Bajolamanga.co

Publicado el Bajolamanga

Rosa Elvira, Jineth y Natalia ponen su fuerza, ¿y el resto qué ponemos?

Por: 

La semana pasada sucedieron tres noticias alrededor de tres mujeres a las que la violencia les ha atravesado lo más profundo de sus existencias, pero ni la muerte ni el dolor ha podido destruir sus capacidades de convertir la tragedia en detonante de transformaciones para esta sociedad.

La primera de ellas es Rosa Elvira Cely, una mujer de 35 años que se encontraba terminando la validación de su bachillerato y tenía una hija de 12 años. A ella, el 24 de mayo del 2012, Javier Velasco Velásquez (su compañero de estudio) decidió atribuirse los derechos a violarla de la forma más ruin y a arrebatarle la existencia.

Rosa Elvira peleó por su vida, ella misma llamó al 123 pidiendo ayuda y logró sobrevivir 4 días en cuidados intensivos en el Hospital Santa Clara de Bogotá; a pesar de todo esto, la vida se le apagó.

Sin embargo, la muerte no logró acallar a Rosa Elvira Cely, su hermana Adriana y muchas otras mujeres se han convertido en su voz dentro de una lucha que seguramente hoy ella misma estaría librando si hubiera conseguido sobrevivir: que ni una sola mujer tenga que padecer los vejámenes de la violencia porque algún hombre se considera con el derecho de propiedad sobre ella.

Este arduo camino dio uno de sus grandes avances la semana pasada con la aprobación de la Ley del feminicidio en Colombia (también conocida como la Ley Rosa Elvira Cely), con la que se establece al feminicidio como un delito autónomo, brindando así mayores garantías para su prevención, investigación y sanción.

La segunda de estas tres mujeres es Jineth Bedoya Lima, una periodista que siempre ha usado sus artículos para denunciar la impunidad que se vive en este país. El 25 de mayo del 2000 fue secuestrada, torturada y violada por varios paramilitares, como una atroz forma de ordenarle que renunciara a las investigaciones que estaba realizando en la cárcel La Modelo de Bogotá, por casos de impunidad y corrupción que implicaban a varios cabecillas del paramilitarismo.

Pero la violencia no logró detenerla, todo lo contrario, llevó a que Jineth asumiera una nueva lucha: los derechos a la verdad, la justicia y la no repetición de todas aquellas mujeres que, como ella, han sido víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado colombiano.

Hoy esta mujer tiene el reconocimiento nacional e internacional por su lucha; no obstante, ni esto ha podido garantizar que la justicia llegue de forma efectiva a su caso. Después de 15 años, su situación aún no ha sido resuelta y la semana pasado tuvo un nuevo tropezón: la Fiscalía ordenó la libertad de uno de los paramilitares que la violó.

Afortunadamente, unos cuantos días después la misma Fiscalía ordenó su recaptura, y no porque sean muy conscientes del gran error que cometieron, sino porque la sociedad se unió a la fuerza de Jineth y generó la presión necesaria para obligar a esta decisión.

Por último, está Natalia Ponce de León, quien el 27 de marzo del 2014 se convirtió en la víctima del ataque con ácido más violento en la historia de nuestro país, debido a que Jonathan Vega se atribuyó el derecho a arrebatarle su brillo, su belleza, su esencia y por poco su vida.

A pesar de que Natalia sólo pedía que la dejaran morir poco después de haber sufrido este doloroso ataque –que dejó marcas en el 30% de su cuerpo–, hoy no sólo está viva sino que su brillo es aún más fuerte de lo que era antes de todo este tormento.

Su fuerza interior es impresionante, no sólo está dedicada a su recuperación física, psicológica y espiritual con mucha perseverancia; sino que hoy preside la Fundación que lleva su nombre, dedicada a luchar por todas las personas que sufren ataques con ácido, con el propósito de garantizar su efectiva recuperación y endurecer las penas que castigan este tipo de delitos.

El viernes de la semana pasada Natalia tuvo que brindar testimonio en el juicio que se adelanta contra Jonathan Vega. Allí le tocó responder preguntas y ver videos con el propósito de reconocer a su atacante.

Desde el principio, Natalia se mostró fuerte y dispuesta a enfrentar el dolor que se aviva al rememorar toda esta tragedia; no obstante, el abogado de su victimario –Antonio Luis González– se centró en atacar a Natalia más que en defender a Jonathan. Toda respuesta que ella daba, él la cuestionaba, la inquiría; fue tan hostil este momento que el abogado defensor de Natalia –Abelardo de la Espriella– pidió que la sesión fuera aplazada para que pudiera recuperarse emocionalmente.

Rosa Elvira, Jineth y Natalia tienen algo en común: poseer una gran fuerza interior que permite que luchen por sí mismas y por aquellas mujeres que han padecido lo mismo que ellas, sin importar el dolor y la muerte que pueda habitarlas. No obstante, los hechos sucedidos la semana pasada demuestran que no es suficiente la fortaleza que estas mujeres puedan tener. Si la sociedad y el Estado no las acompañan y les brindan garantías, sus historias y las de muchas mujeres de este país seguirán estando llenas de revictimización e impunidad.

Los invitamos a seguir Bajo La Manga en Twitter: @bajo_lamanga y a visitarnos en www.bajolamanga.co

Comentarios