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La política y la filosofía de Pepe Mujica

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El expresidente de Uruguay José Mujica, más conocido como Pepe Mujica, quien terminó su periodo la semana anterior con un nivel de aceptación superior al 60%, tiene algunos detractores tanto en su país como en América Latina que lo tildan de “populista” por las polémicas reformas impulsadas durante sus 5 años de gobierno.

Entre las reformas más importantes que impulsó se encuentran las ya conocidas aprobación del matrimonio homosexual, la despenalización del aborto y por supuesto, la regulación de la marihuana.

Sus detractores opinan que estas medidas lo único que buscaban era generar noticia en los medios de comunicación. Sin embargo, más allá del impacto mediático que hayan tenido estas reformas, por dentro y fuera de Uruguay, como toda política, será posible medir su impacto en el mediano y largo plazo, y no justo después de terminar su mandato.

En la “Política” de Aristóteles, en el Libro IV “Teoría general de la ciudad perfecta”, más específicamente en el Capítulo II, “De la felicidad con relación al Estado”, el filosofo afirma que “el Estado más perfecto es evidentemente aquel en que cada ciudadano, sea el que sea, puede, merced a las leyes practicar lo mejor posible la virtud y asegurar mejor su felicidad”. Sin embargo, en el Capítulo III “De la vida política” asegura que en la sociedad no hay consenso sobre el empleo que debe darse a la virtud, si en el campo de la política o en el de la filosofía.

“De un lado, se condenan todas las funciones políticas y se sostiene que la vida de un hombre verdaderamente libre, a la cual se da una gran preferencia, difiere completamente de la vida del hombre de Estado; y de otro, se pone, por lo contrario, la vida política por cima de toda otra, porque el que no obra no puede ejecutar actos de virtud”.

Corriendo el riesgo de opinar sobre otro país sin haber vivido en éste, creo que Pepe Mujica es uno de los pocos gobernantes que ha sido capaz de conciliar estas dos posiciones supuestamente irreconciliables.

A Mujica no le da pena decir que es “político”, tiene muy claro que si despreciamos la política marchamos hacia el fracaso como sociedad y como individuos.

Pero al mismo tiempo Mujica ha tenido la consistencia en su discurso para hacer planteamientos que van más allá de la política y trascienden al campo de la filosofía donde coincide con muchos planteamientos aristotélicos en relación con el ejercicio del poder.

En el Capítulo 1, “Teoría general de la ciudad perfecta” Aristóteles afirmaba: “es natural que un gobierno perfecto procure a los ciudadanos a él sometidos, en el curso ordinario de las cosas, el goce de las más perfecta felicidad”, una de las más importantes preocupaciones de Mujica durante su mandato.

La filosofía de vida de Mujica es vivir “liviano de equipaje”, es decir, de una forma sobria “para tener más tiempo, la mayor cantidad de tiempo posible para vivir la vida de acuerdo a las cosas que a ti te motivan”, o en palabras de Aristóteles para practicar la virtud y asegurar la felicidad.

Predica con el ejemplo a través de su estilo de vida sobrio como la mayoría de la gente de su país. Asegura, que prefiere esta forma de vida porque si tienes mucho dinero tienes que gastar mucho tiempo en cuidarlo “y no te queda tiempo para las cosas que a ti te motivan”, es decir, aquellas cosas que te hacen feliz.

Esta búsqueda de Mujica por la felicidad como ciudadano y como gobernante, no podría quedar mejor definida que en palabras de Aristóteles cuando afirma que “la felicidad, ya se la haga consistir en los goces, ya en la virtud, o ya en ambas cosas a la vez, es patrimonio, sobre todo, de los corazones más puros y de las más distinguidas inteligencias”, lo cual evidentemente reúne el expresidente, a través de la honradez intelectual de un corazón puro para el ejercicio de la política, y de una distinguida inteligencia para plantear su filosofía de vida.

Mujica concilió ambas posiciones, la del político y la del filósofo, a través de la formula de vida: “vivir como se piensa” para no “pensar como se vive”.

 

* Mi opinión no compromete la institución a la cual estoy vinculado laboralmente. 

 

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