Por: Sebastián Trujillo Osorio (@BaldomeroPessoa)
La cultura es todo lo que el hombre crea; nos define y nos contextualiza en nuestro entorno. La cultura existe desde siempre en el hombre, es nuestra construcción del mundo.
Medellín, ciudad dual y contradictoria, hoy es fuente inagotable de creación artística y manifestaciones multiculturales, y es, además, una ciudad sitiada por diversos fenómenos de violencia, extorsión y crimen. No hay un solo barrio –ni corregimiento- de la ciudad en el que no exista un grupo cultural, un consejo de cultura, clubes de danza, escuela de música o espacio para el encuentro y las manifestaciones creativas. Ciudad de contrastes, de retos, de múltiples narraciones.
Las “Redes artísticas”, en convenios públicos con universidades y laboratorios creativos, tienen hoy a más de 4.000 niños en la red de escritores, 5.000 niños y jóvenes en la red de escuelas de música, y muchos otros en las redes de artes visuales y artes escénicas.
El Sistema de Bibliotecas Públicas tiene 27 espacios de promoción del conocimiento, la cultura y la memoria local, entre Parques Bibliotecas, bibliotecas barriales, la Biblioteca Pública Piloto, la Casa de Lectura Infantil y el Archivo Histórico de Medellín (declarado hace un par de semanas como Patrimonio de la Humanidad). El Plan Municipal de Lectura planeta cinco grandes estrategias de promoción y fomento de la lectura y la escritura, y cada año realiza los llamados “eventos del libro”, entre los que están la Fiesta del Libro y la Parada Juvenil de Lectura. Las Becas a la Creación de la Alcaldía, entregan 1.000 millones en todas las modalidades de creación, fomentando las profesionalización del oficio de artista.
Otras entidades gestoras del movimiento cultural, importantes de destacar, son el Teatro Pablo Tobón Uribe como promotor del corredor cultural de la Avenida La Playa; el Teatro Lido con programación diaria en el Parque de Bolívar; la corporación VivaPalabra y los encuentros de cuenteros; las nuevas alternativas de comunicación como La Morada (emisora virtual) y periódicos como Vivir en El Poblado, que dedica un buen espacio a promover nuevas propuestas estéticas.
El Balcón de los Artistas (campeones mundiales de Salsa) en Manrique; el Nippon Fest (cultura japonesa) en Belén, grafitteros en la Casa del Graffiti en el barrio Alfonso López; el movimiento HipHop en la Comuna 13; Medellín en Escena, que reúne 23 salas de teatro con programación permanente, y organizan la Fiesta de las Artes Escénicas en septiembre. Galerías de arte como Lokkus en el Parque Lleras y Plecto Galería de Liliana Hernández en Conquistadores, abren espacios para nuevos creadores. Artistas plásticos como Mario Vélez, Juan Santiago Uribe, Libia Posada, Esteban Zapata, y Juan Ricardo Mejía, son nombres que cada vez suenan más en el país dentro del circuito de arte.
Me quedo corto en nombres e instituciones, y es evidente que la ciudad vibra por sus procesos artísticos, que tendrán, irremediablemente, que convertir a los jóvenes que hoy crecen en ciudadanos más libres y comprometidos con su entorno. La cultura es a la vez educativa y formativa.
Paradójicamente, también habría que pensar, que toda la violencia experimentada en los últimos años, es también fuente de resistencias civiles y artísticas. Otra de las grandes contradicciones humanas; ya lo dijo el escritor Sergio Pitol, “la cultura es una lucha contra la corriente”.
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