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La captura del Estado

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En los últimos años, con mucho tino, investigadores colombianos y extranjeros se han ocupado de un tema del que poco conocemos los colombianos, o hacemos de tripas corazón para no darnos cuenta, como es la corrupción, a la que se suma, formando un dúo, la criminalidad. Esta sentencia de Sergio Fajardo lo puede resumir mejor: “La corrupción es una empresa criminal más difícil de combatir que las guerrillas y las bandas criminales”.

Releyendo el libro Herederos del mal: clanes, mafias y mermelada. Congreso 2014-2018, de León Valencia y Ariel Ávila, que complementan el trabajo de Claudia López en el libro Y refundaron la patria, se puede entender cómo la corrupción en las alcaldías y gobernaciones tiene como apoyo a la criminalidad y a los expararamilitares, hoy transformados en bandas criminales (BACRIM), actuando en connivencia con el poder local, en donde imponen su orden y sus ideas.

Cuando uno se atreve a referirse a municipios en donde está probada la presencia de grupos paramilitares y los vínculos de la clase política con exjefes como alias “Don Berna”, como me referí a él en otra columna en donde hablaba de Heliconia y su corrupción, salta a la vista la desfachatez de los gobernantes de turno, quienes buscan por todos los medios desprestigiar a quien hizo la investigación, con un lenguaje de verdulera y utilizando los recursos públicos para lograr ese propósito.

Denunciar trae riesgos y produce miedo, el mismo del que se alimentan los contratistas-políticos-criminales, el triángulo de la captura del Estado, con el apoyo de congresistas que les ayudan en la Procuraduría, la Contraloría y la Fiscalía a tapar los procesos. Está demostrado, por ejemplo, cómo funciona el control fiscal en la Contraloría General de Antioquia.

Las tulas de dinero para financiar las campañas políticas, producto de los contratos entregados a un único proponente, como lo denunciaba hace poco El Colombiano en una investigación realizada en conjunto con Andiarios; como también lo demostré en la investigación que realicé sobre la E.S.E. Hospital San Juan de Dios, donde su gerente tiene montada una estructura de contratación que beneficia a su socios, a la amante de su socio y a las empresas que tiene el socio y la socia. Es una forma de captura del Estado.

“Muchas invitaciones y licitaciones están dirigidas, son orientadas y se habla de marcas y equipos que solo un proveedor o licitante puede cumplir. Así es imposible y desalentador participar, por cuanto desde el principio se sabe quién se va a ganar el contrato”, declaró Camacol Antioquia a El Colombiano (19/04/2015).

En Perlas de la corrupción (Debate, 2014), Humberto de la Calle Lombana le dedica un capítulo aparte a cómo los corruptos capturan el Estado a través de la contratación, a la cual se accede haciendo nombrar amigos en los puestos en donde se aprueba el presupuesto y se le da el visto bueno a los contratos. Allá es donde manipula la contratación y se define a quién se le darán las obras y suministros, los más jugosos y perseguidos, siguiendo en ese orden la salud y los programas alimentarios. Y si no se logra hacer nombrar a un amigo se envía un sobre o se invita a almorzar. Así funcionan los corruptos.

El Estado está capturado por los señores de “cuello blanco”. El gobernador Fajardo lo dice mejor: Nada más patético que el rostro de los corruptos que se disfrazan como prohombres, después de que se les caen las máscaras. Ahí están”.Y están de moda en esta campaña del 2015.

 

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