Por: Alejandro Gamboa (@dalejogamboa)
Casi una semana en Cartagena me deja la espereza de que la igualdad es verdaderamente imparable. Compartir con los delegados de víctimas Lgtbi de 14 departamentos es realmente retador, pero a la vez una muestra de cómo hemos ido avanzando. La lucha por la igualdad no se detiene y en la expresión de los y las delegadas puedo ver que hay esperanzas de que aquello siga así.
Las caras ansiosas por conocer y aprender, aún temerosas de compartir propuestas para consolidar un colectivo imperaban entre los delegados, la escucha y la atención a los otros para avanzar no eran los aliados más constantes, pero trabajar con el enorme esfuerzo que eso implica para la vida íntima, para la seguridad personal ya es de por sí el mayor sacrificio que un ser humano puede hacer por otros y así es la historia de varios de los representantes de la mesa nacional de víctimas Lgtbi.
Todos y todas estábamos atentos a identificar las oportunidades para mejorar a través de las políticas locales la situación de las personas Lgtbi en el país.
Había sin duda conclusiones claras: la sistemática discriminación de las personas Lgtbi fue en muchos casos el detonante para que llegará la violencia del conflicto armado a sus vidas en formas particulares, profundizando así la discriminación y convirtiendo a toda persona con una identidad de género, orientación sexual o expresión de género distinta a la heteronormativa en un blanco de los actores armados. También quedo claro que el liderazgo llega con la escucha constante y la empatía con las vulneraciones de otros que no somos nosotros.
Realmente gratificante identificar que hay esperanza y que hay mucho trabajo por hacer si queremos ver que la igualdad no pare y podamos seguir dando la lucha.
Quedan retos importantes para las víctimas Lgtbi, identificarse como un sujeto de reparación colectiva y demostrar como las acciones sufridas en el marco del conflicto son una expresión más de la discriminación cotidiana de cientos de personas Lgtbi y que por lo tanto las acciones legales e institucionales que tome el Estado para reconocer nuestros proyectos de vida son los mecanismos idóneos para hacer reparación, pero también de brindar garantías de no repetición.
Temas como la política pública nacional para personas Lgtbi, aún tan lejana, la ley de identidad de género y la ley del matrimonio igualitario tienen que hacer parte de esta agenda de reparación colectiva. Desmontar poco a poco ese sistema que ha desconocido la identidad de las mujeres trans, incluir acciones afirmativas por medio de las políticas públicas en sectores claves como la salud, lo laboral y la educación, y reconocer que nuestras familias pueden conformarse con un vínculo formal sólido como el matrimonio tienen que ser acciones que envíen un mensaje social de que se respeta nuestra existencia y de que lo que otrora han hecho los actores armados escudados en que somos indeseables y dañinos es inadmisible y que por eso la igualdad tiene que ser imparable.
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