Blog de notas

Publicado el Vicente Pérez

Obama, el etéreo

Un presidente de los Estados Unidos negro —a diferencia de un Papa negro— era un suceso auspicioso, esperanzador para el mundo entero luego del quiebre económico del 2008. Barack Obama era un presidente chévere, que apuntaba a ser un reformista, era algo “revolucionario” (sin que EE. UU. lo sea) este sucesor del belicista George W. Bush. Mejor dicho, era un presidente hawaiano.

Recordemos que Barack Obama es premio Nobel de paz, lo que lo enarbola como un hombre con grandes méritos para serlo, uno se imagina, y no solamente el hecho de ser presidente de Estados Unidos. Sucede aquí, como hace medio siglo, que la Academia Sueca tuvo otro desatino, como el premio Nobel de literatura para Winston Churchill. Claro que sería un insulto darle a Churchill el de la paz.

En materia interna, Estados Unidos no atraviesa su mejor década, con sus tasas de desempleo, la inmigración ilegal, le eternizada amenaza terrorista, y desde luego, la ya normal carga de ser la potencia mundial. Por lo tanto un presidente como Obama era como un Kennedy moderno. En política exterior nunca me sentí atraído: en la campaña presidencial cuando Andrés Oppenheimer le preguntó por América Latina dijo que nunca había viajado allí, y cuando se le preguntó por líderes latinos se quedó corto de palabras. No hubo esa empatía que se esperaba, no propuso nada nuevo para la región, igualmente para el resto del mundo, mientras China, India y las potencias emergentes se alzan como candidatos a suceder a Estados Unidos como potencia (¿o potencias?) mundial. Por paradójico que sea, si algo le ha faltado a su administración ha sido color.

Quizá su mayor logro haya sido la baja de Osama Bin Laden, lo que subió su aprobación de manera fugaz, pues en pocos meses su país estaría inmerso en una crisis de deuda, con posibilidad de suspensión de pagos, lo cual dejó en muy mal aspecto la batuta económica de Estados Unidos. Por fortuna, el congreso (de mayoría republicana) ha accedido a aumentar el techo de la deuda luego de un acuerdo con el gobierno. Mas no fue Obama el protagonista de esta solución, figuraron más los dirigentes del Tea Party, lo cual deja en entredicho su capacidad de liderazgo.

Así pues, Obama no resulta, luego de dos años de mandato,  el presidente afrodescendiente incluyente y progresista con el que pudo soñar Martin Luter King, ni tampoco el mediador de conflictos al que se perfiló al inicio de su era. No ha sido un mal presidente, pero para su infortunio, se esperó más de él. No ha sido mal presidente, pero su posición le ofrecía ser un presidente de estudio histórico, de muchos recuerdos; no se esperaba que fuera un presidente más…

En Latinoamérica, Estados Unidos ha perdido considerable influencia. Lo que los estadounidenses (y George Bush, padre) llamaron el “patio trasero” ideológicamente camina hacia la izquierda. Esas doctrinas como la Monroe, Reagan, el consenso de Washington ya no tienen eco. Y por supuesto a Estados Unidos le favorece tener de vecinos (mirando hacia el sur) a países económicamente sólidos que le ofrezcan una alianza confortable como lo ha sido la Unión Europea. Acaso ha pasado el momento de EE. UU., o ya no tenga el suficiente poderío para hacer y deshacer como a finales de la Guerra Fría. Al momento de escribir estas líneas no se puede sentenciar este gobierno como bueno o malo, ni blanco ni negro, hasta el momento no es más que etéreo. Pero aún resta año y medio más para no tener que preguntar: Obama, progress?


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CONSIDEREMOS: Venezuela tiene un ministerio para la juventud, es una buena idea para aplicarla en Colombia. Podría ser un viceministerio en el ministerio de Protección Social, propongo que sean dos: el de la juventud y el de la mujer (pero que funcionen y no sean para armar más burocracia); en esta época de Mundial Sub-20 he visto mucha división regionalista en los foros de Internet, este no es momento para discutir si es mejor ser costeño, paisa o rolo. Deberíamos unirnos y ser excelentes anfitriones.

@VicentePerezG

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