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El fraude electoral

Por: CAMILO ARANGO (@camiloarangoo)

En Colombia la corrupción es el fenómeno que ahora desplaza del primer lugar de preocupaciones frente al proceso electoral a los actores armados, y que desafía la consolidación de la presencia efectiva del Estado en el territorio para garantizar un adecuado ejercicio democrático. La preocupación de las autoridades por estos días debería ser el reto de la transparencia del proceso electoral parlamentario y presidencial, porque como en muchos otros, el crimen organizado y los actores del conflicto armado ya han puesto allí los ojos como una oportunidad, pero si a ello le sumamos la capacidad de corrupción de quienes participan como candidatos, el escenario se convierte en definitiva en un reto difícil de cumplir.

La Misión de Observación Electoral -MOE- presentó la semana pasada su informe sobre riesgo electoral, cuyas conclusiones requieren de una especial atención por parte del Estado. De las problemáticas que aborda el estudio, cabe resaltar cuatro situaciones que pondrían poner en peligro ya no la realización de las votaciones en todos los municipios, como lo fuera en los años 90, sino la transparencia de los resultados por factores externos, lo que es aún más grave para una democracia débil como la nuestra.

El riesgo indicativo de fraude electoral sigue en aumento, pero partiendo de una conclusión muy compleja: los grupos armados ilegales dejaron de ser la gran amenaza y ahora la preocupación radica en el poder de corrupción y de intimidación que tienen los representantes políticos locales. Para el caso de las elecciones al Senado, afirma el informe que el 37% de los municipios del país cuentan con algún nivel de riesgo de fraude electoral por posibles acciones fraudulentas de actores políticos. A ello se suma el aumento del riesgo por participación electoral, donde se resalta la cifra de 344 municipios donde estaría en riesgo la participación de los votantes inscritos, cifra que equivale al 30% del total de municipios del país.

El riesgo por la manipulación de votos nulos es muy alto, la medición de la MOE alcanzó los máximos históricos en el número de municipios donde se pudiera presentar manipulación de las elecciones ya sea por fraude o por coerción. Finalmente la presencia de actores ilegales en el territorio descendió frente a 2010, pero aumentó frente al proceso electoral de 2011, en especial a través de los fenómenos por ellos denominados como presencia neoparamilitar.

“Los resultados permiten concluir que las elecciones en Colombia no necesitan más fuerza pública sino, por el contrario, más jueces, mejores fiscales y autoridades de control capaces de prevenir y castigar el fraude electoral”, de acuerdo con la MOE. No se puede desatender la posible incursión de actores armados ilegales, pero el reto es más grande de lo que creíamos y ahora los ojos de las instituciones del Estado se deben concentrar en los representantes políticos locales. Pero ¿cómo lograrlo si en los municipios con mayor riesgo electoral y menor nivel de desarrollo, son ellos los que rigen las instituciones del Estado?

Nuestra democracia sigue siendo débil. Los colombianos tenemos un reto grande con nuestra participación en las elecciones, pero para ello debemos promover una participación sana y libre de vicios. Esperemos que llegue el día en que los votantes seamos capaces de derrotar la corrupción, ese día sí habremos dado un paso histórico para el país.

 

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