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¿Para qué más policías?

Por: Camilo Arango (@camiloarangoo)

En los últimos días, se ha denunciado en medios locales que el aumento significativo de policías en el centro de Medellín no ha tenido un impacto real en la disminución de delitos, en especial de aquellos delitos que más afectación generan a la percepción de seguridad de las personas en la ciudad. Las cifras presentadas por autoridades locales y medios de comunicación, hablan de un aumento del 407 por ciento en el número de policiales asignados a la implementación del Plan nacional de vigilancia comunitaria por cuadrantes en la jurisdicción de la estación Candelaria del centro de Medellín entre los años 2012 y 2014, pero un aumento cercano al 150 por ciento de las denuncias, por ejemplo, del delito de hurto en la misma zona y en el mismo periodo de tiempo.

El Plan cuadrantes, tiene como objetivo «optimizar el servicio de Policía, a través de la delimitación territorial, asignación de responsabilidades, recursos y ejecución de procesos en coherencia con el modelo de vigilancia comunitaria, permitiendo contrarrestar las causas y factores generadores de los delitos y contravenciones para el mantenimiento de la convivencia y seguridad ciudadana», de acuerdo con la información publicada por la Policía Nacional. La optimización del recurso de policía no está únicamente ligado a la creación de más cuadrantes  dentro de una jurisdicción territorial, y por ello los resultados no se pueden esperar exclusivamente de la asignación de un mayor número de policiales a una delimitación territorial más pequeña como cuadrante, pues hay fenómenos asociados al crimen organizado que requieren de la activación de otros mecanismos de mayor especialización en el servicio de policía, que aquel que puede prestar el personal entrenado para funciones de vigilancia en los cuadrantes. Así parece reconocerlo el objetivo de la implementación del plan, cuando condiciona la optimización del servicio de policía a la «capacidad de contrarrestar las causas y factores generadores de los delitos y contravenciones para el mantenimiento de la convivencia y la seguridad ciudadana».

El caso del centro de Medellín es un buen escenario de estudio. Sin duda, los delitos que allí se cometen no responden en su totalidad, y posiblemente ni siquiera en su mayoría, a lógicas oportunistas sino a dinámicas de control territorial y crimen organizado que instrumentan delitos cotidianos para generar efectos negativos en esos territorios en clave de sus intereses. Así ha ocurrido en otros lugares del mundo, donde la consolidación de actividades criminales de mayor impacto está mediada por la afectación de la percepción a través de delitos como el hurto, para esconder los reales propósitos detrás de la consolidación de un poder hegemónico en un territorio para sacar provecho ilícito, que debería ser hoy la preocupación de las autoridades frente a las dinámicas criminales que afectan el centro de Medellín.

Por eso la respuesta a los problemas del centro no se van a solucionar con la asignación de más policías para el modelo de cuadrantes, pues la mayor división del territorio en jurisdicciones más pequeñas, parece que hace ineficiente el servicio de vigilancia, dificulta la articulación en el trabajo con las demás capas de grupos especiales y no está generando un impacto real en las dinámicas de control y desactivación de los fenómenos criminales. Se requiere de una mejor planeación del servicio de policía con la definición de objetivos claros antes de la asignación del personal que para ello se requiere. La respuesta institucional no puede ser la designación de un mayor número de policías que se torna ineficiente, sino la adecuada planeación del servicio ya instalado para la desactivación de las causas y factores generadores de las dinámicas criminales del sector.

 

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