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¿Las más violentas?

Por: Alexánder Bolívar (@alexbolivarf)

Acaba de darse a conocer el listado de las ciudades más peligrosas del mundo realizado por la ONG Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal de México (Ver informe aquí), y esto fue lo que dijo sobre la ciudad de Medellín, la cual quedó en el puesto 49 entre 50 analizadas:

“Si consideramos no sólo el ranking de 2013 sino de años anteriores e incluso información previa, el caso de mayor reducción de los homicidios es el Medellín, Colombia. En 2010 Medellín ocupó la décima posición en el ranking con una tasa de 82.62 homicidios por cada 100 mil habitantes, pero en 2014 bajó hasta la posición 49 con una tasa de 26.91 homicidios por cada 100 mil habitantes: en 4 años la tasa descendió en un 67%.

De mantenerse esta tendencia es casi seguro que en 2015 Medellín saldrá del ranking. Si en 2014 la tasa de la posición 50 hubiera sido similar a la de 2013 (30 por cada 100 mil habitantes), Medellín habría salido de este listado.

Pero además debe considerarse que si el ranking hubiera existido antes, entre finales de los años ochenta del siglo XX y hasta 2003, Medellín habría ocupado el primer lugar mundial en forma casi ininterrumpida. Hubo años en que las tasas de homicidios se acercaron a los 400 por cada 100 mil habitantes”.

Esto, como todo informe o ranquin parecido, al igual que como algún reconocimiento que se le haga a la ciudad, tiene sus puntos buenos y malos y hay opiniones a favor, pero más en contra criticando lo que en realidad se vive en la ciudad. No caeré en el comentario estúpido de “La más innovadora y una de las más violentas”, o “la más innovadora y vea como está de mal la ciudad”, eso tiene muy poco que ver. Pero lo que sí voy a decir es que en una ciudad medir el índice de violencia por número de asesinatos denota una investigación muy superficial con datos que se pueden encontrar en internet o en un periódico y comparar.

Como dicen por ahí para un informe, otro informe, y veremos más listados en los que Medellín saldrá como las más de algo, porque eso sí que nos encanta a los paisas, ser los más en todo. ¿En dónde queda el número de robos, casos de violencia intrafamiliar, violaciones y extorsiones? ¿Cómo se mide el que en la ciudad haya barrios en los que no se puede caminar tranquilamente porque hay que pedir permiso para pasar una calle? No me parece correcto medir qué tan violenta sea una ciudad por el número de asesinatos. ¿Entonces cómo? También hay encuestas de percepción de seguridad en las cuales les preguntan a un pequeño porcentaje de la ciudad qué tan seguros se sienten viviendo allí, pero siempre la sensación en las calles será diferente. Como dijo una profesora esta semana en mi universidad, “las encuestas sólo les sirven a los medios para montar presidentes, y a los políticos para darse pantalla”.

¿Qué nos queda a los ciudadanos? Lo primero es denunciar y exigir, como dice el famoso presentador de noticias “No se quede callado, denuncie”. Esto ayuda a las autoridades competentes a actuar frente a esto, aunque sé que lo primero que van a pensar es “pero si uno denuncia no pasa nada”, pero es lo correcto para hacer, denunciar y exigir el cumplimiento de la ley al igual que exigirle a los gobernantes y corporados que actúen y sean eficientes. Y claro está, hablando de gobernantes, saber elegir. Este año son las elecciones locales, y recuerde que su voto es muy importante, no se lo deje comprar ni lo regale por cualquier cosa, de todos depende quién va a gobernar la ciudad y el departamento en los próximos 4 años y es esa persona quien va a estar a cargo de la seguridad de todos los ciudadanos.

PD: aquí la historia de la semana del libro “los hijos de los días” por Eduardo Galeano:

Enero 21

Ellos caminaban sobre las aguas

En el año 1779, el conquistador inglés James Cook asistió a un espectáculo muy raro, en la isla de Hawaii.

Era una diversión tan peligrosa como inexplicable: en la bahía de Kealakekua, los nativos disfrutaban parándose sobre las olas y dejándose llevar.

¿Habrá sido Cook el primer espectador del deporte que ahora llamamos surf?

Quizá se trataba de algo más que eso. Quizás había algo más en ese ritual de las olas. Al fin y al cabo, estos primitivos creían que el agua, madre de todas las vidas, era sagrada, pero no se arrodillaban ni se inclinaban ante su divinidad. Sobre la mar caminaban, en comunión con su energía.

Tres semanas después, Cook fue acuchillado por esos caminantes del agua. El generoso navegante, que ya había regalado Australia a la corona británica, se quedó con las ganas de regalar Hawaii.

 

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