Bajolamanga.co

Publicado el Bajolamanga

¿Nos estamos matando menos?

Por: Luis Gabriel Merino (@luisgabrielmeri)

Frente al tema de seguridad, tal vez más que frente a cualquier otro asunto de políticas públicas, nos enfrentamos frente a dos grandes obstáculos: prejuicios e interpretaciones. La interpretación es el resultado final de un proceso cognitivo individual que hace referencia a la forma como se seleccionan los estímulos del medio para la construcción de una historia personal. Por eso decía Nietzsche que no existen hechos sino solo interpretaciones. El prejuicio es una opinión en ausencia de pruebas.

Y ésta es la dificultad para discutir cómo y cuándo una persona se siente segura. Cualquier situación que amenace la seguridad es un hecho que afecta rápidamente la percepción ya que es difícil ver el panorama general más allá de experiencias personales. Uno de los mecanismos de defensa frente al miedo es la generalización. El robo de un celular, el hurto a una residencia, una muerte cercana, son hechos que producen la tendencia a una generalización negativa absolutista sobre la situación general. La vivencia cercana de hechos de inseguridad nubla rápidamente la capacidad para confiar en cifras, estudios o discursos institucionales. Los prejuicios y las interpretaciones salpican cualquier argumento lógico sobre el tema.

Pero las cifras departamentales muestran que durante el 2014 hubo una disminución de los homicidios en Antioquia correspondiente al 19%. Durante el 2014 hubo casi 400 homicidios menos en el departamento en referencia con el 2013 que registró 2514 muertes violentas y una tasa de 31.73 homicidios por cada cien mil habitantes. Regionalmente hay casos para destacar. Urabá, con 140 muertes violentas, presenta la tasa más baja de homicidios del departamento al registrar 21,78 homicidios por cada cien mil habitantes; la misma región que hace 30 años tenía la tasa de homicidios más alta del Hemisferio Occidental y donde la palabra “masacre” se repetía monótonamente cada fin de semana. Medellín disminuyó un 30% las muertes violentas que pasaron de 925 en el 2013 a 652 en el 2014 registrando una tasa de 26,71 homicidios por cada cien mil habitantes. Habría que ser muy mezquino para no alegrarse y no reconocer un avance institucional de estas características.

Ahora, la seguridad no solo se mide en referencia a los homicidios. Existen múltiples variables que en su conjunto definen cómo una persona o una sociedad se sienten seguras, y en este contexto las muertes violentas son sólo una parte de un amplio rompecabezas. Pero es indudable que los homicidios tienen un lugar esencial en definir el nivel de violencia que puede alcanzar una sociedad, ya que la vida es y será el bien jurídico tutelado permanente por excelencia.

Además, el que estemos expuestos a un constante discurso político que busca hacer oposición asegurando por todos los medios que la seguridad va en picada y que ésta se deteriora día a día, ha influido notablemente en la construcción colectiva del imaginario actual de seguridad. Es difícil creer que en Antioquia los homicidios disminuyeron cuando estamos expuestos a una retahíla por Twitter, que nos dice en cantaleta constante, que vamos hacia un abismo. Pero los hechos, sobre todo en el tema de homicidios, nos dice lo contrario.

Tampoco hay que tapar el sol con un dedo. Continuamos presentando tasas de homicidios altísimas comparados con países del primer mundo, pero es un hecho probable que el número de homicidios ha disminuido y que estamos muy lejos de ser esa nación fallida de la década de los 80 cuando la pandemia asesina del crimen organizado y los grupos ilegales se desató poniendo en completo jaque al establecimiento.

Sí, nos estamos matando menos. Recordemos que en 1991, 6810 personas fueron asesinadas solamente en Medellín. El esfuerzo no ha sido solo institucional y no corresponde solamente a acciones del gobierno departamental, de los municipales y de la fuerza pública. El logro es colectivo ya que responde a los esfuerzos conjuntos de una sociedad completa que cada día aprende que la solución de los conflictos por la fuerza y la violencia, son vías completamente erróneas.

 

Esta y otras columnas podrá leerlas en www.bajolamanga.co (@bajo_lamanga)

Comentarios