Por: Andrés López (@andresflopez)
Agosto 7 de 2014. Un día de mucha expectativa para todo el país. Después de 24 años de haber participado en su última contienda electoral para sentarse en el solio de Bolívar, a sus 70 años, Galán se posesiona como presidente de Colombia. Después de una reñida primera vuelta contra el presidente-candidato Juan Manuel Santos y el candidato del uribismo Oscar Iván Zuluaga, logró superar en segunda vuelta con mejor votación al candidato del oficialismo. Atrás quedó la amarga derrota del 27 de mayo de 1990, elecciones en las que la mafia que tanto denunció en aquella época amedrentaron a unos y compraron a otros, para que el candidato liberal no llegara al Palacio de Nariño. El país no estaba preparado en ese momento para alguien como él.
Recorrió un largo camino para lograrlo, superando algunos atentados y varias amenazas, incluso a sus seres queridos. Debido a esto y posterior a las elecciones del 90, se volvió un hombre de familia, como también es conocido. Pero esto no duraría mucho, pues fue uno de los protagonistas de la constituyente de 1991 que se dio para darle un giro al país, defendiendo la descentralización del estado y la educación como elementos fundamentales para transformar una sociedad. Prosiguió su lucha abierta contra el narcotráfico, el cual tuvo un golpe duro con la abatida de Pablo Escobar. Desistió de ser candidato para las elecciones de 1994. En una entrevista otorgada a El Espectador dijo que había decidido primero generar conciencia en el pueblo colombiano. Fue crítico de la presidencia de Ernesto Samper y sus escándalos de dineros calientes provenientes del narcotráfico. En esto coincidió con las duras críticas que hacía en ese momento el expresidente Álvaro Gómez Hurtado. A pesar de haber sido ministro de Educación de Misael Pastrana Borrero, no aceptó el ofrecimiento de ocupar el mismo cargo en la presidencia de Andrés Pastrana. Su lucha constante contra las mafias y la corrupción, así como su relación de estas con el paramilitarismo y la clase política, lo llevaron a investigar y publicar uno de los libros más leídos en el país, y poner el tema en la agenda nacional, los medios de comunicación y la opinión pública en general. Su discurso, que en la década de los 80 era considerado moralista -algunos lo llamaron fundamentalista- y fue sujeto de burlas, empezó a calar en el país, no sólo en la clase política, sino también entre los empresarios y el colombiano del común. Esto lo catapultó y motivó a regresar a la arena política, siendo elegido Senador en 2002, 2006 y 2010.
Durante este tiempo se consolidó nuevamente como un político independiente dentro de su partido y dentro de la clase política, manteniendo su discurso férreo contra la corrupción, los valores y la educación. Fue así como se dieron acercamientos con otras personas independientes, como Antanas Mockus en Bogotá y Sergio Fajardo en Medellín, que tenían como ejes fundamentales de sus proyectos la cultura, la educación, la lucha contra la corrupción y la importancia de los principios. Vio con gran esperanza el fenómeno de la Ola Verde en el 2010, el cual trató de apoyar desde la disidencia. No participó en el periodo de Juan Manuel Santos como si lo hizo su partido, a pesar de los múltiples ofrecimientos. Esa independencia, sumado a los problemas que afrontó Santos durante su mandato como los paros, el tema con San Andrés y la no firma de la paz, allanaron el camino para que el pueblo colombiano viera en Galán la oportunidad de transformar el país y poder conseguir la paz. Hoy, escuchando su discurso de posesión, reafirmo mi pensamiento de que las cosas pueden ser diferentes.
Cuando asesinaron a Galán yo estaba próximo a cumplir 5 años, por lo que mis recuerdos sobre él son casi nulos. Un día me puse a pensar después de ver videos y leer sobre Luis Carlos Galán, cómo sería Colombia si estuviera presente. No se trata de darle superpoderes y pensar que todo hubiese sido color de rosa. Sin embargo habría sido fundamental para el cambio de conciencia, la lucha contra la corrupción y el narcotráfico, y la educación, de la cual decía que no debía ser un privilegio sólo de las clases sociales con mayores recursos económicos. Aquí solo mencioné algunas cosas de nuestra historia cercana que pudieron ser diferentes, pero sin duda tiene varios vacíos, quedan muchas cosas alrededor que pensar. Son muchas variables y cada uno tendrá su propia versión. Más allá de que sea algo fruto de la imaginación, donde se mezclan la fantasía con hechos que sucedieron en nuestro país, la idea es que usted, querido lector, se ponga a pensar qué hubiese pasado si, qué hay detrás del símbolo de Galán; de modo que le genere reflexión nuestro pasado pensando en nuestro futuro. Como decía el propio Galán, “ni un paso atrás, siempre adelante”. Lo cierto, es que hubiese sido una realidad diferente a lo que tenemos hoy en día.
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