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Es tiempo de mirar atrás

Por: CAMILA AGUDELO 

El ex paramilitar Jonh Jairo Álvarez Manco integraba el Frente Arlex Hurtado del Bloque Bananero de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), que operaba en el eje bananero de la región de Urabá donde Carlos Castaño iniciaría su proyecto paramilitar para combatir a las guerrillas y sus bases sociales, y principalmente para construir uno de los más grandes corredores del narcotráfico en el país, con la aquiescencia de las autoridades y del sector empresarial del cual recibía amplias contribuciones.

Jonh Jairo Álvarez se desmovilizó en el 2005 y a finales del año pasado quedó en libertad a pesar de que su proceso aún se encuentra en la fase de imputación de cargos, constituyéndose así, en el primer desmovilizado de las AUC que recuperaría su libertad sin estar aún condenado por el Estado. En esta situación no sólo está él sino también 400 desmovilizados de grupos armados ilegales postulados al proceso de Justicia y Paz, que después de cumplir con los ocho años de privación de la libertad luego de su desmovilización, saldrán de las cárceles sin que el Estado haya impuesto una condena en su contra.

El Estado tendrá que aceptar el fracaso de que éstos ex paramilitares y guerrilleros que cometieron delitos atroces,dejando un saldo de 37.387 víctimas y 30.000 crímenes documentados según Verdad Abierta, estén próximos a quedar en libertad sin haber recibido condenas.

Los ocho años como pena máxima que les pueden imponer los jueces a los desmovilizados fue un tema muy controversial dentro la discusión de la ley de Justicia y Paz, sumado al hecho de que no se realizó un verdadero proceso de justicia transicional con modelos adecuados de imputación e investigación, ni se siguieron los objetivos de este mecanismo, sino que el proceso sirvió como un instrumento de alternatividad penal, y sólo hasta hoy, 8 años y medio después de promulgada la ley, vivimos sus consecuencias y lamentamos que las cosas no se hubieran hecho de otra manera.

Así las cosas, este año no sólo será decisivo para el proceso de Justicia y Paz, sino también, para lo que será el posconflicto si logramos un acuerdo en la mesa de La Habana con la guerrilla de las FARC. Los errores que se cometieron en el pasado en el proceso de paz con las Autodefensas, y que apenas ahora estamos evidenciando, no se pueden volver a repetir en las negociaciones con la guerrilla.

La historia en este caso nos muestra que no puede haber un proceso de paz sin unos mínimos de justicia y que antes de iniciar un proceso de justicia transicional los ciudadanos deben tener claro el marco de ésta, la forma como se va a llevar a cabo y las consecuencias de lo que implica un proceso de dicha naturaleza.

 

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