Hace 10 años decidí participar en política, tenía 19, sin un apellido político, repartiendo volantes y siempre con la convicción de hacer una política diferente y de que las cosas pueden mejorar. En el 2005 formé con unos amigos un grupo que quería participar en temas de ciudad, y que terminaría por apoyar la candidatura al Concejo de Medellín de Federico Gutiérrez en el 2007. Gutiérrez era por ese entonces cercano a la Alcaldía de Sergio Fajardo. Fueron los inicios, tímidos, donde todavía no estaba muy seguro de seguirlo haciendo, pero al final una experiencia valiosa.Fue finalmente en el 2008, haciendo la práctica de mi carrera en la Secretaría Privada de la Alcaldía, cuando decidí meterme de lleno, y por invitación de una gran amiga ahora, ser parte del movimiento que Fajardo lideraba (y lidera), Compromiso Ciudadano. Ya conocía a algunas personas por mi experiencia pasada. Me enamoró del grupo la manera de hacer la política, la reivindicación de lo público, la educación como motor de transformación y la apuesta por los jóvenes. Pero sobretodo, su gente. Allí encontré mi identidad.
Desde eso hasta ahora han pasado muchas cosas. Me gradué como administrador de negocios, he participado en todas las campañas políticas, desde la Presidencia de Fajardo en el 2010 hasta las locales de 2011, fui edil de El Poblado y trabajé en la Gobernación actual en las Secretarías de Hacienda, Gobierno y Educación.
Hoy Medellín es una ciudad que ha mejorado, es la resiliente, la que se ha venido transformando, pero de la que creo todavía puede seguir avanzando. Todavía hay muchos temas por solucionar.
El pasado 25 de junio fue presentado en la Cámara de Comercio por el programa Medellín cómo Vamos, el decimo Informe de Calidad de Vida de Medellín para el año 2014. En general, se ha avanzado en algunas cosas, pero también se ha retrocedido.
La ciudad sigue siendo una de las más desiguales del país en cuanto a ingresos se refiere, y que se evidencia en el aumento porcentual de 4% en el índice de GINI; la apuesta de 100 mil soluciones de vivienda que la actual administración se puso como meta no ha influido significativamente a mejorar las condiciones de los más necesitados; se sigue con índices de pobreza por encima de ciudades como Bogotá y Bucaramanga, y la pobreza extrema se redujo menos de lo que se redujo en las 13 áreas metropolitanas en promedio; la inversión en población vulnerable como LGBTI, afro e indígena sigue por debajo del 0,5% y la inversión en primera infancia, que representa la mayor rentabilidad social para la ciudad, ha disminuido con el alcalde actual, perjudicándose programas como Buen Comienzo.
Preocupa sobremanera la disminución en la cobertura educativa en todos los niveles. La educación inicial (niños de 3 a 4 años) tuvo una caída de casi 18%. Las tasas de cobertura entre secundaria y media en el 2014 fueron de 92% para la primera y 57,4% para la segunda, lo que significa que muchos jóvenes dejaron de estudiar entre los grados noveno y decimo. Jóvenes que quedan a merced de las bandas criminales o entran a engrosar las cifras de desempleo. El acceso a educación superior sigue siendo desigual cuando uno compara las cifras entre comunas y todavía no tenemos los resultados que queremos en las pruebas nacionales e internacionales. Ni que hablar de la capacitación a maestras y maestros, que desde 2008 hasta 2014 ha recibido una inversión solo de 0,8% en promedio de lo que se invierte en educación.
Pero el tema que más me preocupa es el de empleo, en especial el desempleo juvenil, que va además ligado al tema de educación. El empleo representa una conexión directa y de corto plazo con la calidad de vida de las personas, y cuando no se tiene se perjudica no solo las condiciones físicas, sino también psicológicas y emocionales de las personas.
La cifra que aparece en el informe de Medellín cómo vamos habla de una tasa de desempleo de 10,2%, pero según el DANE en mayo de este año ya está de nuevo en 11,2%. Muy por encima de la tasa nacional que está en 8,9%.
Dentro de todo, los que presentan el panorama más negro son los jóvenes. Según el informe, un joven en Medellín tiene 2 veces más posibilidades de estar desempleado que un adulto, aunque tengan un mayor nivel educativo. Lo que muestra finalmente que la falta de experiencia se ha convertido en un obstáculo. El año pasado su tasa de desempleo fue de 17%, más del doble de la tasa de los adultos (7,5%). Dentro de todo esto, háblese de jóvenes o adultos, las mujeres siguen siendo las más desempleadas, lo que muestra la importancia del enfoque de género.
A todo esto se suma la reducción en un 25% en el número de patrones o empleadores en la ciudad, lo que puede mostrar dos cosas: cada vez menos personas se deciden a emprender dado que faltan mejores condiciones, y a que cada vez más empresas están desapareciendo. De hecho, las cifras que maneja la Cámara de Comercio de Medellín respecto a la mortalidad empresarial promedio es del 42% a los 5 años de constituidas las empresas. Es claro que no solo nos debemos centrar en la creación de empresas sino también en su sostenibilidad en el tiempo. Este puede ser otro factor para que la tasa de desempleo no de tregua.
Todas estas cifras son un argumento más para querer trabajar por la ciudad. Una ciudad donde haya más oportunidades en educación, pero sobretodo mejores oportunidades y mejores condiciones para la generación de empleo digno y de calidad. Un alcalde no hace nada si no tiene un buen Concejo. Tenemos que empezar a darle al Concejo la misma importancia que se le da al alcalde, pues es ahí donde finalmente se discuten muchos de los proyectos que se hacen en la ciudad.
Desde esta semana soy candidato oficial al Concejo de Medellín por el movimiento Creemos, y apoyando a Federico Gutiérrez en su aspiración a la alcaldía, como en mis comienzos, pero esta vez desde un movimiento independiente, y con la convicción de que estaré representando y defendiendo lo que he aprendido en Compromiso Ciudadano. Cuando uno ve ambos movimientos, sus principios, su gente y lo que buscan, no son tan diferentes, pero esa es otra discusión. No ha empezado campaña oficial y muchas cosas han pasado, pero aquí seguimos firmes.
Desde el Concejo buscaremos abordar las problemáticas de la ciudad, pero necesitamos una renovación. En mi periodo como edil nunca vi a todos los 21 concejales sesionando, salvo en la posesión. El Concejo necesita un cambio, su enfoque debe ser la ciudadanía y no la burocracia, se debe recuperar la confianza de una corporación que ha estado arrodillada a intereses particulares, y se merece estar integrada por concejales que sesionen en el recinto y no en la cafetería.
NOTA: dada mi condición de candidato, esta es mi última columna en Bajo La Manga para no afectar la imparcialidad del medio. Agradezco inmensamente a directivos y compañeros durante todo este tiempo.
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