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Los de las gafas con la comunidad negra

Por: Sebastián Díaz (@sebastiandiazlo)

Hace 22 años la furia de la comunidad negra estadounidense causó graves disturbios en Los Ángeles, luego de que un jurado –inexplicablemente- absolviera a cuatro agentes de policía que inclusive fueron grabados cuando le propinaban una paliza a un afroamericano de nombre George Holliday.

La decisión de los jurados que quitaron de toda culpa a los policías causó más de medio centenar de muertos, 2.000 personas heridas y 1.000 millones de dólares en pérdidas, e incrementó la delicada brecha que hay entre blancos y negros, y que por décadas los ha enfrentado.

El pasado lunes se conoció otro capítulo de tensión racial que generó otra movilización violenta en la comunidad negra de Estados Unidos; curiosamente como la primera también a raíz del fallo de un juez, situación que llevó al mismo presidente Obama a pronunciarse. Un juez decidió no imputar cargos a un agente de policía que asesinó a un joven negro de apenas 18 años, desarmado y en circunstancias poco claras. Ferguson, una pequeña ciudad con una población mayoritariamente negra, se convirtió esta vez en la ciudad de la furia racial.

Apenas hacía una semana que los inmigrantes residentes en ese país celebraban que, luego de décadas, el gobierno se pronunció a favor de ellos, pues gracias a la actuación en solitario del presidente Obama entre 4,5 y 5 millones de inmigrantes ilegales en E.U. tuvieron un respiro de vida en ese país, como para que esa conquista de las minorías se vea empañaba por la decisión inexplicable de un juez.

Según un ranking publicado por la ONU en 2011, el país norteamericano ocupó el primer puesto entre los países más racistas del mundo por causa de la segregación racial sistemática e institucional que vive. De nada sirvió la oleada de agresivos disturbios raciales en 125 ciudades de E.U. en los que murieron 46 personas, 2.800 resultaron heridas y más de 26 mil fueron arrestadas luego del asesinato de Martin Luther King. Tampoco han sido tenidos en cuenta sus enseñanzas, ni la lucha de esta comunidad por buscar, hace más de 50 años, el derecho al voto.

A pesar de tener un presidente negro, ha sido evidente el temor de la Casa Blanca para hablar, también, a favor de la comunidad negra, que allí llega al 10 por ciento.

Lo que vimos esta semana en Ferguson es un sentimiento de indignación, frustración y desencanto de la comunidad negra con la justicia de ese país, pero también la reproducción sistemática de una desigualdad judicial que por años ha hecho de los negros el festín preferido para humillar. Una afrenta para una comunidad que, en muchas ocasiones, ha pedido pacíficamente que se respeten sus derechos, que frente a los ojos de la ley ellos y los blancos sean iguales. Lo único que piden es que no se sientan desamparados.

Ferguson, ese pequeño suburbio de St. Luis con más del 60 por ciento de su población total negra, además de persecución policial para ajustar sufre pobreza, segregación y una de las tasas de desempleo más altas del estado de Misuri, según datos la Oficina del Censo de Estados Unidos. En 2012 uno de cuatro de sus residentes vivía por debajo del índice de pobreza de 23.850 dólares anuales para una familia de cuatro miembros, y remata el informe con que de ellos un 44 por ciento sobrevivía con la mitad de esos ingresos.

Y después dicen que los de la gafas son ellos.

Entre comillas: dijo Pacho Santos, que aspira ganar la Alcaldía de Bogotá por el uribismo, que “el problema de velocidad de Transmilenio se arregla con límite de velocidad mecánico para los buses. Así no pueden ir más de 40 km por hora”.  O no ha montado en Transmilenio o desde hace mucho no lo usa. Por lo visto en Bogotá, y de acuerdo con él, caminar será más sencillo y rápido para llegar a un destino.

 

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