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Expertos de pacotilla

Por: Daniel Yepes (@yepesnaranjo)

Remotos, muy remotos parecen los tiempos en que los científicos hacían descubrimientos revolucionarios que cambiaban nuestras vidas para siempre. Los avances en física, química, matemáticas, medicina, las diferentes ingenierías y el grupo de disciplinas que componen las humanidades, señalaban nuevas formas de pensar, inventaban vacunas que curaban enfermedades antes mortales, construían puentes que unían grandes distancias, nos daban la luz eléctrica y la internet; revolucionaban el mundo.

Habrá quienes digan que con los mismos conocimientos científicos se hacían bombas y armas; claro, pero el problema era –y sigue siendo- más ético que cognitivo.

Lejos están los tiempos de Bohr, Kant, Einstein, Da Vinci, Heissenberg, Curie, Montessori, Borges, Beethoven, Mozart, Gaudí, Van Gogh, entre tantos otros que marcaron hitos fundamental para el progreso humano.

Ahora, hay un grupillo de ‘expertos’ –el diminutivo no es descalificación sino descripción numérica- de pacotilla –esto sí es descalificación- que se gana la vida pensando güevonadas y que, revistas de la talla de Semana y cadenas como Caracol y RCN reproducen siempre con morbo. Claro, es lo que la gente lee y, por ende, lo que vende, qué le vamos a hacer.

“Científicos declaran que las mujeres celosas tienen más riesgo de sufrir Alzheimer”.

“Las mujeres con caderas más amplias son más inteligentes, aseguran los expertos”.

“El sexo mejora la inteligencia dice estudio”.

“Expertos revelan claves para la felicidad”.

“Expertos aseguran que la pornografía puede ser mala para el cerebro”.

La pregunta es qué clase de científicos estamos formando para que hagan este tipo de estudios que le aportan mucho a los programas de chismes pero poco a resolver la cotidianidad.

La típica ‘civilización del espectáculo’ que describe Vargas Llosa en ese maravilloso libro del mismo nombre en la que el hombre, incapaz de pensar estructuradamente en la definición y la solución de ciertos asuntos absolutos para la condición humana, se embarcó en el disparo informativo del dato banal que no vas más allá de los 140 caracteres o la actualización de estado en una red social.

Cojan oficio montón de vagos y apórtenle algo a este mundo que se tiene que reinventar día a día para ver si no se autodestruye. Y dejen de estar poniéndole fechas al fin del mundo; con ese montón de estupideces que investigan están colaborando efectivamente a que la fecha no sirva de nada cuando ese fin con el que nos asustan los estamos viviendo a diario.

 

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