“El río te canta, y el río te llora, la sangre del río guarda tu memoria”.
Fragmento de la canción Un Río que Canta
La historia colombiana está manchada de sangre. El conflicto armado que hemos vivido- unos con más infortunio que otros- ha dejado a muchos muertos por dentro.
Los ejemplos son infinitos: las familias masacradas, los cuerpos desaparecidos, las iglesias bombardeadas, los niños muertos, los campesinos desplazados, el zumbido de los disparos y los cuerpos sin alma, son algunos de los episodios que van a protagonizar las historias que les vamos a contar a nuestros nietos.
A pesar de esto, este país se dio cuenta de que no se puede vivir en medio de la guerra; básicamente se cansó hasta el límite. Hace un tiempo se está hablando en nuestro país de formas y fórmulas para terminar con el conflicto armado. Los acuerdos de paz, los procesos de desmovilización o la reparación a la víctimas son algunas de las iniciativas que en Colombia han tomando la palabra para poner punto final a una guerra.
El tema de la reconciliación y reparación de víctimas me apasiona, siento que expone al desnudo aspectos bien profundos de los seres humanos. Dentro de todo el trabajo que ha realizado el Centro Nacional de Memoria Histórica buscando poner a las víctimas en el centro de los procesos de reparación, hay uno en particular que me hace sentir optimista en medio de tantas tragedias, se llama Tocó Cantar, travesía contra el olvido.
Es una producción musical que pretende reconocer a los músicos y compositores locales de aquellas regiones afectadas por la violencia en el país, quienes a través de sus canciones describen las múltiples realidades de las comunidades, y logran por medio del arte una forma pacífica y creativa de resistir.
Son 45 canciones, y no sabría decidir cuál de todas logra trasmitir más emociones. En los tambores se siente el dolor, en las guitarras se escuchan los lamentos, en la marimba se siente el mar, y en la voz de los artistas se puede identificar la lucha y la resistencia. Me parece hermosa la forma en que estos hombres y mujeres cantan sus tristezas, me recuerda que el arte como forma de expresar sentires es sanador.
A mí me gustaría pensar un país donde todos fuéramos lo suficientemente valientes para cantar, escribir, recitar, dibujar, o simplemente contar las tristezas que cargamos por la vida. Perdonar es la única forma en que la paz puede llegar a los territorios, un papel firmado por un grupo de personas en un país lejos de donde quedó la sangre derramada nada tiene que ver con la paz. Hace unos días escribía en una columna que la paz se construye en los territorios, y estos artistas a través de la música, lo están logrando. (http://www.bajolamanga.co/index.php/columnas/item/908-la-paz-no-esta-en-la-habana).
Uno de los músicos del proyecto expresa lo siguiente: “Lo ideal es que todos de alguna forma expresarnos qué nos emociona, qué no estamos de acuerdo (sic), qué nos duele, y que no queremos que eso siga ocurriendo”. Yo creo que en un país donde algunos están cantando para perdonar, para sentirse mejor, para inmortalizar el dolor y exigir la no repetición, las cosas pueden ser mejor.
Tenemos todos que empezar a cantar para perdonar, para no olvidar.
Para escuchar el trabajo musical completo: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/discografia-toco-cantar
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