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Los 300 de Aníbal

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En días pasados el actual Alcalde de Medellín presentó ante el Concejo el proyecto de acuerdo 300, por medio del cual se le concederían facultades especiales para reformar la administración municipal mediante la figura de conglomerado público. Con este acuerdo el alcalde tendría en sus manos la reestructuración de la administración municipal así como del presupuesto de la ciudad, con fines que se declaran «a favor del POT» pero que no necesariamente lo vinculan. En pocas palabras, el alcalde está pidiendo que le firmen una hojita en blanco, en el margen inferior, para después sentarse en su escritorio -de espaldas a la ciudad- y terminarla de escribir en su maquinita.

Por muy escandaloso que suene esto en un año electoral, no es la primera vez que pasa en esta Alcaldía. Ya en el 2012, 16 días después de posesionarse como Alcalde, Aníbal lanzó un proyecto de Acuerdo que le concedía facultades especiales para reformar la estructura de la administración en el marco de la llamada «modernización». Los costos de tal operación y los impactos que ha traído la misma, aún son desconocidos. La Administración arguye que los indicadores de gestión de la ciudad han mejorado, sin embargo el Índice de Desempeño Fiscal no mejoró mucho: con un puntaje de 84,8 en 2013, la diferencia respecto de 2012 (83,2) no es de gran calado si se tiene en cuenta que en el 2010, sin modernización, estaba en 89 puntos. A su vez, presentan algunos premios como el otorgado en materia de reducción de la pobreza extrema por Colombia líder, pasando por alto el hecho de que la reducción de esta empezó en 2002 y no en 2011. No obstante, la pregunta por los grandes impactos solo pueden responderla las magnánimas vicealcaldías.

Si bien, para señalar otro argumento, la figura del conglomerado público no es nueva en el municipio y es una herramienta útil para sacar adelante proyectos que sin una adecuada articulación interinstitucional no podrían ser llevados a cabo, en el proyecto de acuerdo 300 este parece ser un tema marginal. En efecto, el articulado del mismo proyecto no pretende la garantía del conglomerado, pero sí da cuenta de una imperiosa necesidad de reformar nuevamente la estructura administrativa así como las destinaciones del presupuesto público de la ciudad, ya aprobado por el Concejo.

La figura del conglomerado es realmente simple: es la agrupación de instituciones ordenadas por una centralidad (el alcalde mismo), y con un objetivo claro. En ese sentido, el proyecto de acuerdo (si en efecto fuera transparente) podría haber contenido los detalles de lo que se querría buscar, las entidades que se pensaban integrar y los objetivos que se pensaban cumplir. Sin embargo, esto no pasó así. Y no pasó no porque al Alcalde no le dio tiempo (cosa terrible sería), sino porque no hay una intención clara en materia de transparencia que puede ocultar intereses que, en época electoral, no son marginales.

Con todo, que Bohorquez y Campuzano se vayan a golpes y que Quintero se las de de niño malo en el Concejo, es lo menos importante de lo que allá está sucediendo. Los medios se están quedando callados y, cuando no -como Telemedellín- se pronuncian para expresar las bondades del Proyecto. ¡Atentos ciudadanos!

 

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