Por: Alexánder Bolívar (@alexbolivarf)
A 5 meses de que en las ciudades y departamentos del país se elijan los gobernantes para los próximos 4 años pasó lo que esperaba: alianzas políticas que traicionan los principios de los partidos. Y, pues, si los políticos en Colombia ya tienen mala reputación por no respetarlos, lo que pasó en Medellín con el Partido Liberal confirmó que aquí solo los intereses personales priman, mas no el interés porque la ciudad y el departamento salgan adelante.
Hace cuatro años, en el Partido Verde, se prefirió apoyar la candidatura a la Alcaldía de Medellín de Aníbal Gaviria por el Partido Liberal y, de la misma forma, este apoyó a Sergio Fajardo a la Gobernación. Se rechazó, pero digamos mejor que no se tuvo en cuenta, la excelente candidatura de Jorge Melguizo, de quien estoy seguro hubiera sido un gran alcalde de esta ciudad. Y justo antes de las elecciones, cuando la disputa estaba entre Gaviria y Luis Pérez, se comenzaron a dar unas denuncias en las que se manifestaba el apoyo de grupos ilegales a la campaña de Pérez; el Partido Liberal se unió también a estas denuncias. Por otra parte, Pérez acusaba a Gaviria de tener nexos con paramilitares y, pues, ya todos sabemos qué tan sucio es Luis Pérez como político y para la política.
La política es dinámica, dicen por ahí. Y ahora, como si nada hubiera pasado y la decencia no existiera, el Partido Liberal (y esta semana, Cambio Radical) le dio el aval a Luis Pérez para que sea candidato a la Gobernación de Antioquia. ¿A dónde se fueron las denuncias de nexos con grupos ilegales y paramilitares? Estamos en un país donde se olvida y se recuerda lo que trae algún beneficio y, aunque está bien perdonar y seguir adelante, no se pueden vender tan baratos los principios (de los cuales dudo que Luis Pérez tenga alguno) por los que uno ha peleado toda su vida. Héctor Abad Faciolince lo describe de la mejor manera posible en su columna en El Espectador el domingo pasado. (Ver aquí la columna).
Para octubre próximo no está claro lo que pasará en Medellín y Antioquia; en parte porque hay candidatos que cambian de partido cada cuatro años y este es el punto en el que la ciudadanía no sabe cuál sería su forma de gobernar, aunque si se venden así de fácil ante cualquiera que les dé el aval, no se puede esperar otra cosa que un gobierno clientelista.
No tengo mi voto decidido, pero espero que en estos cinco meses que faltan, se sepa quiénes son realmente los que quieren el bienestar para la ciudad y el departamento. Y, pues como se hace campaña se gobierna, espero que se lleven a cabo unas campañas decentes, en las cuales los protagonistas sean el ciudadano y las propuestas, y no unas acusaciones sucias que después no tendrán importancia, porque seguro, en el 2019, todos serán los mejores amigos otra vez y no tendrán la decencia de respetar unos principios que todo político debe tener.
Otra cosita: aquí la historia de esta semana del libro “Los hijos de los días” de Eduardo Galeano
Mayo 8
El demonio de Tasmania
Es famoso en el mundo este monstruo diabólico, de fauces abiertas y dientes rompehuesos.
Pero el verdadero demonio de Tasmania no vino del Infierno: fue el imperio británico quien exterminó a la población de esta isla, vecina de Australia, con el noble propósito de civilizarla.
La última víctima de la guerra inglesa de conquista se llamaba Truganini. Esta reina despojada de su reino murió en el día de hoy de 1876, y con ella murieron la lengua y la memoria de su gente.
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