamblea Constituyente, el país merece claridad. ¿Qué cambios busca exactamente el presidente? ¿Por qué no puede lograrlos a través de los canales actuales? ¿Y qué tipo de Constitución imagina? Solo conociendo esas respuestas podremos entender el verdadero propósito detrás de esta propuesta.
Los editores de los blogs son los únicos responsables por las opiniones, contenidos, y en general por todas las entradas de información que deposite en el mismo. Elespectador.com no se hará responsable de ninguna acción legal producto de un mal uso de los espacios ofrecidos. Si considera que el editor de un blog está poniendo un contenido que represente un abuso, contáctenos.