Por: CAMILO ARANGO (@camiloarangoo)
Las últimas semanas han estado marcadas por las imágenes y noticias que los medios de comunicación presentan sobre el conflicto en Ucrania y las protestas de la oposición venezolana contra el gobierno del presidente Maduro. Dos problemáticas diametralmente diferentes por las motivaciones de unos y de otros para alentar levantamientos contra sus gobiernos, pero dos casos que de nuevo ponen en jaque la imagen de la institucionalidad internacional, incluso de instituciones como el consejo de seguridad de las Naciones Unidas.
El caso de Ucrania es el más complejo. Las luchas entre los poderes de la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia, impulsaron el derrocamiento del gobierno del presidente Víctor Yanukóvich por parte de grupos de la población que no consideraron legítimo un nuevo acercamiento a la política exterior de Moscú, luego de varios gobiernos que pretendieron la integración del país a la Unión Europea. Se trata de un territorio estratégico por su ubicación geográfica, su pasado soviético, su rápido crecimiento económico e integración al capitalismo, y los intereses rusos en el control de la región de Crimea poblada en su mayoría por simpatizantes del gobierno del presidente Putin.
En Venezuela por su parte, la oposición ha pretendido tomar un nuevo aire para poner en evidencia la polarización política en la que se debate el país desde la llegada de Chavez al poder. En este caso, la movilización se promovió alrededor de la carismática imagen de Leopoldo López, y las protestas en las calles de Caracas y algunas ciudades fronterizas con Colombia han puesto de nuevo el tema de las violaciones a los derechos humanos por parte de agentes del Estado venezolano en las agendas de los medios de comunicación.
Dos conflictos con alcances y consecuencias diferentes, pero dos escenarios que plantean serios cuestionamientos a la institucionalidad internacional pensada para el sostenimiento de la paz en el mundo y el respeto de los derechos humanos. En el caso de Ucrania, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sesionó de forma extraordinaria, mientras el parlamento ruso autorizada al gobierno de Putin a trasladar sus tropas hasta la región de Crimea para preparar un eventual ataque en defensa de sus intereses en ese territorio y la protección de su enclave en el puerto de Sebastopol. No hubo acuerdo y las posteriores declaraciones del presidente ruso dejaron sin validez cualquier decisión de los miembros del Consejo de Seguridad que pretendiera limitar el accionar militar de Rusia en territorio ucraniano. En el caso de Venezuela por su parte, los organismos multilaterales de la región, en especial la OEA, aún no toman partido en la crisis que afecta hace varias semanas al país, y desde ya el Presidente Maduro ha dicho que no permitirá la mediación de ninguna organización que legitime a la oposición o cuestione el actuar de su gobierno.
¿Cuál es el papel entonces que están cumpliendo estas instituciones del nivel internacional? ¿Resulta apropiado el sostenimiento de amplias burocracias, procedimientos e instancias de consulta en el nivel internacional, sin tener incidencia en los conflictos reales que tienen lugar en el mundo? La defensa de la paz y el orden mundial es un anhelo de todos y con esa ilusión se crearon estas instituciones, pero si su incidencia en los conflictos cotidianos no tiene peso alguno, es necesario replantear su funcionamiento o incluso su existencia. Es claro que el escenario actual es diferente al de la segunda posguerra mundial cuando se diseñaron la mayoría de estas instancias, y por ello el tema debe ser pensado de nuevo con detenimiento para cumplir con un objetivo básico: la defensa y el respeto de los derechos humanos en todos los territorios, para contribuir a la paz mundial. Mientras eso ocurre, seguiremos viendo que pasa en esos dos territorios.
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