Cara o Sello

Publicado el

El popular Golpe de Estado

En Colombia tenemos la extraña costumbre de tener momentos históricos claves que forman de alguna manera nuestro imaginario colectivo; aunque lo raro ahí no es el hecho de poseer dichos conocimientos de carácter, si se quiere, anecdótico,  si no, las diferentes versiones que hay sobre los mismos hechos a través de la geografía nacional.

El 13 de Junio de este año se cumplieron sesenta años de aquel día en el que el país tuvo tres presidentes en un mismo día; se conmemoran los seis decenios del Golpe de Estado ejecutado por el General Rojas Pinilla y compañía. Efectivamente, este hecho se encuentra clavado en las historias que se cuentan de boca en boca; ya sea en la casa de los abuelos, en las plazas de los pueblos o en los pomposos cafés de cualquiera de nuestras ciudades principales. La misma historia, contada de manera diferente, con más o menos arandelas, según sea el caso. Esto se debe, en mi opinión, a las características políticas propias del país en la época del golpe.

En 1953 Colombia estaba polarizada en muchos sentidos, el más evidente era el político (Liberales contra Conservadores), pero también estaba el religioso (Católicos contra los Protestantes, Judíos, etc), el económico-social (el Campesinado revelándose cada vez más contra las clases dirigentes) y así sucesivamente. Entonces, para la época había muchas combinaciones de estas variables y eso afectó, evidentemente, la forma en la que las personas se expresaban sobre los temas; en especial sobre el Golpe y sus consecuencias. Estas diferentes versiones se fueron transmitiendo de generación en generación y son tan opuestos los puntos de vista sobre los aspectos formales del gobierno militar, que podemos sentarnos a escuchar una discusión entre ciudadanos al frente de la alcaldía de Santa Marta y otra en la de Ibagué, y apreciar lo diferente ­–en lo formal­– que son las conversaciones.

Sin embargo, hay algo claro aquí, en el fondo todas las historias pretenden lo mismo: resaltar un acontecimiento que fue definitivo para lo que viviría el país, en materia política, los siguientes años. Es curioso porque lo que importa del golpe de Estado no es el golpe en sí ­–todos sabemos que se pudo haber evitado fácilmente y que Rojas Pinilla habría podido ser electo popularmente sin mayor problema­–, lo que importa de ese momento es su conexión con el nacimiento del Frente Nacional. ¡Ese si es el tema preferido de los Colombianos! Y el hecho de que el Golpe de Rojas haya sido el impulso que necesitaban los partidos tradicionales para pactar una división (milimétrica) de la burocracia estatal, es la verdadera razón de la importancia de ese acontecimiento político particular.

Si uno presta atención a las discusiones que sostienen los ciudadanos en las plazas públicas, no es casual ver como el tema del famoso Golpe conlleva fácilmente a hablar del Frente Nacional; obviando, muchas veces, el establecimiento de una junta militar transicional ­–que entre otras cosas nunca pretendió usurpar el poder­–. Lo que se comenta, acertadamente, es que la situación de un gobierno “de facto” era inaudita para  Conservadores y Liberales y por eso las cabezas visibles de cada colectividad pactaron la repartición de los puestos y la alternación del poder durante 16 años. Este ejemplo se podría comparar con la importancia que tiene para la cultura popular colombiana la Masacre de la Plaza de Toros, no tanto por la matanza como tal, sino por la “aparición” de la heredera política del General Rojas: su hija María Eugenia, quién después sería una personalidad de la política nacional, así como lo serían los hijos de esta (los notorios nietos del General).

Pero si volvemos al punto que tomamos como importante, el Gobierno del General Rojas Pinilla se convirtió en un acontecimiento de gran importancia para la historia política nacional, no porque haya surgido de una usurpación del poder legítimo que ostentaba Roberto Urdaneta (Presidente Encargado durante la enfermedad de Laureano Gómez, presidente titular), sino porque este gobierno fue definitivo para la configuración de un pacto interpartidista por el poder que duraría más de una década. Más allá de lo que las anécdotas parezcan decir, los colombianos sabemos que lo que importa no es el golpe, todo lo contrario, eso es lo más fácil de ignorar.

 

Julio Morales Daza

@JotaMorales

Comentarios