Por: Alejandro Gamboa (@dalejogamboa)
En la primera rendición de cuentas de los congresistas de la Alianza Verde se puso sobre la mesa consultar a la ciudadanía sobre el proceso de paz. La audaz propuesta le preguntaría a la ciudadanía sobre la puesta de un limité a la negociación en La Habana hasta el 9 de abril de 2016. Ese día, el 9 de abril, del año de 1948, fue asesinado el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, lo que desencadenó una histeria general y desórdenes a lo largo de toda Bogotá en lo que se ha conocido como “El Bogotazo” y de ahí su simbolismo.
El punto de partida de la mayoría de congresistas verdes es intentar llevar hasta la mesa un clamor que desde el inicio de las negociaciones de paz se mantiene y es la de profundizar la relación del proceso con la sociedad civil, acercarla y ponerla en contexto. En principio los foros sociales sobre los temas de la agenda acordada por el gobierno y la guerrilla, liderados por varias agencias de la ONU y la Universidad Nacional, cumplieron una labor trascendental para acercar las propuestas, dudas y reproches de la ciudadanía a los equipos de negociación. Sin embargo, siguen faltando esos vasos comunicantes que conecten a la sociedad en general con lo que sucede en La Habana y con lo que sucede en el país que negocia en medio del fuego cruzado y entre oleadas de tranquilidad y terrorismo.
Sin duda, la propuesta de los congresistas abre una puerta a otro tema, algo que aún no se dice fuerte y que no se ha hecho de ninguna manera y es criticar la forma de negociación en la lógica de enemigos. Sin duda creo que en eso permanece gran parte de la tranquilidad y el replanteamiento de las posiciones dentro del Centro Democrático y varios opositores de la paz o quienes quieren una posición de negociación más rígida desde lo institucional. Sostener que las FARC son los enemigos número uno del pueblo colombiano.
Es claro que las FARC no son fáciles de entender, sus lógicas y acciones, hasta entendiéndolas son inaceptables; ellos se han ganado a pulso ese lugar del enemigo. Nada que hacer, los hechos son tozudos.
Sin embargo, como lo señalaba semanas atrás el columnista Álvaro Sierra en El Tiempo “…La negociación en La Habana es para poner punto final a una forma de vivir: la de negar al otro al punto de eliminarlo.”[1] Y, sin embargo, la muerte continúa y la posición de las FARC sigue llegando a gotas, editada y comentada, puesta a punto para que su posición de enemigos se mantenga.
Es una seguridad negar a las FARC y sus tesis; así, en caso de un fracaso de las negociaciones, regresar a la guerra resultará más fácil y rápido, tanto que hoy siempre parece la salida más pronta. Es la espada de Damocles sobre las FARC. Está bien, es válido, como dije antes las propias FARC se han encargado de deformar su propia lucha y tocaron las fibras del terror y el rencor de la sociedad colombiana hasta el punto de convertirse en los indeseables.
A pesar de ser los indeseables y sacarnos de tanto en tanto caras de asombro que corren cada día más los límites de nuestra imaginación sobre los vejámenes que son capaces de cometer con tal de hacerse notar, no puedo entender cómo puede continuar la negociación tratando de poner a las FARC como seres de otro planeta, sin oír su voz y sus puntos en cadena nacional. Sin encontrar el lado humano que parecen no tener.
A descubrir ese lado humano invitó Kofi Annan a las partes, como lo cuentan en el especial de semana “Crónica de la tensa negociación en La Habana”[2] y creo que es hora de que también suceda con la sociedad en general.
Pero cómo descubrir ese lado humano. En primer lugar, es necesario abrir las comunicaciones a las FARC, quiero conocer sus puntos de vista, quiero escucharlos para criticarlos, leerlos para entender lo inentendible. Para que se enfrenten a la opinión pública ellos y empiecen a responder, pero también a contar.
Luego me uniría a la causa de simplificar los procesos y consultar de manera más dinámica a la sociedad civil, podemos entender, tenemos que hacerlo, radio, televisión, prensa, tienen una gran penetración en las distintas esferas de la sociedad, quiero ver a las FARC ahí diciendo porque sí a un cese bilateral y quiero a los opositores diciendo por qué no, necesitamos activar el debate y abrir esos canales.
Si lo primero se cumple, lo segundo será inevitable y los plazos dejarán de ser necesarios y el proceso independiente de su duración será un mecanismo de preparación para la paz.
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